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Argumento de la no creencia



El argumento de la no creencia o argumento del ocultamiento divino es un argumento filosófico contra la existencia de Dios, específicamente el dios del teísmo.

La premisa del argumento es que si Dios existiera (y quisiera que la humanidad lo supiera), habría creado una situación en la que cualquier persona razonable creyera en él; sin embargo, existen personas razonables que no creen en Dios, lo que apunta contra la existencia de Dios.

Este argumento es similar al clásico Problema del mal en el que se afirma la inconsistencia entre el mundo que existe y el que debería existir si Dios tuviera deseos combinados con el poder de ver a través de todas las cosas. De hecho, desde que la ignorancia de Dios puede ser vista como un demonio natural, el problema puede categorizarse como una instancia del problema del demonio.

El argumento aparece en el título del libro de J.L. Schellenberg Divine Hiddenness and Human Reason editado en 1993 y ha sido apuntado también por otros filósofos como Theodore Drange.

El tema del ocultamiento, oscuridad o silencio divino tiene una larga historia en la teología judeocristiana.[1]​ Las raíces de la contemplación judeocristiana de las formas en las que dios elige esconderse se retrotraen hasta la descripción bíblica de Dios, por ejemplo el lamento de los salmos "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?... lloro cada día pero tú no me respondes"[2]​ así como la declaración de Isaías: "Verdaderamente Tú eres un Dios que se esconde, oh Dios de Israel, el Salvador".[3]

Uno de los primeros filósofos que contempló el problema del ocultamiento fue Anselmo de Canterbury, quien en su Proslogio dice:

Cuando se utiliza el tema del ocultamiento divino como una objeción o evidencia contra dios, Daniel Howard-Snyder y Paul Moser en la introducción del volumen de escritos dedicado a las refutaciones del argumento de Schellenberg, citan la pregunta de Nietzsche: A un dios que todo lo sabe y todo lo puede y que ni siquiera da seguridad a sus criaturas sobre sus intenciones ¿puede llamársele dios?[1]

Una presentación formal del argumento podría ser la siguiente:[4]

En un artículo escrito sobre este argumento diez años después de ser propuesto[5]​ Schellenberg escribe que las críticas a este razonamiento se centran en la segunda premisa; hay relativamente pocas críticas cuestionando la existencia de una no-creencia razonable y casi no hay filósofos teístas que objeten la idea de que dios es amor puro.

Theodore Drange propuso en 1996 otro argumento: considera que la mera existencia de la no-creencia es una evidencia suficiente de la inexistencia de dios. El argumento puede presentarse así:[6]



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