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Edgard Andrew



Edgard Andrew (Río Cuarto, Córdoba, Argentina, 28 de marzo de 1895 - Océano Atlántico Norte, 15 de abril de 1912) fue una de las dos personas de nacionalidad argentina en el viaje inaugural del RMS Titanic junto a Violet Constance Jessop, el mayor y más lujoso barco de pasajeros de principios del siglo XX, que zarpó del puerto de Southampton, Inglaterra, rumbo a Nueva York, Estados Unidos, y se hundió en las aguas del océano Atlántico al chocar con un gran témpano de hielo a las 23:40h en la noche del domingo 14 de abril de 1912, dejando un luctuoso saldo de más de 1.500 pasajeros que encontraron un trágico final a sus vidas en el naufragio. Edgard fue uno de ellos, y su cuerpo nunca fue hallado.

Edgard Andrew nació el 28 de marzo de 1895 en la estancia El Durazno, próxima a la ciudad de Río Cuarto, en el sur de la provincia de Córdoba, propiedad del comerciante y gran terrateniente Ambrosio Olmos –fallecido en 1906, y posteriormente en propiedad de su esposa, Adelia María Harilaos de Olmos–. Su padre, el inmigrante inglés Samuel Andrew, se había establecido allí con su esposa Annie Robson, ambos procedentes de Whitby (una pequeña ciudad portuaria de Yorkshire, Inglaterra), durante la década de 1870. Tuvieron ocho hijos, de los cuales Edgard era el menor. Samuel Andrew fue el primer administrador de la estancia El Durazno, sucediéndole en tal cargo, luego de su muerte, su hijo Wilfred. Parte de la familia de Edgard ahora reside en Villa General Belgrano

En 1911, cuando su madre se despidió de Edgard en la estación ferroviaria de Río Cuarto porque viajaba a Inglaterra para estudiar ingeniería mercantil, tenía apenas 16 años, uno más que Josefina Cowan, su novia y futura esposa. Próximo a partir para Estados Unidos, recibió una carta de ella, en la que le avisaba que estaba en viaje desde Buenos Aires a Inglaterra para verlo. Resignado a perder la oportunidad de reencontrase con ella y terminar de formalizar su relación, le escribe descorazonado desde Bournemouth, Inglaterra, dos días antes de partir con el Titanic, el 8 de abril de 1912: "No puede imaginarse cuánto siento el irme sin verla y tengo que marchar y no hay más remedio".

Ambos eran hijos de inmigrantes ingleses. Los Andrew se habían radicado en el sur cordobés hacia 1860. Los Cowan llegaron poco después, en lo que hoy es Belgrano, entonces provincia de Buenos Aires, y luego parte de la Capital Federal. Edgard, al igual que sus siete hermanos, y al igual que Josey (así llamaban a Josefina en la familia), a los 16 años viajaba solo a Inglaterra a conocer el país de sus padres y estudiar.

La carta extrañamente premonitoria de Edgard, que sobrevive detrás de un vidrio enmarcado en una casa de Martínez, en la zona norte de la provincia de Buenos Aires, dice en su tercer párrafo: "Figúrese Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada de orgulloso, pues en estos momentos desearía (sic) que el Titanic estuviera sumergido en el fondo del océano". Edgard escribió eso en Bournemouth, al sur de Inglaterra, el 8 de abril de 1912. Cuatro o cinco días más tarde, para su desgracia también él iba a estar en el fondo del océano junto al Titanic.

El hermano mayor de Edgard, Silvano Alfred, había sido el primero de los Andrew en dejar la estancia para estudiar en Inglaterra. Pasó un año en Whitby y más de seis años en Stockton, en cuyo instituto técnico estudió ingeniería naval y se convirtió en un experto constructor de barcos. Cuando volvió a Buenos Aires ingresó en la marina. En 1911, Alfredo, a los 28 años, fue enviado a Estados Unidos, a pedido del almirante Manuel Domecq García, para inspeccionar la construcción de barcos de guerra argentinos. Primero, estuvo en Quincy (Massachusetts), Massachusetts, donde se fabricaba el buque Rivadavia. Después, fue a Nueva Jersey, donde se construía el acorazado Moreno. En 1912 se enamoró de una viuda rica bastante mayor que él llamada Harriet Fisher, de cuya mano abandonaría la carrera militar y la ciudadanía argentina para destacarse como ejecutivo en la industria mecánica, convirtiéndose en director de la firma "Fisher & Norris Anvil Works", que era proveedora del Departamento de Defensa de los Estados Unidos. Alfredo invitó a su hermano Edgard -a quien le llevaba 12 años- a su casamiento en Trenton, Nueva Jersey, e incluso lo invitó a vivir con él. Probablemente Edgard pensaría que al lado de su hermano mayor, al que admiraba, iba a aprender más de ingeniería naval que en los rígidos institutos ingleses. Probablemente también soñase con hacer en Estados Unidos una vida más holgada, que no lo atara a las remesas de su padre, Samuel Andrew, administrador de la estancia El Durazno, quien le giraba con escasa frecuencia desde Río Cuarto, Córdoba, Argentina.

Lo que selló el destino de Edgard fue una huelga del gremio del carbón. Su pasaje a Nueva York en el buque Oceanic, que iba a zarpar el miércoles 17 de abril de 1912 se convirtió en papel inútil cuando la White Star Line canceló el viaje. Como no era recomendable que se demorara la salida del Titanic y el carbón no llegaba a Southampton, la compañía naviera utilizó todo el combustible que tenía en otros buques y lo concentró en la estrella del momento, el Titanic, en su viaje inaugural.

Edgard fue a las oficinas de la White Star Line y cambió su boleto para el Titanic, mucho más caro, asumiéndose como miembro de la incipiente clase media argentina. Desechó la tercera clase, ni pensó en la primera, y pagó las 12 libras que le exigieron por su litera en la segunda clase: para él un dineral. Cuando navegaba hacia Cherburgo, primera escala, a Edgard se le ocurrió comprar en la peluquería una postal del barco para enviársela a la estancia El Durazno a su hermano Wilfred. La escribió en el salón de lectura y, por fin, la despachó desde Queenstown, Irlanda, el último puerto antes de cruzar el océano. Esa postal, que hoy se conserva en manos del riocuartense Roberto Pasoli, nieto de Wilfred Andrew, dice: "Desde este colosal barco tengo el placer de saludarte. Hoy llegaré a Irlanda, donde pasaré unas pocas horas. Yo lo estreno en su primer viaje a este gran buque. Firmado: Edgard". Wilfred, como Josey, recibió la correspondencia un mes después.

Edwina Troutt, apodada Winnie, una maestra oriunda de Bath, Inglaterra, tenía 27 años cuando recibió el chaleco salvavidas la noche del hundimiento de parte de su compañero de mesa argentino. El naufragio le dejó grandes trastornos emocionales y durante casi 40 años no habló del tema. Pero después se convirtió en una celebridad, en buena medida como sobreviviente del Titanic. Se casó tres veces, pasó casi toda su vida en California, y murió en 1984, cinco meses después de cumplir cien años y un año antes de que los restos del Titanic hundido fueran hallados.

Edgard era diez años menor. Había entre ellos una relación de compañerismo cimentada a partir de Southampton -donde ambos tomaron el Titanic por no poder abordar el Oceanic- en la intensa convivencia de la vida a bordo. Con Winnie, Edgard ejercitó por última vez la cortesía. Entre los hermanos, los sobrinos y los sobrinos nietos de Edgard siempre se dijo que él le cedió su chaleco salvavidas a ella y que después se arrojó al agua. Su cuerpo nunca fue hallado. Winnie confirmó la versión familiar cuando comenzó a hablar en público sobre la tragedia. Dijo que el pasajero argentino tenía colocado ya su chaleco y viéndola a ella desesperada, se lo cedió para después arrojarse al mar.



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