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Mirmidones



Los mirmidones (en griego, Μυρμιδόνες) eran un antiguo pueblo de la mitología griega que poblaban la Ftía o la Hélade,[1]​ en la Tesalia meridional.

Según cuenta la tradición y las leyendas de la Antigua Grecia, eran un pueblo valiente y con guerreros muy capaces, sumamente conocidos en sus tiempos. Su legado quedó inmortalizado gracias a la reputación que fueron recogiendo en batallas por Grecia y a las acciones que protagonizaron en la legendaria Guerra de Troya, donde según describe Homero en el poema épico de la Ilíada, combatieron bajo las órdenes directas del héroe Aquiles.

Según la obra de carácter histórico de Estrabón, los mirmidones se dieron ese nombre, «hormigas», debido a motivos puramente geográficos y físicos que plasmaban el carácter de su tierra de procedencia:

En primer lugar, porque la zona de Tesalia meridional era árida y pedregosa, adaptándose a ella como simples ''hormigas''. Y en segundo lugar, para poder labrar los campos tradicionalmente habían tenido que retirar los sedimentos y pedruscos más duros de las tierras donde moraban, formando así para aquellas complejas labores larguísimas cadenas humanas como hacen las ''hormigas'', y accediendo así a la riqueza de la dura zona de la cual procedían.

Según las tradiciones de la mitología e historiografía griega antigua, los mirmidones eran descendientes directos del rey Mirmidón, soberano de la región de Ftiótide, Dicho monarca a su vez se decía que descendía de Zeus y de una princesa llamada Eurimedusa, atribuyéndose así un legado divinizado. Como cuentan las leyendas, para alcanzar la conquista de la bella princesa el dios se transformó en una hormiga.

Otra versión de carácter mítico es la contada por el poeta romano Ovidio en su poema Las metamorfosis: La obra expone que cuando la ciudad de Egina quedó casi despoblada tras una plaga enviada por la diosa Hera, el rey Éaco (regente de la ciudad y padre de Peleo) le rogó a Zeus que repoblara la ciudad. Respondiendo a las súplicas del monarca, se cuenta que entonces Zeus convirtió a las hormigas que había dentro de un roble en humanos para repoblar la desolada ciudad de Egina.



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