Godos es una localidad y pedanía del municipio de Torrecilla del Rebollar situado en la comarca del Jiloca, en la provincia de Teruel, comunidad autónoma de Aragón, en España. Cuenta con unos 77 habitantes.
Está situado en la comarca del Jiloca, a 20 kilómetros de su capital (Calamocha) y a 121 Kilómetros de Zaragoza, en una de las partes más altas del Valle del río Jiloca, a 1.144 metros de altitud.
En cuanto a la vegetación típica de la zona, al ser zona mediterránea, podemos encontrar matorrales, bosques de encinas y rebollos (en desaparición), pinos negros,… la tierra es arcillosa, y podemos encontrar grandes laderas de yeso. Así lo recogía Madoz, en el primer tercio del siglo XIX, hablando del término de Godos: "bueno, casi todo de secano, parte arcilloso, parte de guijo, con porción de tierra blanca y un monte muy abundante de estepa y rebollo".
El clima es suave en verano e inviernos fríos con temperaturas por debajo de los cero grados, los otoños y las primaveras lluviosos (aunque hoy en día ya no se puede decir lo mismo).
La agricultura practicada en Godos es principalmente de secano, trigo, cebada y avena. Estos cereales son vendidos a la cooperativa Valhondo, primeramente pesados en la báscula, y después son molidos en Calamocha, en la antigüedad existía un molino en el pueblo, pero ahora ya no y se ha adaptado su uso como peña (para más información, leer punto 4: fiestas, costumbres y gastronomía). Además de estos cultivos, antiguamente se cultivaba la vid, cáñamo y azafrán.
Sus condiciones climáticas y de vegetación permiten el nacimiento de setas, como las de cardo (pleurotus eryngi), los rebollones, o algunas no tan conocidas como la trompeta de los muertos (craterellus cornucopioides), la trompeta naranja (chantarelus lutcenses), la seta de Mayo o de San Jorge, y como no, la seta de los césares, la Amanita Caesaria además de muchas otras.
La ganadería se basa en el ganado ovino, una granja de conejos y gallinas, además de más aves de corral.
La caza es una tradición que en este pueblo pasa de padres a hijos, hay dos temporadas, la de caza menor (perdices, codornices, liebres,…) y la de caza mayor (jabalí, corzos,…). Todos los jueves y viernes temprano se sale a cazar estos ejemplares.
Si hablamos un poco del pasado, podemos encontrar alguna tienda de comida, que hoy en día no hay ninguna, y el pan viene cada dos días o tres con una furgoneta a venderlo, al igual que un todo a cien, frutería y supermercado (todos en furgonetas), la única “tienda que encontramos es un bar perteneciente a la asociación cultural santa Elena. Encontramos también una consulta médica que abre una vez por semana. Además antes había dos posadas, y vivían 300 personas, no como hoy en día.
Perteneció a Daroca, ya figuraba en los diezmos y primicias que en 1205 tributaban a la iglesia de Santiago de Daroca. En 1711 era aldea, lugar hasta 1785 y ayuntamiento desde 1834. Después perteneció a Segura de Baños, Montalbán y desde 1965 al de Calamocha y Torrecilla. Hoy es uno de los 57 núcleos de población que forman la comarca del Jiloca.
En el año 1248, por privilegio de Jaime I, este lugar se desliga de la dependencia de Daroca, pasando a formar parte de Sesma de Barrachina en la Comunidad de Aldeas de Daroca, que en 1838 fue disuelta.
Fue lugar de refugio en la guerra de los Pedros, padeció epidemias y enfermedades que diezmaron su población. Sabemos que en 1373 se registraron 36 moravedís, 60 en 1387, en 1400 había 48 casas, 18 fuegos en 1495, 1523 y 1609, 61 en 1646, 74 vecinos en 1713, 100 en 1797. Madoz señala a mediados del XIX que contaba con "66 casas en 4 calles y una plaza ... con 50 vecinos y 202 almas". A comienzos del s. XX eran 308 habitantes que más o menos se mantuvieron hasta 1950, pero en 1981 eran ya sólo 86 y 70 en 1984.
También perteneció a la orden del Santo Sepulcro.
En 1333 fue lugar de encuentro del rey Alfonso IV con su consejero Martín Garcés de Marcilla y el caballero turolense Lope de Concud, quien le advirtió de las intrigas, que tramaban contra él, la reina Leonor de Castilla.
Sufrió las guerras carlistas, y en 1839 el general Espartero obligó a desalojar algunas tropas carlistas atrincheradas en Godos.
En la guerra civil durante bastante tiempo estuvo en medio de la frontera entre las tropas republicanas y las de Franco.
Debido a la escasa población del pueblo, no hay muchos personajes ilustres, pero en este trabajo no se puede no nombrar al hijo ilustre por excelencia de Godos, Álvaro Ibáñez Lázaro, un Mártir cristiano.
También conocemos la existencia de Fr. Joaquín de Godos, laborioso capuchino que vivió entre el s. XVII y XVIII, o el padre del escritor Benjamín Jarnés, Pedro Jarnés Aznar, que pasó los últimos años de su vida en Godos donde fue enterrado en 1907 y a cuyo sepelio, naturalmente, asistió su hijo.
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