El aprismo es una ideología política proyectada a escala continental ideada por el pensador y político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, mediante la Alianza Popular Revolucionaria Americana, cuyo fin era el de formar un pensamiento auténticamente latinoamericano que funcionase como alternativa a la cosmovisión eurocentrista americana, adaptado y adaptable a su realidad espacio-temporal y como foco de lucha antiimperialista y antioligárquica en el que se uniesen en un frente único los "Trabajadores Manuales e Intelectuales", término por el cual se incluían a todas las clases sociales.
Con la concepción de alcanzar “la emancipación mental indoamericana de los moldes y dictados europeos”, Haya de la Torre quiso que el aprismo fuera, como doctrina política, una línea de interpretación histórica del proceso latinoamericano, capaz de descubrir las leyes de su desenvolvimiento social, que comienza en la antigüedad y culmina en la era del proletariado.
El nacimiento del aprismo nace como tal el 7 de mayo de 1924, día en el cual Haya de la Torre, cercano colaborador del político y educador mexicano José Vasconcelos Calderón, entrega al presidente de la Federación de Estudiantes de México la bandera Indoamericana, siendo este acto considerado como la fundación oficial del APRA.
Haya de la Torre, influenciado luego de sus visitas al México post-revolucionario y a la naciente Unión Soviética, la cual fue producto de la revolución bolchevique de 1917, realiza la formulación de sus principios que están en un artículo publicado en un número de la revista inglesa Labour Monthly, intitulado "What is the A.P.R.A." (en inglés), de diciembre de 1926, donde se presentan los 5 puntos del APRA para la creación de un frente único latinoamericano (o Indoamericano según Haya de la Torre):
El sandinismo, corriente política nicaragüense de izquierda nacionalista y antiimperialista, tomaría al aprismo como parte de su influencia ideológica, tomando a los 5 puntos del APRA como parte de su ideario.
Según Haya de la Torre, la idea de llamarle Indoamérica al espacio que comprende desde el Río Bravo (en el norte de México) hasta la Tierra del Fuego (al sur de Chile y Argentina), surge como la modernización del término por el que anteriormente se le conocía a esta parte del continente, Indias Occidentales. A los españoles (y europeos en general), que eran habitantes de Hispanoamérica, se les conocía como «indianos»; y a los habitantes originarios sin cruce con extranjeros se les conocía con el apelativo de «indios». Por lo tanto, y como forma de incorporar en el nuevo término a los indios, indianos, y a los habitantes de las West Indies, se forma el calificativo de indoamericano para todos ellos, pertenecientes a lo que José Vasconcelos denominó «la raza cósmica».
El antiimperialismo aprista se diferencia del comunista en que este último, según los apristas, pretende establecer otro imperialismo rival, y en que no se trata de un sentimiento racista o nacionalista contra el pueblo de los EE. UU. o algún otra potencia capitalista. Es un movimiento de negación del imperialismo, pero no a base de demagogia. En El Antiimperialismo y el APRA —escrito en México en 1928 por Haya de la Torre, libro esencial donde se expone integralmente la doctrina aprista—, el fundador del aprismo dice: «Y el antiimperialismo es ante todo un gran impulso constructivo».
Los teóricos del aprismo dicen: la única forma de resistir al imperialismo, de resolver el problema de desequilibrio económico que determina una grande y compacta unidad económica, frente a 20 países débiles, es la unidad de éstos. El aprismo es en este punto, radical: no hay antiimperialismo sin unionismo, no se puede ser antiimperialista si no se es unionista. El antiimperialismo no es queja, protesta o clamor. Es movimiento político unitario de todos los pueblos de Indoamérica. Los chauvinistas, los jingoísmos, los divisionismos de cualquier orden —desde los intelectuales hasta los populistas— son aliados del imperialismo. Esto no se debe a que los Estados Unidos sean malos o buenos, o tengan en su gobierno a gente mala o buena, sino a un fenómeno económico comparado al físico— «si la presión es más fuerte que la resistencia, no hay equilibrio».
De modo que el antiimperialismo aprista solo tiene una expresión concreta posible: la unidad económica y política de Indoamérica. El aprismo se sitúa en un plano de escueto realismo cuando dice que hacer del antiimperialismo una mera propaganda o tema de retórica o demagogia, es hacerle el juego al imperialismo. O hacerle el juego al imperialismo comunista que no necesita otro tipo de antiimperialismo en estos países, y que —como otro— no puede ver con simpatía el movimiento de unificación indoamericana.
La base filosófica del aprismo es, sin duda, la tesis de su fundador: Espacio-Tiempo Histórico. El fundamento de esta es la filosofía dialéctica y una concepción económica y relativista de la Historia. Como explicación a lo que intenta demostrar con ella, Haya de la Torre, en su libro homónimo, dice
Esto quiere decir, en términos prácticos, que los problemas sociales, políticos y económicos de un pueblo o continente (en este caso, el de Europa), son diferentes a la de otro (Latinoamérica); por lo que, en consecuencia, las soluciones deben ser también diferentes.
Por lo tanto, la teoría aprista sugiere que la evolución histórica de Europa es la culminación de un desarrollo procesional —que Hegel llama “devenir”— y que permitió la interpretación dialéctica hegeliana, cuyo método adoptó Karl Marx para su determinismo histórico. El aprismo sostiene que tanto la concepción hegeliana, como la concepción marxista de la Historia, provienen de condiciones objetivas europeas extrañas a las de América Latina.
Para los historicistas europeos “la historia universal va de Oriente a Occidente: Europa es absolutamente el término de la historia universal, Asia es el principio”.
Y Marx declara en el prólogo de la primera edición de El Capital que:De esto el aprismo dedujo, que aquellas realidades alemanas o inglesas que determinaron las concepciones filosóficas e históricas citadas, son diferentes de las americanas. “La aplicación de tales concepciones solo puede ser relativa al Espacio y al Tiempo americanos”. Coincidiendo con este planteamiento, Arnold J. Toynbee dice, en su obra Estudio de la Historia, que:
Y agrega que no es la humanidad como un todo, sino las sociedades las que constituyen el “campo inteligible del estudio de la Historia”. Concuerda, pues, con la concepción relativista einsteniana de la Historia.
Si bien las bases iniciales del aprismo fueron y son marxistas, este cree que el marxismo como sistema filosófico, como una "concepción del mundo" según Plejánov, no es excepción del devenir, del proceso universal de contradicciones "inherente y consubstancial a todas las cosas". Para Haya de la Torre, como el marxismo negó al hegelianismo por continuidad dialéctica, ahora era el aprismo quien negaba al marxismo por las misma razones. En su libro Enfoque aprista del Imperialismo, Antiimperialismo y Marxismo dice:
Por lo que para el aprismo, el marxismo debe pasar, ser negado y superado por otra nueva verdad científica-filosófica. Es por ello que la "revolución proletaria" y la "abolición de las clases" como fin de la lucha de clases propuestas por Marx y Engels, puede ser superada por la revolución científica, creyendo entonces que la verdadera y profunda transformación económica y social viene como consecuencia de la nueva ciencia y la nueva técnica. Es por ello que el aprismo se apoya en las siguientes proposiciones:
En el caso del capitalismo y el comunismo, el aprismo plantea su negación dialéctica. Niega al capitalismo porque cree que no ha cumplido con implantar en el mundo la libertad económica y la satisfacción de las necesidades en la democracia política. Como sistema ha fracasado, a pesar de sus grandes aportaciones al progreso. El capitalismo, dice, produjo al comunismo, que es su más auténtica creación. Ambos son productos sociales del Espacio-Tiempo Histórico europeo. Es un resultado típico de la evolución social de Europa. La concepción dictatorial, de negación de la libertad que pregona el comunismo, tuvo la oportunidad de, coincidentemente, haberse insertado en la psicología rusa en su periodo soviético, pueblo sin experiencia ninguna de democracia y libertad.
Por eso, en el caso de la extinta Unión Soviética, la doctrina marxista se aplicaba, modificaba y se adaptaba de acuerdo con la realidad intransferible de su Espacio-Tiempo Histórico dado, que a pesar de ser europeo es también asiático. De ahí el nombre de marxismo-leninismo-stalinismo. “El pan sin libertad”, síntesis de la praxis político-económica comunista, sería la respuesta al lema demo-liberal de la Europa de Occidente: “Libertad sin pan”. Pero ni el comunismo ha logrado resolver el problema del “pan”, ni el capitalismo demo-liberal ha llegado a resolver el problema de la “libertad”. El comunismo promete la justicia que el capitalismo no cumplió con instaurar, pero al precio de una dictadura sin término. Y aunque el capitalismo al haberse desplazado a Norteamérica se remozó en su nuevo Espacio-Tiempo y pareció capaz de cumplir la misión histórica de realizar la justicia y organizar la democracia, es evidente que también ha fracasado.
De acuerdo a la tesis del Espacio-Tiempo Histórico, el mundo está divido en “Pueblos Continentes”, combinación de términos usados por primera vez por el filósofo aprista Antenor Orrego en un libro medular que, precisamente, lleva ese título.
El concepto “Pueblo Continente” no coincide con el significado geográfico que tiene la palabra continente, porque dentro de uno pueden existir dos o más “Pueblos Continentes” (por ejemplo, China e India en Asia), o que un “Pueblo Continente” puede comprender dos continentes geográficos (lo que fue la Unión Soviética), o un “Pueblo Continente” puede coincidir con sus aislantes delimitaciones físicas del continente geográfico (Australia).
Teniendo presente estos planteamientos, el aprismo considera en nuestro mundo contemporáneo los siguientes “Pueblos Continentes”: China e India en Asia; lo que fue la Unión Soviética (hoy la Federación Rusa y sus exrepúblicas), comprendiendo parte de Europa y parte del Asia; Europa Occidental (hoy en día reunidos en lo que es la Unión Europea); el mundo árabe, abarcando Asia Menor y el norte de África; Australia, en Oceanía; los Estados Unidos (incluyendo Alaska) y Canadá en América del Norte, e Indoamérica desde el Río Bravo hasta la Patagonia, inclusive las Antillas.
Un “Pueblo Continente” surge en un Espacio-Tiempo Histórico determinado por la conciencia histórica de los pueblos. Según Haya de la Torre:
De ahí que un “Pueblo Continente” se forma y delimita por la conciencia progresiva que del Espacio y del Tiempo, inseparables, van adquiriendo de los pueblos.
Originalmente, el aprismo tuvo como uno de sus principales objetivos la formación de distintas agrupaciones políticas "apristas" a lo largo del continente latinoamericano. Sin embargo, ello se vio frustrado con la derrota de Víctor Raúl Haya de la Torre en las elecciones peruanas de 1931 y la consecuente persecución gubernamental que obligó a sus principales líderes a exiliarse y ocultarse, lo que históricamente denominan como "la gran clandestinidad". A pesar de ello, tuvo una gran influencia en distintos partidos políticos, tanto autodenominados apristas u otros nombres con los cuales se desarrollaron en sus respectivos países.
Es un partido político fundado el 30 de septiembre de 1930 por personajes ligados al movimiento continental (APRA) instalados en Perú. Es el único partido cuya ideología oficial sigue siendo el aprismo y es, al mismo tiempo, considerado como uno de los más antiguos de Latinoamérica. De igual forma, se encuentra entre los partidos políticos peruanos en actividad más longevo. Se caracteriza por haber sido despojado de victorias electorales gracias a golpes militares o fraudes luego de haber triunfado en las urnas. También pasó por dos largos periodos de ilegalidad y de existencia en la clandestinidad. Estos se produjeron tanto bajo gobiernos militares como civiles. El partido, su líder y sus militantes fueron perseguidos por Luis Miguel Sánchez Cerro, Oscar R. Benavides, Manuel Prado Ugarteche y Manuel A. Odría, respectivamente. El Partido Aprista Peruano llegó finalmente al poder democráticamente en dos oportunidades: en 1985 y en 2006, ambas bajo la candidatura de Alan García después de muerto Haya de la Torre.
En 2021, el APRA perdió su inscripción ante el Jurado Nacional de Elecciones tras no participar en las elecciones de ese año por discrepancias internas.
Fue un partido político fundado en 1928 luego de la visita de Haya de la Torre a Costa Rica. El mismo formaba parte de la Liga Antiimperialista que en aquel momento se solidarizaba estrechamente con las luchas sociales contra la intervención extranjera como la de César Sandino en Nicaragua y la de Farabundo Martí en El Salvador. A ella pertenecieron distintos personajes como Carmen Lyra, Luisa González, Gonzalo González, Rómulo Betancourt y Joaquín García Monge.
El partido tendría una corta duración, disolviéndose en los años 1930.
Fue un movimiento guerrillero surgido en los años 1960 fundado por el exmilitante aprista Luis de la Puente Uceda, e inspirada en la Revolución cubana de 1959. Durante la década de 1950, luego de que el Partido Aprista Peruano pactara con la derecha conservadora con el fin de llegar al poder para concluir el periodo de persecución política en su contra, muchos de sus militantes (caracterizados por tener una visión más contestataria) renunciaron en masa a la organización. Es así que una facción dirigida por De la Puente Uceda decide fundar su propio grupo denominado el APRA Rebelde, tomando como base las ideas originales del aprismo de los años 1920. Posteriormente, en 1962, el grupo se aleja de las ideas apristas para acercarse al marxismo-leninismo; de esta manera, cambia su nombre a Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) e inicia actividades guerrilleras contra el Estado en 1965, durante el primer gobierno de Fernando Belaúnde Terry. Sin embargo, el grupo acabaría derrotado y aniquilado por miembros de la fuerza policial; De la Puente Uceda murió durante el enfrentamiento.
Fue un partido político, escindido del Partido Aprista Peruano, fundado en 1981 por Andrés Townsend Ezcurra. Luego de la muerte de Haya de la Torre, se inició un corto conflicto entre dirigentes apristas, principalmente entre Armando Villanueva (representante de la facción populista de centroizquierda del partido) y Andrés Townsend (miembro del sector de derecha conservadora del mismo), con el fin de designar al nuevo líder de la organización. Villanueva salió victorioso con el apoyo del entonces joven político Alan García, por lo que Townsend se aleja del PAP y, junto con Francisco Diez Canseco Távara, decide fundar un nuevo partido: el Movimiento de Bases Hayistas. Este tomó como base la evolución ideológica del aprismo que desarrolló Haya de la Torre con el paso de los años hasta su muerte, y que resultó en una posición moderada de sus ideales originales.
El partido, luego de una corta participación electoral con bajos índices de apoyo, se disuelve de facto en 1990.
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