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Paradoja de Epiménides



La paradoja de Epiménides está relacionada con la filosofía y la lógica. Pertenece al grupo de las paradojas falsídicas[1]​ ya que aparenta autocontradecirse si se sigue un razonamiento, pero se puede mostrar que dicho razonamiento no es correcto.[2]

Epiménides fue un legendario poeta y filósofo del siglo VI a. C. a quien se le atribuye haber estado dormido durante cincuenta y siete años aunque Plutarco afirma que solo fueron cincuenta.

Se atribuye a Epiménides haber afirmado:

Sabiendo que él mismo era cretense, ¿decía Epiménides la verdad?

La paradoja de Epiménides, también puede sintetizarse en <Miento. Hablo.> Así lo propone Michel Foucault, en "El pensamiento del afuera".[3]​ En este sentido, la ficción tal como la conocemos, también queda a prueba.

Epiménides fue un filósofo y profeta religioso del siglo VI a. C. que, en contra del sentimiento general de Creta, propuso que Zeus era inmortal, como en la siguiente poesía:

Negar la inmortalidad de Zeus, entonces, fue la mentira de los cretenses.

La frase "Cretenses, siempre mentirosos" fue citada por el poeta Calímaco en su "Himno a Zeus", con la misma intención teológica que Epimenides:

La inconsistencia lógica de un cretense al afirmar que todos los cretenses son siempre mentirosos, puede no haber sido advertida ni por Epiménides, ni por Calímaco, quienes usaron la frase para enfatizar su afirmación de la inmortalidad de Zeus, sin ironía.

En el siglo I d. C., la cita fue mencionada por Pablo de Tarso como la palabra de "uno de sus profetas" Para ilustrar el comportamiento de los cretenses y los falsos maestros que existían ante la instauración de la iglesia primitiva. Pablo remarca así, la importancia del encargo que le es hecho a Tito (ver capítulo 1 de la Epístola a Tito).

Clemente de Alejandría, a finales del siglo II dC, al referirse a este pasaje, no indica que exista un problema interpretativo debido a una paradoja lógica en las palabras de Epiménides:

A principios del siglo IV, Agustín de Hipona reafirma la paradoja del mentiroso estrechamente relacionada en "Contra los académicos" (III.13.29), pero sin mencionar a Epiménides.»[4]

En la Edad Media, se estudiaron muchas formas de la paradoja del mentiroso bajo el encabezado de insolubilia, pero estas no se asociaron explícitamente con Epiménides.»[5]

Finalmente, en 1740, en el segundo volumen de Dictionnaire Historique et Critique, Pierre Bayle conecta explícitamente a Epiménides con la paradoja, aunque Bayle califica la paradoja de "sofisma".[6]

La paradoja de Epiménides ha sido discutida recientemente desde múltiples puntos de vista. El más relevante ha sido el análisis semántico de la paradoja.[7]

Todas las obras de Epiménides se han perdido, y se conocen solo a través de citas de otros autores. La cita de Cretica de Epiménides está dada por R.N. Longenecker, "Acts of the Apostles", en el volumen 9 de The Expositor's Bible Commentary, Frank E. Gaebelein, editor (Grand Rapids, Míchigan: Zondervan Corporation, 1976–1984), página 476. Longenecker, a su vez, cita a MD Gibson: 'Horae Semiticae X' '(Cambridge: Cambridge University Press, 1913), página 40, "en siríaco".

Una referencia indirecta a Epiménides en el contexto de la lógica aparece en "The Logical Calculus" de W. E. Johnson, Mind (Nueva serie), volumen 1, número 2 (abril de 1892), páginas 235–250. Johnson escribe en una nota a pie de página,

La paradoja de los epiménidos aparece explícitamente en la "Lógica matemática según la teoría de los tipos", de Bertrand Russell, en el "American Journal of Mathematics", volumen 30, número 3 (julio de 1908), páginas 222–262, que se abre con el texto siguiente:

En ese artículo, Russell usa la paradoja de Epiménides como punto de partida para las discusiones de otros problemas, incluyendo la paradoja de Burali-Forti y la paradoja ahora llamada paradoja de Russell. Desde Russell, la paradoja de Epiménides ha sido referenciada repetidamente en textos de lógica. Típico de estas referencias es Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle de Douglas Hofstadter, que otorga a la paradoja un lugar prominente en una discusión sobre la autorreferencia.

Antes de empezar, hay que aclarar que se establece que un mentiroso solo hace afirmaciones que son falsas. Esta definición es común en el estudio de la lógica, y es posible obtener esta paradoja con menos ambigüedad (aunque también demasiada complejidad) si se formula como Todos los cretenses son personas cuyas afirmaciones son siempre falsas.

Siguiendo esta definición, a primera vista parece que la afirmación se autocontradice, ya que Epiménides está afirmando que miente (ver la paradoja del mentiroso). Esto no es realmente cierto, ya que a pesar de que la afirmación no puede ser cierta, sí podría ser falsa. Si suponemos que es cierta, Epiménides sí está afirmando que, como cualquier cretense, está mintiendo, y por lo tanto la afirmación sería falsa, y alcanzaría una autocontradicción. Pero si suponemos que es falsa, no alcanzamos una contradicción, ya que si la afirmación Todos los cretenses mienten es falsa, significa que hay al menos un cretense, no necesariamente Epiménides, que dice la verdad. Por lo tanto, es perfectamente posible que la afirmación sea falsa, y esta afirmación no es una verdadera paradoja.[8]

Es una falsa paradoja, pues en realidad comete falacia en su primera proposición: todos los cretenses son mentirosos. Las proposiciones deben basarse en hechos demostrados, y esto en realidad no es un hecho probado, sino una indeterminación que hay que justificar como verdadera. No se puede empezar una argumentación sobre una proposición indeterminada. Se debe empezar por un hecho probado. Y sí sabemos que Epiménides es cretense (hecho probado) y dice serlo (hecho probado), por lo que debemos empezar el razonamiento por este lado:

Y de ahí se obtiene:

Para terminar planteando correctamente:

De ahí se puede volver a plantear la paradoja: "si Epiménides miente, es un mentiroso". Pero si aceptamos primeramente la definición de mentiroso como alguien que SIEMPRE dice mentiras, el planteamiento lógico desbarata una vez más la paradoja:

Y dado que es cretense, es falso que todos los cretenses siempre mientan.

En conclusión, esta falsa paradoja se basa en dos falacias: dar por probada una proposición sin estarlo, y una falacia léxica que hace confundir los conceptos "mentiroso" y "alguien que siempre dice mentiras". En puridad, no se puede afirmar que alguien "es" mentiroso; no es una esencia, sino un estado. Uno puede mentir, como Epiménides, pero también puede decir la verdad. Decir una mentira no te convierte en un mentiroso que siempre dice mentiras. Por eso es importante antes del razonamiento aclarar las definiciones: si ser mentiroso es alguien que miente ocasionalmente, o si es alguien que siempre miente. En el primer caso, si definimos "mentiroso" como alguien que miente en forma ocasional, la paradoja no es tal, sino que vuelve a ser una falacia con una conclusión falsa:


La conclusión no se puede inferir de las proposiciones. No se sabe si todos los cretenses son mentirosos ocasionales. Solo se sabe que Epiménides sí lo es.

Todos los cretenses son unos mentirosos, yo soy cretense, luego miento. Por lo que lo afirmado en esta frase es mentira, volviendo a mentir por cada morfema añadido.

Conceptos a valorar:

Para aclarar la paradoja, habría que aplicar lógica difusa,[9]​ estableciendo que dice la Verdad, dice una Mentira, o Ni fu ni fa.

Se quiere comparar la información

Ciudadano=Cretenses/Todos 'Esta división dará como resultado 1'

Se quieren contar Todos los Ciudadanos, y para eso se tiene que Calcular la Cuenta:

Ahora se compara la Cuenta de Mentiras con el valor de todos.



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