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Abeja Africana



Las abejas africanizadas (comúnmente llamadas abejas asesinas o incorrectamente abejas africanas) son híbridos procedentes del cruzamiento de la subespecie natural africana Apis mellifera scutellata con abejas domésticas pertenecientes a varias subespecies de A. mellifera, como Apis mellifera mellifera, Apis mellifera iberica y posiblemente otras.[1]

La particularidad de estos híbridos es su acentuado comportamiento defensivo, describiéndose como muy agresivos ante molestias. Atacan en cantidad, muy velozmente y siguen a su víctima hasta a cuatrocientos metros de su colmena o enjambre. Este comportamiento ha provocado en América las muertes de alrededor de mil personas en Estados Unidos con diez veces más picaduras que las de abejas comunes.[2]

Con el propósito de incrementar la cosecha de miel en Brasil, se introdujeron en 1956 cerca de São Paulo, cuarenta y siete abejas reinas de Apis mellifera scutellata originarias de Tanzania; a fin de desarrollar un programa de mejora genética a cargo de Warwick Kerr. Accidentalmente, algunas de estas abejas escaparon y se hibridaron con abejas domésticas. A partir de ese momento, se expandieron por todo el continente de manera constante. Avanzaron entre 150 y 300 km por año, llegando a América Central, México, y luego a los Estados Unidos en 1985, a los estados de Nuevo México, Nevada, Texas, Arizona y California.[3]

El veneno está formado por una mezcla compleja: fosfolípido; hialorunidasa; melitina; fosfatasa ácida; alérgeno C; además de histidina, histamina y otros componente menores.

La gravedad del envenenamiento depende de la sensibilidad individual y del número de picaduras infligidas. Así, en un sujeto hipersensible puede ocurrir la muerte con una sola picadura como resultado de choque anafiláctico. Ha habido supervivientes de quinientas picaduras. El veneno causa reacciones alérgicas y efectos tóxicos.[4]

Hay autores que han comparado estas abejas con razas europeas describiéndolas como más productivas en kilos de miel, otros concluyeron en sus trabajos que son menos productivas y otros no encontraron diferencias, no existiendo unanimidad en este criterio. Algunos creen que la africanización trae aparejada una disminución en la producción de miel por dos motivos:

A simple vista es difícil diferenciar estas abejas de las europeas. Es necesario un diagnóstico en laboratorio. Se utilizan métodos morfométricos en laboratorio, lográndose un diagnóstico correcto de las colmenas africanizadas, pero no son lo suficientemente sensibles para determinar las abejas híbridas.



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