Un lavavajillas, lavaplatos o lavatrastes es un aparato electromecánico para limpiar los restos de la comida de la vajilla, cubertería, cristalería y utensilios de cocina. Se encuentra en restaurantes y también en domicilios particulares. El término «lavavajillas», a secas, no debe ser utilizado para referirse a un líquido lavavajillas, que es efectivamente un producto que se utiliza para lavar la vajilla, pero para lavarla a mano y no a máquina.
Los lavavajillas utilizan la circulación de agua a una alta temperatura (50-70 grados Celsius) y detergentes muy fuertes (la mayoría, demasiado alcalinos para exponerlos a la piel) para conseguir este efecto de limpieza. El lavavajillas es un aparato que proyecta agua sobre la vajilla, ya sea agua con detergente, al principio, o pura al final para aclarar. Muchos tienen también producción de calor para secar los utensilios después de lavados. Además, al final del ciclo de lavado, añaden un producto llamado abrillantador, que evita que los utensilios, en particular copas y vasos de vidrio, queden con manchas al terminar el lavado, especialmente cuando se trata de aguas duras (con alto contenido en sales disueltas). Hay que tener cuidado con este producto, pues es un antiespumante y no debe usarse con vasos o copas que vayan a contener líquidos con espuma, muy señaladamente copas de cava o champagne y, en menor medida, vasos para cerveza.
El lavavajillas cuenta con una o más bandejas deslizantes en las que se coloca la vajilla. Fabricadas en plástico o metal, suelen estar diseñadas para introducir el mayor número de elementos: los platos apoyados en soportes verticales, los vasos en una cubeta, etc. También cuentan con un filtro que retiene los restos más gruesos y debe ser limpiado periódicamente. En los modelos más nuevos, se sustituye este filtro por una trituradora, por la cual se hace pasar el agua, de manera que se eliminan los restos de comida sin necesidad de tener que limpiar un filtro.
Hay en el mercado aparatos con doble toma de agua, para fría y para caliente (lavavajillas bitérmicos), el programador toma de una u otra según sea necesario. La ventaja es que los ciclos de lavado son más cortos, puesto que no es necesario el tiempo de calentamiento o, al menos, es más corto. Si el calentamiento del agua doméstica se hace con una energía distinta de la electricidad, además es más barato, y todavía más cuando el agua se calienta por medio del sol.
Las primeras noticias de un aparato mecánico para lavar platos son de una patente de 1850 de Joel Houghton para un aparato accionado manualmente.
Los lavavajillas modernos proceden del invento de 1886 de Josephine Cochrane, también manual, que presentó en la Exposición Mundial Colombina de Chicago de 1893. Josephine era bastante rica y era la nieta de John Fitch, el inventor del barco de vapor. Ella nunca lavaba los platos pero lo inventó para que su servicio no dañara su vajilla de porcelana china.
Los modelos empalmados permanentemente a una instalación suministro de agua llegaron en los años 1920 y los elementos de secado fueron agregados en 1940. La adopción del electrodoméstico se hizo primero en establecimientos —bares y restaurantes— pero a partir de los años 1970 se popularizó también en los hogares.
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