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Absurdista



Absurdo, o del absurdo[1]​ se refiere a lo relacionado con la estética y filosofía del absurdo (Kafka, Camus) o con el teatro del absurdo (Ionesco, Beckett).

Si bien a veces se han usado los términos absurdismo o absurdista, estos parecen tener la connotación de querer imitar a la corriente del absurdo.

Según el Diccionario esencial Vox Latino-Español / Español-Latino, lo absurdo se compone del prefijo ab (próximo en este caso a la preposición de) y surdus (‘sordo’). La traducción del diccionario es: «Disonante; absurdo; inútil, inadecuado». En su contexto original, el término se utilizaba predominantemente en el ámbito musical, y se refería, en alto latín, a los sonidos desagradables al oído. El vocablo, trasladado al juicio de un concepto, posibilita que este pueda ser desagradable al oído por desatinado, contrario a la lógica, disparatado. Lo inconcebible, lo que el espíritu no puede pensar es, en último término, lo contradictorio.

El diccionario, en general, da al adjetivo ‘absurdo’ dos sentidos: «si se trata de su sentido habitual, significa: lo contrario a la razón, al buen sentido, a la lógica y propone como sinónimo irrazonable, inepto, insensato, estúpido».

Lo absurdo, dentro de la literatura, se distingue y se integra en la ficción como un estado filosófico en el que los personajes asumen el carente sentido que tiene la vida y la existencia. El absurdo, en pocas palabras, no está conformado obligatoriamente por acontecimientos ilógicos, humorísticos o carentes de razón. En realidad, se trata de un estado de reflexión y aparente indiferencia que experimentan los personajes y el narrador sobre el acontecimiento sin sentido (absurdo) que les sucede.

Tanto por la proliferación del ataque nazi como la idea de invasión y exterminación, acontecimientos acelerados por la Segunda Guerra Mundial, los habitantes de Europa se inclinaron por reflexionar, no de manera superficial, en la existencia del otro, en la fragilidad de la vida y en la existencia misma. Buscando siempre llegar a conjeturas trascendentes.

Filósofos, escritores y artistas buscaron entender o simplemente lograr describir la existencia humana, el sentido y las posibilidades de esta. Atendieron y se ejercieron estos razonamientos guiados, cabe resaltar, por el movimiento existencialista, filosofía «derivada de la fenomenología, que reúne a filósofos que, desde Kierkegaard hasta Sartre…» Este último, junto con Simone de Beauvoir y la revista Les Temps Modernes «se convierten en un movimiento literario que afirma la necesidad del compromiso en la escritura, y que articula estrechamente la obras literarias de los tratados filosófico.» Es aquí donde la escritura incorpora lo absurdo, concepto que más allá de presentarse como algo carente de lógica, es, la asimilación del resultado que se tiene al buscar el verdadero sentido de la vida y, no encontrarlo (véase: Existencialismo).

Rosa de Diego, catedrática de Literatura Francesa en la Universidad del País Vasco, publicó Albert Camus, investigación en torno a la obra del autor, en el primer capítulo dedica un apartado a la literatura del absurdo que lleva el mismo nombre. De Diego nos dice: «El absurdo es una noción filosófica expresada por Camus en 1942, en El mito de Sísifo, como una marca del pensamiento y de la vida modernos, y que un año después analiza Sartre en El ser y la nada. Sin embargo, este concepto ya estaba presente tanto en su novela de 1938, La náusea, como en El extranjero de Camus, empezada en 1939 y publicada también en 1942. Describe un sentimiento que procede del divorcio entre el hombre y el mundo, y que le genera la pérdida de toda esperanza.»

Para entender el desarrollo de lo absurdo en la literatura debe de revisarse la filosofía existencial.

«La filosofía existencial se impondrá siempre a partir del individuo, que es lo real mismo en su plenitud ontológica.» Cita de Las doctrinas existencialistas de Régis Jolivet. En esta investigación el autor indaga sobre la evolución que fue dándose en la filosofía existencialista, «desde Kierkegaard hasta Sartre». Lo que nos interesa resaltar es a este primer Kierkegaard del que Camus se inspiró para meditar la existencia del ser y su sentido frente a esta. Dentro de la filosofía existencial que desarrollo Kierkegaard, se proponía entender, además de otros puntos igual de importantes, la existencia a partir del individuo, la existencia concreta «que es necesariamente la tuya o la mía» elimina la idea de «todo el mundo» o «un todo». No debemos de confundir que este principio se ensimismó, pues con la evolución del existencialismo e incluso desde el mismo Kierkegaard, ya de pretendía mirar al otro como un ser dueño de su misma existencia. «Será pues necesario implicar en la búsqueda existencial, no solamente la existencia, que es aún una abstracción, sino también el existente y el Individuo.»

Idea de existir… ese es el sentido. La vida misma. «Así entendida deberá ser siempre, ya no un sistema objetivo, que se mira desde fuera… sino una realidad viva, símbolo y ocasión a la vez de una vida o de una existencia.»

En la medida en que, según parece, el absurdo es un concepto relacionado desde todo punto de vista con lo disonante, lo disparatado, el sinsentido y lo ilógico, cabe sugerir que escritor español Claudio Guillén propone, en Entre lo uno y lo diverso (1985), un arquetipo formal del absurdo en tanto que procedimiento o artificio.

Para Claudio Guillén, un texto que maneje el artificio del absurdo debe de incluir los siguientes elementos:

El modelo provisoriamente propuesto por Claudio Guillén aparece con exactitud en La metamorfosis y en gran parte de la obra de Franz Kafka: un personaje al que acaba de sucederle algo extraño a su contexto, y cuyo acontecimiento es vivido por este como una dificultad, no como objeto de asombro, al igual que toda su familia (ver ejemplos). El narrador omnisciente de la novela relata con una perturbadora neutralidad y a través del procedimiento específico de la igualación, consistente en nivelar en una misma descripción lo extraño y lo verosímil, para resaltar de nuevo la falta de una reacción acorde con lo narrado.

Para llegar a desarrollar la idea de lo absurdo, Albert Camus se planteó primeramente reflexionar cómo la muerte modifica la concepción de la condición humana. La mortalidad, a su vez, está ligada con la ausencia de Dios y la falta de sentido del mundo, estos tres elementos componen la condición metafísica del hombre para Camus. «Frente a la ausencia de Dios y la irracionalidad del mundo, se manifestaba la nostalgia de unidad y de racionalidad como una exigencia propiamente humana. Frente a la mortalidad, se manifestaba, también como una exigencia propiamente humana, el afán de la inmortalidad.» Y es a partir de este afán por la racionalidad lo que llevó a Camus a presentar aquello que domina y determina lo absurdo: «el hombre se encuentra ante lo irracional. Siente en sí su deseo de felicidad y de razón. El absurdo nace de esta confrontación entre el llamamiento humano y el silencio no razonable del mundo»; «[…] el absurdo nace […] precisamente en el encuentro de esta razón eficaz, pero limitada, con lo irracional que renace continuamente.»

En 1932 Camus comienza a escribir El extranjero; «Naturaleza, Amor, Historia, Resistencia. Cuatro elementos fundamentales en la trayectoria de Meursault, el protagonista que afronta el absurdo, en la banalidad de una vida cotidiana. Un héroe que entierra con indiferencia el cuerpo de su madre, y que dispara a un árabe, sin más razón que un sol cegador y ardiente. Es el relato de un hombre que muere solo, guardando en la intimidad de su conciencia la verdad.»

El extranjero constituirá un modelo para la escuela del Nouveau roman, ese grupo de escritores que rompe con la novela tradicional y que frente a una literatura comprometida, propone una escritura descriptiva.

En El mito de Sísifo (1942), Camus dedica su labor literaria a la reflexión de lo absurdo y apunta en los primeros párrafos de su obra: «Pero es útil advertir, al mismo tiempo, que lo absurdo, tomado hasta ahora como conclusión, es considerado en este ensayo como un punto de partida. En tal sentido se puede decir que hay algo provisional en mi comentario: la posición que toma no se deja prejuzgar. Aquí sólo se encontrará la descripción, en estado puro, de un mal espiritual» .

Los parámetros para entender La metamorfosis de Kafka como una obra absurda tienen que ver más allá de la construcción ficticia en la que el autor plantea la transformación de un joven a insecto pues, lo que funciona como absurdo es más bien la reacción que el protagonista presenta frente a esta situación, así como la reflexión filosófica que hace en el proceso. La manera en la que Kafka describe el escenario de su historia y los rasgos realistas que imprime refuerzan el análisis que inscribe a la obra como absurda.



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