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Órdenes mendicantes



Una orden mendicante es una orden religiosa católica caracterizada por vivir de la limosna de los demás y que está conformada por hermanos —llamados frailes—, hermanas —llamadas sores— y terciarios —antiguamente llamados hermanos de penitencia—. Los frailes conforman la Primera Orden, las sores, la Segunda Orden, y los terciarios, la Tercera Orden.

Sus miembros, frailes y sores, hacen voto de pobreza por lo que renuncian a todo tipo de propiedades o bienes, ya sean personales o comunes, poniéndolos a disposición de la comunidad religiosa a la que pertenecen. Así viven en la pobreza, mantenidos solo por la caridad; junto con el voto de pobreza que profesan solemnemente, también profesan los votos de castidad y obediencia. Sus miembros no están ligados, como los monjes, a la estructura del monasterio

Las órdenes mendicantes surgieron en la Edad Media hacia el siglo XIII buscando dar un giro a la vida religiosa de la Iglesia católica, manteniendo la tradición de las reglas monásticas basadas en el estudio, así como la vida activa de los clérigos seculares y las órdenes militares y hospitalarias, destacándose principalmente en estas tres corrientes la Orden Trinitaria -O.S.S.T- fundada por el francés san Juan de Mata en el 1193, que fue la primera orden de vida activa no armada de la Iglesia, con regla propia, aprobada por el papa Inocencio III en el 1198.

San Francisco de Asís fue el modelo de fraile, un hombre que renunciando a todos los bienes materiales consagró su vida a Dios bajo los votos de castidad, obediencia y pobreza. A él se unieron once hombres más que imitando su vida peregrinaron hacia Roma donde presentaron su Regla de vida y solicitaron su aprobación. Al llegar a Roma recibieron la oposición de muchos monjes y obispos que veían en Francisco y sus hermanos -en lugar de religiosos- a un grupo de pordioseros,[cita requerida] pero el papa no los vio así e Inocencio III aprobó la Orden de los Frailes Menores en 1209, siendo esta la segunda orden mendicante ya que en Haifa, Palestina estaba ya constituida la Orden de los hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, aprobada en 1204, con regla propia, por el Patriarca Alberto de Jerusalén, hoy santo.

En 1216, fue aprobada la Orden de los Predicadores, un grupo de religiosos que buscaban vivir en pobreza y predicar el evangelio bajo la dirección del presbítero Domingo de Guzmán.

En 1244, al ver el papa Inocencio IV la aprobación y fama de que gozaban los franciscanos y dominicos, decidió convocar a todos los ermitaños de la Toscana y les impuso la Regla de San Agustín que ya vivían muchos canónigos, iniciándose así la Orden de los Ermitaños de San Agustín que en 1256, con el papa Alejandro IV vivió su unificación definitiva hasta hoy.

En 1247, el mismo Inocencio IV integró algunas modificaciones a la regla que Alberto de Jerusalén, escribió para un grupo de peregrinos que se asentó cerca del monte Carmelo en Palestina y que vivían bajo el estilo de vida que habían heredado desde los tiempos del profeta Elías. Nació así la orden carmelita.

Las órdenes mendicantes se caracterizan por un «estilo de vida mixto», una mezcla entre la vida contemplativa y la vida activa. Se dedican a la oración, dándole importancia especial a la Eucaristía y al Oficio divino, pero a la vez a la predicación, evangelización, educación, entre sus principales actividades.

Es un error habitual vincular a la rama masculina -o primera orden- con la vida activa y a la rama femenina -o segunda orden- con la vida contemplativa: ambas buscan un equilibrio entre la contemplación y la predicación.

Algunos puntos importantes que marcan la diferencia entre las órdenes mendicantes de las órdenes monacales son:

Desde su inicio los miembros de las órdenes mendicantes han gozado con una serie de privilegios, como la exoneración de la obediencia al obispo de la diócesis, e incluso hoy en día gozan de privilegios para la absolución de pecados así llamados “reservados”, como puede ser el aborto.[cita requerida]

De estas órdenes surgieron, con el paso de los años, nuevas órdenes mendicantes fruto de los movimientos de vida recoleta y descalza. Entre las cuales se destacan:

Los postulantes a cualquier orden mendicante pasan obligatoriamente por el noviciado, año en el cual profundizan acerca de la espiritualidad y carisma del Instituto al cual postulan.

Luego de este año presentan su solicitud para ser admitidos dentro de la familia religiosa, la cual evaluará sus casos y aceptará o rechazará sus solicitudes. Siendo aprobada esta, los candidatos deben realizar públicamente la Primera Profesión de Votos Simples prometiendo así castidad, pobreza y obediencia al superior religioso de la familia.

Después de un periodo de prueba y haber renovado, según corresponda, los votos simples, pues estos duran tan solo un año, los religiosos debe solicitar la Profesión Solemne de los votos siendo adheridos así para siempre a la familia religiosa y siendo permanente su consagración a Dios. Los votos que todos los frailes y sorelas profesan son:

Con el voto de castidad o continencia por el Reino de los Cielos, el fraile busca imitar a Cristo casto tanto en acto como en espíritu, renunciando libre y voluntariamente a la posibilidad de contraer matrimonio y tener descendencia, aspirando así a otro bien.

Con el voto de pobreza, el fraile busca imitar a Cristo pobre, que siendo el Hijo de Dios nació en un pesebre, renunciado así a la posesión de bienes materiales poniendo todo a disposición de la comunidad y buscando no apegar su corazón a los bienes; renunciando también a toda herencia y a la posibilidad de adquirir un bien particular.

Con el voto de obediencia, el fraile busca imitar a Cristo obediente al Padre hasta dar la vida en la cruz, renunciando así a la voluntad propia buscando obedecer a Cristo manifestado en el superior religioso de la comunidad. Detalle curioso es que el voto de obediencia se hace hacia el superior religioso y no al obispo por lo que todos los frailes están exonerados de obedecer al obispo en cuanto a destinos y funciones, así solo deben obedecer al superior y al Santo Padre.



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