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Pedófilio



Los términos paidofilia y pedofilia se usan en las ciencias de la salud para referirse a una parafilia que consiste en la excitación o el placer sexual que obtiene una persona adulta al llevar a cabo actividades o al tener fantasías sexuales con niños (infancia y preadolescentes).[1][2][3]​ Aunque las niñas suelen comenzar el proceso de la pubertad a los 10 u 11 años, y los niños a los 11 o 12 años,[4]​ los criterios para la pedofilia se amplían al punto de corte para la prepubescencia que vendría rodeando las edades de 12 años para las niñas y 14 años para los niños.[2]

A partir de los 13 años para las niñas y 15 para los niños, hay casos extremadamente aislados de chicos que no han llegado a la pubertad aún, y no se tiene en cuenta en estudios sobre pedofilia, donde el rango de edad suele ir entre los 6 como edad mínima a los 14 como edad máxima. Los adultos atraídos por menores de 15 a 17 años son considerados efebófilos.

La pedofilia es un rasgo multifactorial de la personalidad, y se compone de aspectos mentales, institucionales, de actividad, de educación sexual, de violencia, de control de las pulsiones, etc. En este sentido, se suelen distinguir dos tipos de pedofilia: una primaria o esencial, muy arraigada en el sujeto, y otra secundaria (u otras), que aparecería motivada por factores circunstanciales.

Las conductas pedófilas son muy heterogéneas, desde casos inofensivos, hasta aquellos en que alcanzarían niveles que rozan lo criminal. Se puede decir que la pedofilia es una condición de salud mental mientras no existe abuso físico de un(a) menor. A la actividad sexual de una persona adulta con un menor prepubescente, de 14 años o menos se la conoce con el nombre de pederastia o abuso sexual infantil[5]​ (palabra que, etimológicamente, significa lo mismo que pedofilia).[6]

En el uso popular, la palabra pedofilia se suele aplicar a cualquier interés sexual en los niños o el acto de abuso sexual infantil.[7]​ Este uso confunde la atracción sexual hacia los niños prepúberes con el acto de abuso sexual infantil, y no distingue entre la atracción a prepúberes y púberes o post-púberes menores de edad. Los investigadores recomiendan que se eviten estos usos imprecisos ya que si bien las personas que cometen abuso sexual infantil a veces presentan el trastorno, los abusadores sexuales de niños no son pedófilos a menos que tengan un interés sexual primario o exclusivo en los niños prepúberes,[8][9][10]​ y la literatura indica la existencia de pedófilos que no abusan de los niños.[11][12]

Etimológicamente, la palabra deriva del término griego παιδοφιλια, paidophilia, y este de παις-παιδος, páis-paidós, «muchacho» o «niño», y φιλíα filía, «amistad». Paidophilia fue acuñada por los poetas griegos como un sustituto de «paiderastia» (pederastia),[13]​ o viceversa.

Se considera que paidofilia es un término etimológicamente más correcto que pedofilia, si bien esta segunda forma se usa más.[14]​ En relación con la atracción hacia los adolescentes, también suele emplearse el término «hebefilia» o «efebofilia».

En la antigua Atenas, la relación sexual entre un adulto y un joven púber se denominaba pederastia, y se consideraba como un elemento más en la relación entre un docente y su discípulo: consideraban que el amor entre ambos favorecía la transmisión del saber y de las leyes ciudadanas. Por el contrario, el sexo con sujetos prepúberes, denominado pedofilia, era castigado con condenas que podían llegar a la pena de muerte.

En la Roma antigua, por su parte, la pederastia estaba muy difundida, pero sin las justificaciones de los griegos, y la pedofilia era también condenada.[15]

Con todo, simultáneamente había puntos de vista de tipo moral-psicológico que condenaban cualquier tipo de contacto sexual entre adultos y menores; así, por ejemplo, Platón o Suetonio.[cita requerida]

El término paedophilia erotica fue acuñado en 1886 por el psiquiatra vienés Richard von Krafft-Ebing, en su trabajo Psychopathia Sexualis,[16]​ en el que lo describió como el interés sexual dirigido solo hacia jóvenes prepubescentes, sin incluir a adolescentes, un interés que desaparecería con la aparición de los primeros signos de vello púbico.

A los adultos que manifestaban esta tendencia, Krafft-Ebing los clasificó en tres grupos:

La pedofilia fue reconocida formalmente por primera vez y nombrada en el siglo XIX. Una cantidad significativa de investigación en el área ha tenido lugar desde la década de 1980. Aunque en su mayoría documentado en hombres, también hay mujeres que presentan el trastorno,[17][18][19]​ y los investigadores suponen que las estimaciones disponibles no representan el verdadero número de pedófilas femeninas. No hay cura para la pedofilia desarrollada, pero hay tratamientos que pueden reducir la incidencia de una persona que comete el abuso sexual infantil. Las causas exactas de la pedofilia no se han establecido de forma concluyente. Algunos estudios de pedofilia en los delincuentes sexuales de niños lo han correlacionado con diversas anomalías neurológicas y patologías psicológicas. En los Estados Unidos, después de Kansas v. Hendricks, los delincuentes sexuales que son diagnosticados con ciertos trastornos mentales, especialmente la pedofilia, pueden estar sujetos a un compromiso civil indefinido.

La pedofilia emerge antes o durante la pubertad, y es estable en el tiempo.[20]​ Es auto-descubierta, no elegida.[7]​ Por estas razones, la pedofilia ha sido descrita como un trastorno de la preferencia sexual, fenomenológicamente similar a una orientación sexual heterosexual u homosexual.[20]​ Estas observaciones, sin embargo, no excluyen la pedofilia del grupo de los trastornos mentales debido a que los actos de pedofilia causan daño, y los pedófilos, a veces, pueden ser ayudados por profesionales de salud mental para abstenerse de actuar sobre sus impulsos, que causan daño a los niños. La psiquiatría considera la pedofilia como una parafilia.[21][22]​ Los pedófilos, desde esta perspectiva, son:

Sin embargo, no hay acuerdo sobre que la pedofilia sea una orientación sexual. Por ejemplo, la Asociación Americana de Psiquiatría no la considera una orientación sexual.[24]


La cuarta edición revisada del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana (American Psychiatric Association) describe con tres rasgos un diagnóstico estándar del pedófilo, basándose en 3022 casos de pedofilia:

La materialización de la pedofilia (también llamada pederastia) puede ser de varias formas; la atracción erótica que algunos [pedófilos] sienten por los niños no se traduce necesariamente en actos sexuales completos. El pedófilo puede limitarse a desnudar al niño y a mirarlo, a exhibirse, a masturbarse en su presencia, a tocarlo con delicadeza y a acariciarlo. Puede convencer al niño para que a su vez lo toque y así sucesivamente.[25]

Cognitivamente, el pedófilo se caracteriza por no considerar inapropiada su tendencia o conducta, por lo que no suele presentar sentimientos de culpa o vergüenza; en ocasiones, incluso, apelan a la seducción del niño como causa de la misma o a que su comportamiento se puede entender como una forma de educación sexual de los niños.

La personalidad del pedófilo es polimorfa. Se pueden distinguir dos grandes tipos de pedófilos: los primarios y los secundarios o situacionales:[26]

Otra clasificación[27]error en la cita, pp. 89 y 89 distingue tres categorías principales de pedófilos:

La casuística clínica ha evidenciado el tipo de necesidades emotivas que la práctica pedófila puede satisfacer en los afectados:[28]

No existe consenso entre los especialistas respecto del origen de la pedofilia.

Con todo, según

Algunos especialistas sugieren que

Otros autores consideran que la pedofilia deviene de una experimentación permanente del propio periodo infantil por parte del individuo, idealizando el cuerpo y la belleza de esa etapa y tratando además de evocar el tratamiento que en relación con estos aspectos recibieron de pequeños. En consecuencia,

A todo esto se añade que los pedófilos encuentran también placer en la intrínseca transgresión que supone su tendencia y actos, y en las actividades que realizan para llevar a cabo sus contactos con niños: localización, planificación, seguimiento, aproximaciones, etc.

Igualmente, se aduce la posibilidad de la existencia de trastornos de personalidad como factores importantes: deficiencias en el control de los impulsos y en la imagen personal, tanto por una educación sexual negativa y culpabilizadora como por unos modelos familiares no adecuados.[32]

El tratamiento farmacológico[34]​ tiende bien a intentar reducir el impulso sexual durante el periodo de administración del mismo, bien a reorientar este impulso hacia formas aceptables.

Dado que en muchas ocasiones el pedófilo está obsesionado por su inclinación,[35]​ en el sentido de pensar y elaborar continuamente estrategias para conseguir sus contactos con los niños, se piensa que puede ser productivo para él un periodo largo de calma y reflexión, esencial, precisamente, para revisar sus costumbres, modos de pensar, etc.

El principal problema que presenta el tratamiento de los pedófilos es que estos no suelen colaborar. Son una minoría los que aceptan ser tratados y muchos de ellos no se consideran a sí mismos ni enfermos ni anormales, llegando incluso a reivindicar, tanto privada como públicamente, la legitimidad de sus aproximaciones a niños sobre la base de que solo pueden considerarse como abusos cuando media la violencia física o la coacción. Es frecuente, también, el que apelen a que el niño tiene capacidad suficiente para demostrar si algo le agrada o no, o a que sus acciones son consecuencia de las actitudes seductoras del menor. La negación de la problemática es una de las principales características de estos individuos.

La efebofilia es la condición en la cual personas adultas experimentan atracción sexual hacia adolescentes. Por lo general ubicándose entre los 14 años para las niñas y los 15 para los niños hasta los 19 años en general[36]

Por definición, este término no es sinónimo de pedofilia y muchas personas suelen confundirlo a pesar de su diferente significado. No obstante, en los países occidentales se ha usado con frecuencia la palabra pedofilia para referirse a la efebofilia cuando ésta es ilegal, o sea, para referirse a la atracción sexual hacia cualquier persona cuya edad sea menor a la edad de consentimiento sexual.

Debido a que cada cultura y estado define una edad de consentimiento sexual mínima diferente, la ilegalidad del término varía. Por ejemplo, en diferentes naciones musulmanas es aceptado a veces el matrimonio entre adolescentes o entre adultos y adolescentes, e incluso entre adultos y niños [cita requerida].

Debido a que de país en país varían las normas para establecer la edad mínima legal en que un adolescente puede sostener relaciones sexuales voluntariamente con un adulto, la efebofilia no es un concepto estandarizado, así por ejemplo, en Argentina[37]​ los 14 años es la edad mínima para la mayoría sexual y en España son los 16[38]​, mientras en Costa Rica los 15 años. Además, algunos países establecen edades de consentimiento diferentes para las relaciones heterosexuales y para las homosexuales.

En México y Estados Unidos la edad de consentimiento varía, dependiendo de los Estados, entre los 16 y los 18 años.[39]

Aún en las jurisdicciones donde es ilegal sostener relaciones sexuales con menores de 19 años bajo el concepto de adolescencia de Erikson, abarcando la adolescencia entre los 12 y los 21 años, aún en estos lugares sería legal sostener relaciones sexuales con adolescentes en su etapa más tardía (20 a 21 años) o post-tardía (21 a 24 años).

Mientras que la terapeuta Karen Franklin considera que la efebofilia es una preferencia sexual natural y que una gran mayoría de hombres adultos sienten atracción por mujeres adolescentes, (por lo general menores de 25 años) por lo que no puede ser equiparado con la pedofilia, que es claramente un trastorno sexual,[40]​ otros como Ray Blanchard consideran que la efebofilia debería incluirse dentro de los trastornos sexuales en el DSM-V[41]


La hebefilia es la atracción hacia menores cuyo físico corresponde más bien al de una o un preadolescente (niña, niño puberta) se le conoce como la atracción hacia individuos o pubescentes jóvenes usualmente entre los 10 y 13 años de edad, también es conocido como complejo de Lolita.

La infantofilia es la condición en la cual personas adultas experimentan atracción sexual hacia niños de entre 0 y 5 años.[42]

La mayor parte de los países conservan un derecho penal de acto por lo que se castiga la violación y por ende, la pederastia, es decir, el acto de abusar sexualmente de un niño, y no la mera tendencia sexual pedófila. Por ello, un acto de abuso sexual infantil no es calificado como tal por las leyes. Sin embargo, en algunos códigos penales sí se contemplan delitos que castigan dicha conducta.[43]

Pese a lo anterior, es frecuente que algunos periódicos y otros medios hagan uso de términos como «acusado de pedofilia» o «pedófilo convicto» en referencia a individuos acusados o convictos por abuso sexual infantil e incluso otros términos como «pedófilo en serie». Sin embargo, pederastia se utiliza de forma preferente en el sentido de delito, y menos frecuentemente como enfermedad; en la prensa se habla de «delitos de pederastia», «condenado a 40 años por pederastia», «acusado de pederastia» y «red de pederastia». Esta preferencia de emplear pedofilia para referirse a la atracción sexual o la enfermedad puede deberse al hecho de que este término es actualmente el más utilizado en psiquiatría para designar el trastorno mental y, por influencia médica, es la palabra escogida por los periodistas para hablar en términos psiquiátricos.[45]

El Código penal argentino es conteste con las legislaciones que reprimen los actos de pederastia y en su artículo 119 describe con precisión la conducta pederastia:

Y continúa:

La pena será de seis a quince años de reclusión o prisión cuando mediando las circunstancias del primer párrafo hubiere acceso carnal por cualquier vía.- En los supuestos de los dos párrafos anteriores, la pena será de ocho a veinte años de reclusión o prisión si: a) Resultare un grave daño en la salud física o mental de la víctima, b) El hecho fuere cometido por ascendiente, descendiente, afín en línea recta, hermano, tutor, curador, ministro de algún culto reconocido o no, encargado de la educación o de la guardia, c) El autor tuviere conocimiento de ser portador de una enfermedad de transmisión sexual grave, y hubiere existido peligro de contagio, d) El hecho fuere cometido por dos o más personas, o con armas.- e) El hecho fuere cometido por personal perteneciente a las fuerzas policiales o de seguridad, en ocasión de sus funciones.- f) El hecho fuere cometido contra un menor de dieciocho años, aprovechando la situación de convivencia preexistente con el mismo.-

Alrededor de la década de 1960, surgieron organizaciones diversas de activismo pedófilo. Algunas de ellas sostienen, entre otras cosas, que es necesario una disminución (o abolición) de la edad de consentimiento sexual,[47]​ o la legalización de la posesión de pornografía infantil.[48]

Otras organizaciones pedófilas, en cambio, rechazan estos reclamos[49]​ y proponen el reconocimiento de la diferencia existente entre pedofilia (atracción involuntaria hacia niños) y abuso sexual infantil, la existencia de pedófilos que no abusan ni desean abusar de niños, y la carencia de ayuda social para aquellos que no busca relaciones sexuales con niños.[50][51][52]

Desde 1997, adultos que buscan poder tener relaciones sexuales consensuadas con menores de edad conmemoran cada 24 de junio lo que denominan "Día del Orgullo Pedófilo".[53]



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