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Endoglina



La endoglina es una glucoproteína de membrana tipo I localizada en la superficie de la célula formando parte del complejo receptor del TGF-beta. Esta proteína consiste en un homodímero de 180 kDa con puentes disulfuro.[1]​ Se ha encontrado en células endoteliales, macrófagos activados, fibroblastos y células de músculo liso.

La endoglina forma parte del complejo que conforma el receptor de TGF-beta 1. Por ello, podría estar implicada en la unión al receptor de diversas moléculas como TGF-beta 1, TGF-beta 3, activina-A, BMP2 y BMP7. Además de estar implicada en la ruta de señalización del TGF-beta, la endoglina podría tener otras funciones. Se ha postulado su posible implicación en la organización del citoesqueleto afectando a la morfología y a la migración celular.[2]​ La endoglina también tiene un importante papel en el sistema cardiovascular así como en la remodelación vascular. Su expresión es regulada durante el desarrollo del corazón. En experimentos llevados a cabo con ratones knockout que no poseen el gen de la endoglina se ha observado que mueren debido a anomalías cardiovasculares.[2]

En humanos, la endoglina parece estar implicada en un desorden autosómico dominante conocido como telangiectasia hemorrágica hereditaria tipo 1.[1]​ Esta enfermedad se caracteriza por sangrados de nariz frecuentes, telangiectasia de la piel y las mucosas, pudiendo causar malformaciones arteriovenosas en diferentes órganos, incluyendo el cerebro, los pulmones y el hígado.

Los niveles de endoglina se han visto incrementados en mujeres embarazadas que finalmente desarrollan preeclampsia.[3]

La endoglina ha demostrado ser capaz de interaccionar con:



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