Cuatro cuartetos ("Four Quartets", en inglés) es el título con que reunió en forma de libro cuatro poemas largos el poeta, dramaturgo y crítico anglo-estadounidense T. S. Eliot. Los cuatro poemas habían sido publicados separadamente entre 1936 y 1942, siendo reeditados en 1943. Sus títulos y orden en el libro son los siguientes: Burnt Norton (1936), East Coker (1940), The Dry Salvages (1941) y Little Gidding (1942).
Aunque algunos estudiosos prefieren su trabajo anterior, el propio Eliot y gran parte de la crítica han considerado siempre Cuatro cuartetos su obra maestra; por otra parte, se trata del trabajo que le granjeó el Premio Nobel de Literatura (1948). La obra es representativa del gran conocimiento que tenía Eliot del misticismo y la filosofía orientales y occidentales.
Encabezados por dos citas de Heráclito, cada uno de los poemas hace referencia a una localización geográfica determinada con fuerte significación religiosa (para el propio Eliot o la colectividad). Los poemas están divididos en cinco secciones. Aunque se resisten a una caracterización fácil, cada uno comienza con una meditación, aparentemente en la localización geográfica citada en su título, sobre la naturaleza del tiempo y la trascendencia en algún aspecto relevante: teológico, histórico, filosófico, físico, y todo ello en relación con la condición humana. A la vez, cada poema se asocia a uno de los cuatro elementos fundamentales clásicos: aire, tierra, agua y fuego. A través de distintos procedimientos conceptuales y estilísticos, se alude siempre a las mismas ideas, que discurren enlazadas y solapadas entre sí en forma de variaciones, por lo que los poemas están abiertos a una diversidad de interpretaciones.
Los poemas están compuestos en un muy especializado verso libre, muy característico del rigor artístico de su autor, aunque todos ellos encierran cortas composiciones rimadas de tipo trovadoresco denominadas sextinas.
La desazón induce al poeta, en palabras de José María Valverde, a «un discreto conservadurismo pesimista» alejado de la militancia religiosa. Hay visos de ello en este cuarteto:
La voluntad intelectual y espiritualista se esfuerza otra vez en conciliar los contrarios:
Cuatro cuartetos no se puede entender sin referencia al pensamiento, a las tradiciones y a la historia cristianos. Eliot basa su poética en la teología, el arte, el simbolismo y la obra de figuras tales como Dante, San Juan de la Cruz o la escritora mística inglesa Juliana de Norwich. La «comunión más profunda» anhelada en East Coker, la alusión a niños desamparados, a la enfermedad, la vejez y la ardua exploración que conduce al hogar, han de interpretarse inevitablemente como la trayectoria del peregrino a lo largo de su camino de perfección.
Mientras que para el crítico C. K. Stead (Pound, Yeats, Eliot and the Modernist Movement, 1986), la obra exhibe la pérdida del vigor poético anterior por parte de un Eliot víctima de sus propios problemas y de las tensiones históricas de los años 30, David Perkins, en su A History of Modern Poetry (1976), afirma que Cuatro cuartetos «es la mejor secuencia de poemas largos compuesta en nuestro siglo».
La profesora inglesa Helen Gardner dedicó, por su parte, un libro (The Art of T. S. Eliot, 1949) a estudiar las profundas analogías con el arte de la música que encierran estos poemas eliotianos. Valoraba, por tanto, en Eliot el deseo de someterse a la disciplina de unas leyes poéticas estrictas. Al abordar los pasajes más oscuros de la obra, sostenía que «con el sentido, es preferible angustiarse poco que mucho», por lo que animaba al lector a «seguir leyendo, preferiblemente en voz alta, para así hallar el sentido a través de la propia lectura».
Según el estudioso y traductor de la obra Esteban Pujals, tras la primera meditación temporal, en una segunda sección se refleja la experiencia adulta en términos generalmente de insatisfecha temporalidad. En una tercera, se representa la vía purgativa, que despoja el alma de las cosas terrenas, y en un cuarto “movimiento” una invocación a la redención y la intercesión divina. En el cierre de los cuatro poemas se identifica la dificultad de la perfección artística con la salud espiritual.
En esta obra, sigue Pujals, al revés que en otras anteriores, como la muy coloquial La tierra baldía, predominan los sustantivos abstractos y los versos están dominados por una férrea línea discursiva y lógica que encuentra ecos en los viejos racionalismos europeos de los siglos XVII y XVIII.
Vicente Gaos, en el prólogo a la primera traducción de esta obra (1951), mostró gran admiración por la simetría y la disciplina del conjunto, relacionada con el prestigio adquirido durante la posguerra por el discurso lógico y el resurgir de las formas poéticas tradicionales.
Para el antirreligioso Luis Cernuda, aunque gran admirador del poeta inglés, el libro estaba dominado por un incómodo «temperamento puritano» (ensayo Goethe y Mr Eliot, 1959). De parecida opinión era el poeta Claudio Rodríguez.
El mexicano Octavio Paz hace ver en su ensayo sobre el propio Cernuda La palabra edificante, que el Eliot de Cuatro cuartetos fue el escritor vivo que ejerció más influencia sobre el poeta sevillano. Sobre Eliot escribe que, después de La tierra baldía, vertió su poesía en moldes cada vez más tradicionales, lo que sirvió de modelo a Cernuda.
Para uno de sus mejores traductores, José María Valverde, Cuatro cuartetos supone el gran fruto de la época eliotiana posterior a La tierra baldía y Miércoles de Ceniza. Se trata de un conjunto de «meditaciones líricas menos vanguardistas y más doctrinales que La tierra baldía, pero quizá más bellas y aun con trozos de auténtica redondez musical».
La última traducción (Barcelona: Lumen, 2016) es de Andreu Jaume, y se distingue de las demás en aportar un amplio corpus de notas donde se descubre la riquísima intertextualidad del texto.
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