Agapito Marazuela cumple los años el 20 de noviembre.
Agapito Marazuela nació el día 20 de noviembre de 1891.
La edad actual es 133 años. Agapito Marazuela cumplió 133 años el 20 de noviembre de este año.
Agapito Marazuela es del signo de Escorpio.
Agapito Marazuela nació en Valverde del Majano.
Agapito Marazuela Albornos (Valverde del Majano, 20 de noviembre de 1891-Segovia, 24 de febrero de 1983) fue un músico y folclorista español, concertista de guitarra y dulzaina.
Dedicó gran parte de su vida a la recuperación del folclore musical castellano (canciones populares, tonadas y romances, melodías para tamboril y dulzaina, y bailes populares).
Único superviviente de once hermanos, nace en el seno de una familia pobre. A los 7 años, por una meningitis mal tratada, pierde un ojo y gran parte de la vista del otro, hecho que marcará toda su vida.
Recibe lecciones de solfeo y guitarra en Segovia, y a los trece años pasa dos breves temporadas aprendiendo del gran maestro de la dulzaina de la época, Ángel Velasco, dulzainero de Renedo de Esgueva, localidad de la provincia de Valladolid.
A los catorce años, se ganaba ya la vida como dulzainero, y ésta fue su profesión durante los dos primeros decenios del siglo XX. Contrajo matrimonio el 12 de diciembre de 1917 con Isabel Gilmartín Rodríguez, hija de Leonor Rodríguez, maestra por entonces del barrio de San Marcos de Segovia y posteriormente de Madrona. De este matrimonio nació una hija, Blanca, que falleció a los cuatro meses de edad en febrero de 1919.
En 1920, se trasladó a Madrid donde inició su actividad como guitarrista concertista en España y en París, actividad que alterna dando clases de guitarra (entre sus discípulos estuvieron Eugenio Urrialde y José María de Andrés Maldonado).
En 1932, ingresó en el Partido Comunista de España (PCE).
También en 1932, ganó segundo premio en el Concurso nacional de Música (Premio Nacional de Folklore) con su Cancionero de Castilla la Vieja convocado por el Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes el 1 de junio de 1932; el primer premio quedó desierto y el tercero ex aequo fue para Antonio José Martínez Palacios por su Colección de cantos populares burgaleses. El Cancionero de Castilla la Vieja de Agapito Marazuela no será publicado hasta 32 años después. En 1936, las Juventudes Socialistas Unificadas le encargaron seleccionar los grupos folklóricos que actuarían en la Olimpiada de Barcelona en julio de ese año (la «Olimpiada roja»), frustrada por la sublevación militar contra el Gobierno que daría lugar a la guerra civil. Al iniciarse ésta, escapó de Salamanca a Madrid, donde junto con los hermanos Alberto y Emiliano Barral y el cronista sepulvedano Antonio Linage Revilla organizó las milicias segovianas para la defensa de Madrid, bajo el mando de Emiliano como Comisario de guerra. Por encargo del Gobierno de la República acudió a la Exposición Internacional de París de 1937, en calidad de director de los grupos folklóricos españoles.
Al terminar la guerra civil, fue depurado por el franquismo y pasó gran parte de la posguerra en cárceles de Madrid, Burgos, Ocaña y Vitoria, y luego fue confinado en el molino de Pozanco (Ávila) de su amigo el dulzainero Jesús Muñoz «Polilo», cuyo hijo Aureliano se convirtió en el alumno más aventajado de Agapito, por cuyo virtuosismo obtuvo el Premio Nacional de dulzaina en 1965 y 1966.
En 1964, publicó su Cancionero de Castilla la Vieja de 1932 con el título de Cancionero Segoviano, patrocinado paradójicamente (teniendo en cuenta su pasado comprometido con la República) por la Jefatura provincial del Movimiento de Segovia, que reconocía con ello su meritoria labor como folklorista.
Con la transición democrática española, fundó la Cátedra de Folklore y la Escuela de Dulzaina en Segovia, en reconocimiento a toda una vida dedicada a la preservación del patrimonio cultural inmaterial castellano. En su memoria se concede anualmente en Segovia el Premio Nacional de Folklore «Agapito Marazuela».
Marazuela engarzaba sin petulancia en su relato palabras como “melismas”, “grupetos”, “revoladas”, “tresillos”, y […] proclamaba para la música castellana esencias berberiscas.
Las voces y los vientos de Castilla sonaron en su dulzaina con su propio acento, como un relato de custodia, pero el amor del maestro fue la guitarra clásica, de la que extraía rumores y cadencias, ecos y silencios de Falla, Albéniz, Turina, Moreno Torroba, y de sus preferidos: Fernando Soler y Francisco Tárrega. En su repertorio de sesenta obras Marazuela se retrotraía hasta los vihuelistas del siglo XVI.
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