Santa María de Taüll es una iglesia románica en la localidad catalana de Taüll, situada en el Valle de Boí (provincia de Lérida, España).
Pertenece al grupo de Iglesias románicas catalanas del Valle de Bohí, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Se encuentra en el centro del casco viejo de Taüll. A unos cientos de metros al sureste, justo a la entrada del pueblo, se halla la iglesia de San Clemente. Ambas fueron erigidas al mismo tiempo y consagradas en 1123. Durante el siglo XVIII, Santa María fue la única parroquia de Taüll, mientras que San Clemente ejercía de capilla del cementerio moderno, pero en los siglos anteriores ambas iglesias habían compartido parroquialidad.
Como el resto de iglesias del Valle de Bohí, la de Santa María de Taüll fue objeto de venta y canje, el año 1064, por los condes de Pallars Sobirá, Artau I y su esposa Llúcia, a los condes de Pallars Jussá, Ramón IV y su esposa Valença, junto con el castillo de Erill y otras posesiones.
La primera mención específica de la iglesia es del 1123: el 11 de diciembre fue consagrada por el obispo Guillem de Roda-Barbastro, justo un día después de haber consagrado San Clemente de Taüll, iglesia con la cual compartió parroquialidad durante casi toda la Edad Media.
Todavía hay que contar una tercera iglesia, en Taüll: San Martín, que fue, posiblemente, la primitiva parroquia. Taüll, pues, llegó a disponer, en el mismo casco urbano, de tres iglesias, lo que habla por sí solo de la importancia del poblamiento en el valle en aquellos tiempos.
En la Baja Edad Media, y por el hecho de pertenecer al conde de Pallars, el Valle de Boí pasó al obispado de Urgell, donde gozaba de un régimen especial, ya que el conjunto de parroquias era regido por un conjunto de co-rectores, que llegaron a ser ocho en algunas épocas. Estos co-rectores debían ser hijos de la Vall de Boí. El santuario de Caldes de Boí ejercía de centro coordinador de las parroquias del valle.
Esta iglesia sufrió varias reformas en siglos pasados que la desfiguraron totalmente por dentro. Las columnas que soportan los arcos fueron engullidas por unos muros, que se levantaron como división para formar las capillas entre contrafuertes, dejando la planta con una sola nave. En la nave transversal se abrió una cúpula y el absidiolo del lado sur se convirtió en sacristía. Los ábsides y las paredes, que estaban decorados con pinturas románicas murales, fueron revestidos de blanco. En los años 1990 los trabajos de restauración le devolvieron su primitiva estructura, dejando libres las columnas que soportan los arcos y dividen las naves y rematando el techo con cubierta de madera a dos aguas. Las pinturas del ábside y de las paredes se conservan en Museo Nacional de Arte de Cataluña.
El exterior muestra una iglesia románica con decoración lombarda en sus ábsides. La torre se alza incluida en el edificio, a los pies y en la nave norte. Es de destacar la inclinación divergente que presentan una y otra. La planta de la iglesia es basilical, con tres naves y tres ábsides, siendo los laterales más pequeños. La decoración externa es lombarda, de arcos ciegos, muy simple y elegante. Es una construcción que sigue el estilo rural de las iglesias del valle de Boí.
Las fachadas oeste, norte y sur no tienen ningún tipo de ornamentación. Son perfectamente lisas, pero muestran un aparejo muy regular, hecho con sillares medios muy bien dispuestos en hiladas regulares.
La torre del campanario, un poco torcida, no está exenta, como la de San Clemente, pero sigue exactamente el mismo modelo, por lo que su descripción es prácticamente la misma. Es alta y esbelta, como todas las torres lombardas levantadas en el valle de Boí. Corresponde al grupo de torres contemporáneas de las italianas edificadas en el siglo XII, que se construyeron mucho más elegantes que las de la etapa anterior.
Consta de cinco pisos asentados sobre un zócalo macizo bastante alto. En las cuatro caras de cada piso se repite la misma decoración y el mismo número de ventanas. En el zócalo hay una sola ventana más cinco arcos ciegos. En los otros pisos varía el número de ventanas, separadas por columnas, los capiteles de las cuales están dispuestos perpendicularmente al muro de la torre. Los tres últimos pisos llevan, a manera de imposta, una decoración como la de los ábsides.
Toda la iglesia estuvo decorada con pinturas murales (en los ábsides, los muros y las columnas), que fueron resistiendo en parte el paso del tiempo.
En 1907, Santa María de Taüll fue uno de los lugares por donde pasó la Misión Arqueológica-jurídica a la raya de Aragón, organizada por el Instituto de Estudios Catalanes, con la misión de proteger el patrimonio artístico catalán. El equipo estaba formado por Josep Puig i Cadafalch, Guillem Marià Brocà, Josep Gudiol, Josep M. Goday y Adolf Mas.
Unos años después, los eruditos decidieron despegar estas pinturas de su lugar de origen y llevarlas al Museo Nacional de Arte de Cataluña, donde quedan protegidas. Hay que decir que corrían peligro de ser vendidas y exportadas a Estados Unidos. De hecho, una figura de María se conserva desde 1925 en Fogg Art Museum de la Universidad de Harvard. En algunos tramos de la pared y del ábside central se hizo una reproducción de dichas pinturas, para que el visitante pueda tener una idea in situ.
Varios historiadores de arte, tras estudiar estas obras, han llegado a la conclusión de que, al igual que en San Clemente, sus autores son dos artistas diferentes, pero contemporáneos entre ellos. Debieron trabajar sobre 1123, año en el que se consagraron ambas iglesias.
Este monumento es muy importante para la historia y el arte románico.
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