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Akiva Ben Joseph



El Rabino Akiva ben Iosef, también llamado Akiva (en hebreo: עקיבא) (c. 50-c. 135) fue uno de los sabios tanaim que vivió a finales del siglo I y principios del siglo II y perteneció a la tercera generación de los sabios tanaim. Akiva fue una gran autoridad en materia de halajá, la ley y la tradición judía. Akiva es uno de los principales contribuyentes a la redacción de la Mishná y los Midrashim legales. Es nombrado en el Talmud como «Rosh Ha-Jajamim» ('Cabeza de todos los sabios'). Si bien se carece de datos históricos independientes de la tradición talmúdica, merece ser llamado el padre del judaísmo rabínico.[1]

Se carece de datos históricos fehacientes de Rabí Akiva, más allá del rico material dado por fuentes rabínicas, fundamentalmente en el Talmud.

Akiva ben Iosef (escrito עקיבא en el Talmud de Babilonia —Babli—, עקיבה en el Talmud de Jerusalén —Jer.—, y también como עקביה), quien es normalmente llamado simplemente Akiva, proviene de una familia comparativamente humilde.[2]​ Un malentendido en la comprensión del término Zekut Abot, unido a una tradición concerniente a Sísara, capitán del ejército de Hazor, es la fuente de otra tradición que hace a Akiva descendiente de Sísara. Según el Talmud el padre fue un prosélito llamado Iosef.

Se sabe por tradición que Akiva fue en su juventud un pastor de ovejas, ignorante de las leyes y tradiciones, un «hombre del pueblo» o am ha-aretz (Pes. 49b). De su esposa Raquel tenemos dos citas, la más aceptada la identifica como hija de Kalba Sabua, un rico residente de Jerusalén, que rechazó a su yerno, mientras otra nombra como suegro a un hombre común llamado Josué.

A la edad de 40 años, siendo padre de una numerosa familia, Akiva decidió concurrir a la academia de su pueblo natal, Lod, dirigida por Eliezer ben Hircano, que fue la única persona que Akiva luego designaba como «Rabí» ('mi gran' maestro). Estos datos son importantes para fijar la fecha de su nacimiento. Es conocido que en los años 95-96 Akiva ya tenía gran prominencia,[3]​ y luego, estudió 13 años antes de ser él mismo un Rabí,[4]​ por lo que el inicio de sus años de estudio debe ser alrededor de los años 75-80 d. C. Consecuentemente, si aceptamos la tradición que Akiva tenía 40 años cuando comenzó sus estudios de la Torá, debe haber nacido entre los años 40 y 50 d. C. Fuentes de la crítica bíblica mencionan que la cifra de «40 años» indica simplemente que era mayor que los demás alumnos, ya que el número 40 es interpretado en la tradición hebrea como «mucho tiempo», como en la frase «40 años en el desierto».

Además de Eliezer, Akiva tuvo otros maestros, principalmente Joshua ben Hanania y Nahum de Gimzo. En cierto sentido Rabí Tarfón fue considerado uno de los maestros de Akiva,[5]​ pero luego el alumno superó al maestro y Rabí Tarfón fue uno de los grandes admiradores de Akiva.[6]​ Probablemente Akiva permaneció en Lod mientras Eliezer moró allí, y luego llevó su propia escuela a Bnei Brak, que quedaba a cinco millas romanas de Yafo (lugar distante de la actual ciudad). Akiva también vivió algún tiempo en Zifrón, la actual Zafrán.

Algunas citas mencionan un viaje de Akiva a Roma en los años 95-96 d. C., acompañado por Raban Gamliel, Rabbí Elazar ben Azaria y Rabí Yoshua para solicitar al emperador Tito Flavio Domiciano que anulase los decretos contra los judíos.[7]​ No lograron reunirse con el emperador, pero tras su muerte, el emperador Nerva, anuló el impuesto que debían pagar los judíos. Múltiples relatos del Talmud están asociados a este viaje.

Dentro de los sabios contemporáneos a Rabí Akiva que fueron influidos por su pensamiento podemos mencionar a Elisha ben Avuia, Eliezer ben Tzodok, Eleazar ben Azaria, Gamaliel II, Yehuda ben Betheira, Iojanan ben Nuri, Rabí Iosei Haglili, Rabí Ismael, Janina ben Dosa, Simón ben Azai y Simón ben Zoma.

La academia de Bnei Brak tuvo gran renombre, y sus discípulos fueron numerosos, las citas talmúdicas elevan el número hasta 24 000, si bien no hay fuentes fidedignas que respalden esta cifra.

Rabí Akiva era uno de los miembros más activos del Sanedrín con sede en Yavne, y uno de los colaboradores más cercanos del Nasí Rabán Shimon ben Gamliel de Yavne. Al grupo de estudiosos centrados alrededor de Akiva se lo denominaba "El viñedo de Yavne", dentro de los que se destacaba Rabí Ismael ben Elisha.[8]

Rabí Akiva tuvo una participación muy activa en la rebelión contra el Imperio romano encabezada por Simón bar Kojba, a quien proclamó Mesías. Fue capturado por los romanos y torturado hasta morir en Cesarea Marítima en el año 135.[9]​ La acusación fue violar los decretos de Adriano que prohibían la enseñanza de la Torá. Rabí Akiva fue torturado con peines de hierro calentados al rojo vivo con los que le arrancaron la piel y la carne, por lo que es considerado uno de los 10 mártires del judaísmo y su nombre es recordado en el servicio de Yom Kipur.[10]​ La tradición cuenta que fue torturado en el momento de decir la plegaria del Shemá, que afirma la unicidad divina, y extendió la palabra final Ejad (Uno) hasta fallecer.[11]

De acuerdo al cómputo de Maimónides, Rabí Akiva pertenece a la tercera generación de Tanaim.

Dentro de los numerosos discípulos que tuvo, caben destacar los pertenecientes a la "segunda generación":

Rabí Yehuda Ha-Nasí (conocido como Rabí o Rebí); compilador de la Mishná, fue discípulo de Rabí Meir, quien le trasmitió las enseñanzas de Rabí Akiva.

Respecto a la primera generación de discípulos, el Talmud cuenta que la mayoría fallecieron en una gran epidemia durante los días de la cuenta del Omer. En la fiesta de Lag Baomer se recuerda la finalización de dicha plaga.[14]

Aquila de Sinope realizó una nueva traducción del Tanaj al griego bajo la supervisión de Rabí Akiba, siendo está muy literal, a diferencia de la Septuaginta. Dentro de las diferencias podemos citar la traducción del versículo respecto a la profecía de la mujer mencionada en Isaías 7:14, donde las palabras ha-almah es traducida como "Mujer joven" en lugar de "Virgen", como traduce la Septuaginta, dado que la palabra hebrea para Virgen es Betula.[15]

La metodología desarrollada por Akiva estaba basada en una interpretación del texto que daba principal importancia a cada letra, palabra y símbolo. De esta manera, Akiva pudo adecuar las leyes trasmitidas por la tradición a las necesidades de su tiempo. Sus discípulos aplicaron este acercamiento en los Midrashim que compilaron.

Asimismo, Akiva organizó sistemáticamente el conjunto de leyes (halajot) y tradiciones anteriores de la ley oral (hebreo: Torá she beal pé תורה שבעל פה), que era complejo y muy difícil de comprender, separando las leyes de su exégesis. Compiló y organizó las leyes en seis secciones y subsecciones, de acuerdo al tema en cuestión. Este sistema fue continuado por Rabí Meir y su discípulo, Rabí Iehuda Ha-Nasi, que lo utilizó al escribir la Mishná. Los tratados del Talmud, al ser comentarios de los tratados de la Mishná, siguen este orden. La exégesis de las leyes las compiló en el Midrásh, desarrollando esté método, (midrash halájico) y promulgó nuevas leyes (halajot) deducidas lógicamente de las anteriores, constituyendo un cuerpo legal orgánico. Esta es una de las razones por las que se lo considera fundador del Judaísmo Rabínico. Su código recibe el nombre de Mishná de Akiva.

Iojanan Bar Napá nos dejó esta importante cita al respecto de la composición y edición de la Mishná y otros textos halájicos:

Akiva nunca olvidó su origen humilde, y esto se refleja en sus ideas, dentro de las que podemos mencionar:[16]

Algunas de las citas en Pirke Avot.[19]

La idea de aplicación estricta de la Ley es básica en el pensamiento de Rabí Akiva, por lo que el atributo divino de Benevolencia podría entrar en conflicto con el de Justicia. Enseñó que Dios combina Bondad y Benevolencia con estricta Justicia.[20]​ Dijo:

Es decir, Dios es benevolente, pero el resultado del juicio sobre el hombre está dado por si predominan nuestras buenas acciones sobre las malas o viceversa.

Akiva sostenía enfáticamente la libertad de elección en el Hombre, en aparente contradicción con la predestinación. Su máxima al respecto está citada en el Pirke Avot:

Definiendo que esta aparente paradoja simplemente está más allá de la capacidad de comprensión del Hombre.

Respecto a como conducirnos, Rabí Akiva dice:

Si bien algunas fuentes minoritarias lo citan como autor del Séfer Ietzirá,[21]​ hay numerosas citas del texto anteriores a él. Aryeh Kaplan sugiere la posibilidad que Akiva haya modificado el texto, que en esa época se trasmitía oralmente, siguiendo su método de precisión en cada letra y palabra.[22]​ A su discípulo, Rabí Shimon bar Iojai, se le atribuye la redacción del Zohar, texto fundamental en la Cábala judía. Asimismo, Akiva es mencionado en múltiples textos cabalísticos, como el Shiur Komá, de Rabí Moshe Cordovero, el Sefer ha-Bahir, y otros.

Existen múltiples hagadot (relatos) de Rabí Akiva tanto en el Talmud jerusalemitano como en el Talmud babilonio. Mencionaremos solo algunos de ellos.

Un ejemplo de su modestia es la directiva sobre su entierro dada a su hijo Simón, donde expresamente pide que su entierro sea simple, y que sus seguidores lo honren cumpliendo con las leyes de la Torá. Él dijo:[23]

Relata el Talmud:[24]

En Urías está escrito (Mija 3) «Por tal Razón, por vuestra culpa, Zión será arada como un campo, Jerusalén se convertirá en una pila de escombros y el Monte del Templo será como montes cubiertos de bosque».

El Talmud Babilonio tratado Shabat 86a cuenta:

El Talmud Babilonio Tratado Jaguigá 14.2 cuenta:

La palabra Pardes en hebreo puede traducirse como jardín, en referencia al Paraíso, pero también se interpreta es el acrónimo de las cuatro formas de interpretación de la Torá:

Esta cita tiene múltiples interpretaciones, sobre todo cabalísticas.[25]​ La mayoría de los estudios concuerdan en tomar esta cita como prueba que Rabí Akiva estudiaba los textos secretos cabalísticos.

Rabí Akiva continuó la enseñanza de la Torá en público aun cuando el gobierno romano la había prohibido con pena de muerte según los decretos de Adriano. Papus ben Iehuda, le advirtió que estaba poniendo en riesgo su vida. Rabí Akiva le contestó con la siguiente parábola:

Un Midrash cuenta que Moisés le preguntó a Dios en el Sinaí, cuando estaba recibiendo la Ley, si ésta continuaría en el tiempo. Dios le mostró a Moisés la academia de Rabí Akiba en una clase con los alumnos, y Moisés no entendió nada de lo que Akiva explicaba. En un momento, uno de los alumnos le preguntó a Akiba de dónde venía esa ley, y Akiba contestó: Moisés la recibió de Dios en el Sinaí. Y Moisés se tranquilizó sobre el futuro de la Halajá.

Respecto al Cantar de los Cantares, Rabí Akiva expresó su aprecio así:

(Mishna Yadayim 3:5).

Casi toda la religión judía es en el 'fundamento religioso' de la providencia; desde el Pentateuco con Dios Creador, con el éxodo del antiguo Egipto, con la maná, etc., además del Talmud con sus innumerables ejemplos, hasta la liturgia con las celebraciones festivas en el transcurso del tiempo diario y con las mismas oraciones, bueno: para cada judío, Dios es ciertamente omnipresente, tanto en la vida cotidiana como en la historia y en la existencia individual y colectiva como pueblo de Israel.



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