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Ojos simples



Los ojos simples u ocelos son pequeñas estructuras fotorreceptoras presentes en muchos animales, que funcionan como órganos de la visión. El término ocelo procede del latín oculus (ojo) y literalmente significa "ojito".

En los insectos existen dos tipos de ocelos: los ocelos dorsales o simples que se encuentra en las formas adultas de muchos tipos de insectos y los ocelos laterales o stemmata, que existen solamente en las larvas de algunos órdenes. Ambos tipos son muy diferentes estructural y funcionalmente.

Los ojos simples de otros animales como los cnidarios (pólipos y medusas) también son llamados ocelos, pero su estructura y anatomía es totalmente diferente a la del ocelo dorsal de los insectos.

La mayoría de los insectos tienen un par de ojos compuestos relativamente grandes, localizados dorso-lateralmente en la cabeza. Cada ojo compuesto está formado de un cierto número de unidades llamadas omatidios.

En adición a los ojos compuestos, la mayoría de los insectos posee tres ojos simples u ocelos localizados en la parte superior de la cabeza, entre los ojos compuestos.

El número forma y función de los ocelos dorsales de los insectos es muy variable. Tienden a ser mayores en los insectos voladores, sobre todo abejas, avispas, libélulas y saltamontes.

Lo más frecuente es que estén presentes en número de tres, dos laterales y uno central, en algunos insectos terrestres como las cucarachas solo existen los dos laterales, estando ausente el central. Téngase en cuenta que estos ocelos laterales son del tipo dorsal y no deben confundirse con los ocelos laterales llamados stemmata que se presentan en algunas formas larvarias.

La estructura de un ocelo dorsal consta de una lente (córnea) y una capa de células fotorreceptoras (bastones). La lente puede estar fuertemente curvada como en las abejas, saltamontes y libélulas o ser plana como en las cucarachas. La capa de células fotorreceptoras puede estar situada inmediatamente tras la lente o separada de ella por un espacio (humor vítreo). El número de células fotorreceptoras también es muy variable, oscila entre varios cientos y algunos miles para los ocelos bien desarrollados.

Existen dos características notables de los ocelos que están presentes en la mayor parte de los órdenes de insectos:

Estas dos cualidades han llevado a la conclusión de que los ocelos son incapaces de distinguir las formas y que su función consiste en detectar la presencia de luz y su intensidad.

La gran apertura de la lente y su pequeña capacidad de refracción, así como la convergencia de la información generada en pocas neuronas, hacen concluir que los ocelos son más sensibles a la luz que los ojos compuestos. Además el pequeño número de conexiones nerviosas entre las células receptoras y los músculos efectores y el gran tamaño de las neuronas del ocelo que muchas veces son las mayores del sistema nervioso del animal, inducen a creer que la respuesta que proporcionan es más rápida que la del ojo compuesto.[1]

Una de las teorías existentes sobre la función de los ocelos, supone que son utilizados para mantener la estabilidad del vuelo. Se han demostrado correcciones en el vuelo como respuesta a la luz en langostas[2]​ y libélulas.[3]



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