Un espacio confinado o recinto confinado es aquel que dispone de aberturas de entrada reducidas, una ventilación natural desfavorable y no está concebido para permanecer en su interior. Por ello, puede presentar una atmósfera irrespirable y albergar gases, vapores o partículas tóxicas o inflamables. Un ejemplo sería un depósito cerrado, con una concentración deficiente de oxígeno, al que se accede por mantenimiento.
Aunque la definición precisa pueda variar según la normativa local o el sector, de forma general se considera que:
Las arquetas, alcantarillas, galerías de servicios, patinillos, bodegas de barco, aljibes, pozos, fosas sépticas, salas subterráneas de transformadores, depósitos, reactores, calderas, hornos, conductos, cisternas de transporte, silos y palas de aerogeneradores son ejemplos de espacios confinados.
Aunque el término suela asociarse a recintos cerrados, no deben olvidarse aquellos parcial o totalmente abiertos, en los que se identifiquen los mismos riesgos, tales como balsas de residuos, purines, fangos de EDAR, vertederos..., que presentan atmósferas deficientes en oxígeno y con gases producidos por reacciones anaerobias: metano, dióxido de carbono, monóxido de carbono, hidrógeno, sulfuro de hidrógeno, amoniaco, benceno...
Además de por sus características geométricas (abiertos o cerrados) los espacios confinados suelen clasificarse en tres clases y categorías atendiendo respectivamente a sus riesgos o procedimientos de trabajo:
Los accidentes en espacios confinados son especialmente relevantes en el ámbito de la Seguridad Industrial dada la exposición a riesgos muy graves tanto por parte del accidentado como del equipo de rescate. En el sector industrial, la segunda forma de accidentes mortales más frecuente es por ahogamiento y sepultamiento (12,4 % de los accidentes en España en 2013).
NIOSH (The National Institute for Occupational Safety and Health) estima que dos tercios de los accidentes mortales en espacios confinados se deben a atmósferas peligrosas, que en el 70 % de los casos estaban antes de iniciar los trabajos. Además, el hecho de que muchos accidentes ocurran durante el desempeño de trabajos no programados o imprevistos (v.g. resolución de averías, atención de urgencias...) que suele acompañar una planificación insuficiente (permisos de trabajos, instrucciones, cualificación, etc.), agrava notoriamente los riesgos propios de un espacio confinado.
Por último cabe destacar que el 60 % de los fallecidos son rescatadores intentando salvar a un accidentado inconsciente, lo que demuestra la relevancia en la planificación y entrenamiento en planes de rescate.
OSHA (Occupational Safety & Health Administration) considera que una atmósfera es segura si reúne las siguientes condiciones en cuanto a su composición:
(De manera excepcional, dichos límites podrían sobrepasarse en operaciones de rescate o de instalación de equipos de ventilación, durante breves períodos de tiempo, siempre que se midan las concentraciones en tiempo real y se utilice protección respiratoria y otros equipos de protección individual requeridos.)
Además de las mediciones de calidad atmosférica, algunas medidas preventivas adoptadas al ejecutar estos trabajos son:
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