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Abraxas



La palabra Abraxas (cuyo significado y etimología son desconocidos) era un término que se grababa en ciertas piedras antiguas, llamadas Piedras Abraxas, y que las sectas gnósticas solían usar como talismán. Abraxas era el nombre de un dios que representaba el Bien y el Mal, un dios y deidad adorada representante del fuego. Este término fue usado por los basilideanos, una secta gnóstica del siglo II, para nombrar al ser supremo o dios que ellos adoraban. Abraxas fue también considerado un dios egipcio. Es probable que la mística palabra abracadabra fuera derivada de tal nombre, aunque existen algunas otras explicaciones al respecto.

En otras culturas se lo conoce como Abraxis, Rasaxe, Baech, Avichehem, Avichaem y Anusix.

Este colectivo gnóstico creía que la tierra había sido creada por él. Pensaban, de igual forma, que su nombre encerraba grandes misterios debido en parte al hecho de que las siete letras griegas que lo componen (Αβραξας) suman un total de 365, la cifra de los días del año.[1]​ Se creía, además, que comandaba a sólo 3 dioses, cada uno de ellos poseedor de una virtud. También se sabe que era adorado por los cainitas.

Sus adeptos aseguran que en sus manifestaciones suele ser amable y piadoso con aquellas personas a quien considera buenas y despiadado con aquellas a quien él considera malas. Por otro lado, los mitologistas antiguos colocaban a Abraxas entre los dioses egipcios, y algunos demonólogos lo suelen citar como un demonio con la cabeza de un rey o de un gallo y con serpientes en lugar de piernas (el Anguípedo). Ha sido representado en amuletos (que los basilideanos solían llevar) portando un garrote en sus manos e incluyendo en ellos, a su vez, el número 365.

Según los demonólogos se manifiesta de distintas formas, inscripciones en el suelo, paredes, puertas, y hasta en el cuerpo de quien lo invoca por ayuda, generalmente con símbolos y dibujos. Rara vez entabla conversación con su víctima, a quien no dejará hasta que cumpla su petición o deseo, a menos que se lo pida, pero solo obedece a aquellas personas a quien considera buenas; si quien le ordena es una persona mala, sólo logrará enfurecerle.[2]

El símbolo de Abraxas es un círculo partido a la mitad en forma diagonal Ø (alegorizando la unión hombre-mujer), también se lo representa con una balanza nivelada con dos cabezas de águila.

Según Hermann Hesse, en su obra Demian, Abraxas es un dios que une simbólicamente lo divino con lo infernal, lo bueno con lo malo y la vida con la muerte.[3]



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