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Oliverio Girondo



¿Qué día cumple años Oliverio Girondo?

Oliverio Girondo cumple los años el 17 de agosto.


¿Qué día nació Oliverio Girondo?

Oliverio Girondo nació el día 17 de agosto de 1891.


¿Cuántos años tiene Oliverio Girondo?

La edad actual es 133 años. Oliverio Girondo cumplió 133 años el 17 de agosto de este año.


¿De qué signo es Oliverio Girondo?

Oliverio Girondo es del signo de Leo.


¿Dónde nació Oliverio Girondo?

Oliverio Girondo nació en Buenos Aires.


Octavio José Oliverio Girondo, conocido como Oliverio Girondo (Buenos Aires, 17 de agosto de 1891 - Ibid., 24 de enero de 1967) fue un poeta argentino, vinculado a la vanguardia porteña de los años 1920. Fue esposo de la escritora Norah Lange.

Nació en Buenos Aires el 17 de agosto de 1891, en el seno de una familia de buena posición, en la casa de la calle Lavalle 1035, hoy desaparecida. El buen pasar de su familia le permitió tomar contacto prontamente con Europa, donde vivió unos años con sus padres, estudiando en el Epsom College de Inglaterra y en el Colegio Albert Le Grand en Arcueil de Francia.[1]

De regreso a la capital argentina y concluídos sus estudios secundarios, comenzó a estudiar Derecho, acordando con sus padres no abandonar sus estudios mientras le dejaran volver a Europa en las vacaciones. Gracias a esto entabló relaciones literarias y amistosas con poetas y artistas del continente europeo, que le introdujeron en los diversos círculos de las nuevas corrientes estéticas, como el surrealismo, con la que entra en contacto gracias al poeta franco-uruguayo Jules Supervielle.[2]

En esos tiempos, sus lecturas predilectas eran los simbolistas franceses, los ensayos de Remy de Gourmont, Los raros de Rubén Darío y la filosofía de Nietzsche.[2]

En 1915 hizo una breve incursión como dramaturgo, estrenando el drama La madrastra, escrito en colaboración con Zapata Quesada. Juntos escribieron una segunda obra, La comedia de todos los días, que no llegó a estrenarse. Al año siguiente se recibió de abogado con su tesis Warrants agrícolas. Legislación argentina a su respecto. Juicio crítico sobre los mismos, si bien nunca ejerció.[1]

Entre 1920 y 1921 siguió viajando, recorriendo España, Francia, Italia, el norte de África y Brasil. La experiencia de todos estos viajes se plasmó finalmente en su primer poemario, Veinte poemas para ser leídos en el tranvía, editado en 1922 en Francia y con ilustraciones del mismo Girondo. Estos primeros poemas, llenos de color e ironía, superan el simple apunte pintoresco y constituyen una exaltación del cosmopolitismo y de la nueva vida urbana e intentan una crítica de costumbres.

La aparición de este libro, un año antes de Fervor de Buenos Aires de Jorge Luis Borges, los señaló como representantes de la vanguardia porteña de esos años, que se nuclearía en torno a las revistas Proa (1922) y Martín Fierro (1924 - 1927). El grupo, además de a Girondo y Borges, incluía a Evar Méndez, Samuel Glusberg, Jacobo Fijman, Xul Solar, Leopoldo Marechal, Raúl González Tuñón y Macedonio Fernández, la mayoría de ellos del Grupo de Florida, caracterizado por su estética elitista y vanguardista y que se reunía en la Confitería Richmond. Este grupo supuestamente mantuvo una confrontación literaria dialéctica con el llamado Grupo Boedo que, de raigambre más humilde, publicaba en la Editorial Claridad y se reunía en el Café El Japonés. Después de un nuevo viaje por España, donde conoció a Ramón Gómez de la Serna, publicó su segundo poemario, Calcomanías, en 1925.[2]​ Durante este tiempo visitó Chile, Perú, Cuba, México y Estados Unidos como representante de diferentes organismos vanguardistas.[1]

En 1926, en un almuerzo organizado por la Sociedad Rural en homenaje a Ricardo Güiraldes, conoció a la escritora Norah Lange, con quien se comprometió en 1934 y se casó en 1943.[1][3]

Tras el fin de la etapa de la revista Martín Fierro, siguió recorriendo diferentes países de Europa y el norte de África (Portugal, Francia, Italia, incluso Egipto, donde conoció las pirámides y navegó por el Nilo). Victoria Ocampo lo invitó a formar parte del Consejo de redacción de su revista Sur, pero Girondo rechazó la propuesta.

En 1932 publicó Espantapájaros, libro heterogéneo que contiene un caligrama, prosas poéticas y poemas en verso. Para promocionarlo, hizo una escultura de papel maché del "espantapájaros académico" que aparece en la portada de la primera edición, obra del ilustrador José Bonomi, la colocó en una carroza coronaria tirada por seis caballos, con aurigas y lacayos incluidos, y la hizo desfilar por la calle, a la vez que alquiló un local sobre la calle Florida donde se vendía el libro, atendido por atractivas muchachas. La campaña resultó un éxito, y el libro agotó la tirada de 5000 ejemplares en un mes.[2][1]​ La escultura hoy se conserva en el Museo de la Ciudad.

En 1933 Girondo se trasladó con Norah a su nuevo domicilio de la calle Suipacha 1444, en el barrio de Retiro, en la que fue su vivienda definitiva.[4]​ En esa casa organizaron una fiesta en ocasión de la publicación de la novela de Norah 45 días y 30 marineros, con su esposa disfrazada de sirena y los invitados de marineros.[5]​ Entre estos se encontraron los poetas Pablo Neruda y Federico García Lorca, quienes por esa época se hallaban en Buenos Aires y de quienes se hicieron amigos. En 1936 Girondo y Norah comenzaron a pasar sus veranos fuera de la ciudad, en una casa en el Delta del Paraná, bautizada como La recalada.[1]

En 1937 escribió dos artículos para La Nación sobre la situación política de Europa y publicó su única ficción en prosa, Interlunio, con aguafuertes de Lino Enea Spilimbergo, en la editorial Sur.[2][1]

En 1940 apareció Nuestra actitud ante el desastre, volumen que recoge artículos escritos sobre la Segunda Guerra Mundial, y dos años después publicó Persuasión de los días, su primer poemario en diez años. En 1946, concluida la guerra, publicó Campo nuestro, un extenso poema telúrico en el que canta a la pampa. Por esos años continuó efectuando viajes con su esposa, dentro y fuera del país.

A partir de 1950 comenzó también a pintar con una orientación surrealista, aunque nunca expuso sus cuadros. En 1953 publicó su último poemario, En la masmédula, obra en la que continuó trabajando en sus últimos años, ampliándolo en la edición de 1956 y la definitiva de 1963, todas editadas por Losada.[1]​ Por esta época se convirtió en referente de una nueva generación de poetas, como Enrique Molina (con quien tradujo Una temporada en el infierno de Arthur Rimbaud), Aldo Pellegrini, Olga Orozco, Francisco Madariaga, Mario Trejo o Alberto Vanasco.[2]

En 1961 sufrió un accidente automovilístico que lo dejó imposibilitado físicamente, a pesar de lo cual no dejó de trabajar. En 1962 grabó un disco leyendo veintitrés poemas de En la masmédula, para una antología sonora dirigida por Arturo Cuadrado y Carlos Mazzanti, siendo el único registro fonográfico que se conserva de Girondo.[1]​ Un año después publicó la edición definitiva de En la masmédula, con un total de treinta y siete textos. Realizó un último viaje a Europa con Norah en 1965, durante el cual se encontraron con Rafael Alberti y María Teresa León en Roma, a quienes conocían de sus años en Argentina, tras lo cual volvieron a Buenos Aires, donde Girondo murió el 24 de enero de 1967, a los setenta y cinco años. Su esposa Norah lo sobrevivió cinco años más. Ambos fueron sepultados en el Cementerio de la Recoleta.[6][1]

La obra de Oliverio Girondo constituye, a juicio de Enrique Molina, «una solitaria expedición de descubrimiento y conquista, iniciada bajo un signo diurno, solar, y que paulatinamente se interna en lo desconocido, llega a los bordes del mundo, una travesía en la que alguien, en su conocimiento deslumbrado de las cosas, siente que el suelo se hunde bajo sus pies a medida que avanza, hasta que las cosas mismas acaban por convertirse en las sombras, de su propia soledad».[7]​ En efecto, recorriendo su producción, es posible trazar un recorrido que va desde la mirada fascinada por el entorno hasta la indagación del propio yo, y de un deslumbrado optimismo a una introspectiva desazón.

La crítica divide la producción girondiana en tres períodos:

Algunos críticos relacionaron este último gesto vanguardista de Girondo con un libro igualmente desesperado, constructor y destructor del sentido: Trilce, del peruano César Vallejo. Sin embargo, para Molina, la obra de Girondo es aún más rupturista:

Entre medio de estas dos obras, Girondo publica un extenso poema, Campo nuestro. Es un texto que contrasta fuertemente con ambas, por su regreso a un estilo convencional, su temática telúrica y su tono bucólico. Se trata de un canto a la pampa, en una línea similar a la de Ricardo Güiraldes. Olga Orozco lo definió como «un intervalo de apaciguamiento, de melancolía y tierna serenidad», antes de penetrar «en las zonas de lo indecible, haciendo estallar todos los mecanismos del lenguaje y creando un universo nuevo, de nuevas entidades, de nuevas combinaciones, de nuevos significados».[10]​ Jorge Schwartz, por su parte, además de considerarlo un hiato en la producción girondiana, especula con un posible giro nacionalista que tendría que ver tanto con sentimientos provocados por la guerra en Europa como con sus orígenes aristocráticos y el surgimiento del peronismo.[8]

Poesía

Prosa



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