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El Buen Pastor (Murillo)



¿Dónde nació El Buen Pastor (Murillo)?

El Buen Pastor (Murillo) nació en Madrid.


El Buen Pastor, es un óleo sobre lienzo de 123 x 101 cm realizado por el pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo alrededor del año 1660, perteneciente a la escuela española del Barroco. Se encuentra en la colección permanente del Museo del Prado (Madrid) y está inventariada con el núm. P00962.

La pintura de El Buen Pastor fue comprada, junto con otras, en 1744 por la reina Isabel de Farnesio a los herederos del cardenal y presidente del Consejo de Castilla Gaspar de Molina y Oviedo procedente de la antigua colección que dicho cardenal poseía.[1]​ El cuadro fue agrandado para poder mostrarse como pareja del San Juan Bautista Niño y destinado al Palacio de la Granja de San Ildefonso en 1746, pasando posteriormente al Palacio de Aranjuez donde aparece en dos inventarios de 1747 y 1774,[nota 1]​ y de allí fue llevado al Palacio Real de Madrid en el que permaneció entre 1814 y 1818 hasta su llegada al Museo del Prado en 1819, donde sigue formando pareja en su exposición con el San Juan Bautista Niño.[2]

Del viejo tema del Buen Pastor, interpretado por Murillo en versión infantil, se conocen tres versiones:

Fernando de la Torre Farfán describió un trío de cuadros realizados por Murillo en un altar efímero colocado en la plazoleta enfrente de la iglesia de Santa María la Blanca de Sevilla, y cuyos trabajos fueron costeados por el canónigo Justino de Neve, amigo de Murillo e impulsor de las obras de dicho templo. El edificio antiguo medieval quedó transformado en un espectacular templo de estilo barroco, su conclusión en 1655 se celebró con solemnes fiestas y organización de procesiones, con el levantamiento de arcos de triunfo y altares efímeros en todo el recorrido donde debían de pasar los reyes y su séquito. Torre Farfán describió todos los festejos así como la iglesia y los decorados instalados en la plaza situada ante el templo, donde según el cronista:[4]

Estas dos obras de los pastores fueron dados como los que figuraban en el Museo del Prado en el catálogo de Madrazo de 1910 con el núm. 962 y 968. Según la descripción de El Buen Pastor parece que en realidad es el correspondiente a la versión de Londres.[4]

Hacia el año 1660, Murillo ya era un pintor reconocido, en esta obra introduce efectos de luz brillantes que iluminan los personajes centrales, –en piramidal Jesús y la oveja–, consigue una cara nítida. Las líneas de composición verticales y horizontales rotas por la diagonal del bastón o cayado de pastor y de su pierna izquierda marcan un paralelismo con lo que rompe el simetrismo y refuerza el efecto cuadriculado que da el resto de la composición. El paisaje del fondo deja entrever unas arquitecturas de líneas rectas, mientras que el resto del rebaño casi se desvanece en la parte derecha del espectador entre las nubes del cielo pintadas de forma vaporosa. En la esquina derecha inferior se encuentra marcada con una flor de lis que corresponde a la señal que demuestra la pertenencia de dicha obra a la colección de Isabel de Farnesio.[5]​ Forma parte de la serie de temática infantil de carácter religioso, dulce, delicada y sin dramatismo, de acuerdo con la mentalidad contrarreformista propia de la época de mediados del siglo XVII en España. [6]​ Esta obra de carácter sencilla, de plástica llana y accesible al pueblo en general,[2]​ ha sido muy popularizada gracias a las múltiples estampas de devoción, grabados y láminas que de ella se han hecho.[7][8]

La composición estuvo preparada por previos dibujos, uno de ellos el Buen Pastor se encuentra también en el Museo del Prado.[9]​ Como era habitual, muchos artistas se inspiraban en obras de otros, sobre todo en grabados, así Ceán Bermúdez fue de los primeros en comparar esta obra de Murillo con un grabado de Stefano della Bella, que había sido publicado en una edición de las Metamorfosis de Ovidio.[10]

En la ficha 864 del catálogo del museo del Prado por Pedro de Madrazo y Kuntz de 1872, con el nombre de El niño Dios, pastor se describe:

En tiempos paleocristianos la imagen del Buen Pastor ya era utilizada como figura de Cristo que salva y cuida a sus ovejas, e incluso también como una alegoría de la eucaristía.[11]​ El tema empleado por Murillo debe su inspiración al texto del Evangelio de Juan (10, 11-14) en el que Jesucristo se presenta como el Buen Pastor que conoce a sus ovejas por sus nombres y da su vida por ellas: «Yo soy el Buen Pastor. El Buen Pastor da su vida por las ovejas». Madrazo opinaba que la oveja que se encuentra en primer término en la que Jesús apoya su mano izquierda, haría referencia a la parábola de la oveja perdida del Evangelio de Mateo (18, 12): «Si uno tiene cien ovejas y se le extravía una, ¿no dejará en el monte las noventa y nueve restantes e irá en busca de la extraviada?».[12][13]



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