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Asesinato de René Schneider



El asesinato de René Schneider correspondió al ataque realizado por dos generales pagados por Estados Unidos, Roberto Viaux y Camilo Valenzuela, junto a miembros del Frente Nacionalista Patria y Libertad (FNPL), para evitar la llegada del socialista Salvador Allende a la presidencia de Chile. La misión contemplaba el secuestro del comandante en jefe del Ejército, René Schneider, con el fin de provocar la intervención de las fuerzas armadas y evitar la sesión del Congreso que aprobaría los resultados de la elección presidencial chilena.[4]

La Cofradía Náutica del Pacífico Austral era una sociedad secreta chilena formada en agosto de 1968. relacionada con la navegación a vela y el yatismo basada en Algarrobo, que sirvió como fachada de operaciones subversivas para la preparación del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973.Todos los participantes están unidos por el interés en los deportes náuticos. Dentro de sus miembros estaban José Toribio Merino Castro (Asset ONI en Chile), los vice almirantes Patricio Carvajal Prado y Arturo Troncoso Daroch, los ex oficiales navales Roberto Kelly Vásquez y Hernán Cubillos Sallato (este último relacionado con la inteligencia naval británica) y los civiles Agustín Edwards Eastman (principal asset CIA en Chile), René Silva Espejo, Arturo Fontaine Aldunate, Sergio de Castro Spíkula. En su reunión constitutiva nombran a Edwards como su primer "Comodoro" y segundo "Comodoro" a Toribio Merino Castro.[nota 1][5]

A fines de mayo de 1970, el Centro de Opinión Pública que dirigía el democratacristiano Eduardo Hamuy entregó su última encuesta, previa a las elecciones presidenciales programadas para el 4 de septiembre: Jorge Alessandri 36,1%; Radomiro Tomic 30,8%; Salvador Allende 25,6%.[6]

El 1 de septiembre, 72 horas antes de los comicios, una encuesta Gallup concedió una amplia ventaja a Alessandri, con el 41,5%; seguido de Tomic, con el 29%; y Allende con el 28%.[nota 2]​ Las elecciones se desarrollaron en total normalidad.[6]​ Triunfó el doctor Salvador Allende, de la Unidad Popular, con 1.075.616 sufragios (36,3%), logrando la primera mayoría relativa. Segundo llegó Jorge Alessandri, con 1.036.278 (34,9%); y tercero Radomiro Tomic, con 824.849 (27,8%). Las encuestas en aquella ocasión no sirvieron de nada.[6]​ A las 2.00 de la madrugada del día 5, desde los balcones de la Fech, Allende confirmó su victoria y pidió serenidad y disciplina. Un abogado democratacristiano había llamado momentos antes al comando, instándolos a que se declararan vencedores y advirtiéndoles que se gestaba un fraude en el recuento de votos.[6]

En la conjura, promovida por el gobierno estadounidense a través de la CIA y de la Oficina de Inteligencia Naval (que tenía acceso ilimitado a la Armada de Chile) luego de una reunión en Washington D.C. en la que participó Agustín Edwards Eastman quien era el principal asset de la inteligencia de ese país en Chile y dueño de la cadena de diarios El Mercurio, se agruparon pequeñas y variopintas facciones de ultraderecha. Incluso nuclearon en 1967 un centro golpista bajo la fachada de un Club de Yates, la Cofradía Náutica del Pacífico Austral, la cual reunió a los principales assets de las inteligencias extranjeras: José Toribio Merino (Oficina de Inteligencia Naval de Estados Unidos), Hernán Cubillos (de la División de Inteligencia Naval británica) y el mismo Agustín Edwards Eastman.[7]

Venían golpeando a las puertas de los cuarteles militares (CIA) y navales (ONI) desde mediados de la década de 1960 y en la campaña de 1970 se congregaron en el Movimiento Independiente Alessandrista (MIA). Allí estaban los gremialistas, que eran conducidos por Jaime Guzmán Errázuriz; el Movimiento Alessandrista Democrático, que encabezaba Luciano Morgado; un sector de la juventud del Partido Nacional, liderada por Guido Poli Garaycochea;[9][nota 3]​ el grupo Tizona, de Juan Antonio Widow (al que pertenecía Enrique Arancibia Clavel); un grupo de choque dirigido por Luis Hurtado Arnés; Casa de la Victoria, del químico Luis Gallardo Gallardo; el Movimiento nacionalsindicalista Tacna, representado por el Juan Diego Dávila; y un comando de combate callejero proveniente de Fiducia, representado por Juan Luis Bulnes, Julio y Diego Izquierdo Menéndez apoyados por el sacerdote Fernando Karadima. Todos ellos constituyeron el Frente Republicano Independiente (FRI)[nota 4]​ del que emanó el Movimiento Cívico Patria y Libertad, encabezado por el abogado Pablo Rodríguez Grez.[7]

La coordinación de operaciones se encomendó a Enrique Arancibia Clavel, excadete de la Escuela Naval que provenía de Tizona, agrupación viñamarina vinculada a sectores de la Armada. Entre los encargados de la logística de la BOC estuvo Nicolás Díaz Pacheco, sindicado como colaborador de la CIA.[7]

Se desata una campaña terrorista que es debidamente publicitada de manera escandalosa por El Mercurio y su cadena mediática, los cuales compiten en sensacionalismo.[8]

Los atentados los realiza una Brigada Obrero Campesina formada por dos grupos de alessandristas, uno del comando de Alessandri de Catedral 1589 y el otro del comando de Catedral 1900. Ambos grupos coordinados por Enrique Lautaro Arancibia Clavel.[nota 5]

Daban publicidad a los comunicados de la BOC, en medio de espectaculares fotos y grandes titulares los cuales utilizaban planteamientos izquierdistas, de organización “revolucionaria”. La redacción de los comunicados creaba pesadas dudas acerca del origen de izquierda de la organización terrorista.

Explotan bombas en las Torres de Tajamar, el aeropuerto de Pudahuel, Canal 9 de televisión, el supermercado Almac de Américo Vespucio, y en el de Vitacura el 26 de septiembre de 1970, el Instituto Geográfico Militar, la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, la estación eléctrica de Colina, y la Bolsa de Comercio de Santiago entre otros objetivos.[8]

Gran parte de los integrantes del grupo que asesinó a René Schneider provenía del comando electoral a la presidencia de la República de Jorge Alessandri, especialmente los ubicados en Catedral 1589 y 1900. La Brigada "izquierdista" era dirigida por Enrique Arancibia Clavel desde su casa en General del Canto 122, en la comuna de Providencia. Arancibia entregó los explosivos, determinó los objetivos y redactaba los comunicados "revolucionarios" por encargo del general Roberto Viaux.[8]​ Los terroristas eran transportados a los objetivos por el banquero Adolfo Ballas Ostergaard, quien será miembro del sector duro que apoyará a Pinochet.

Los diarios de Agustín Edwards, en primer lugar El Mercurio, Las Últimas Noticias y La Segunda culpan al MIR de los atentados y a la inexistente BOC.

En los atentados participan Arancibia Clavel, Adolfo Ballas Ostergaad, Juan Diego Dávila, Luis Galllardo, Carlos Labarca, Jaime Melgoza,[nota 6]​ Luis Hurtado Arnes y Jorge Lagos.[8]

Tratan también de conseguir armas que serían enviadas desde Panamá. Preparan una cancha de aterrizaje al efecto entre Melipilla y San Antonio 33°34′27.98″S 71°15′44.33″O / -33.5744389, -71.2623139. Las armas serán transportadas a Santiago por la cuesta de Mallarauco.[8]​ Compran armas a través de Nicolás Díaz Pacheco quien las compraba a su vez a Fernando Ceruti Gardeazabal, en calle Amunategui 491, departamento 34, en Santiago.[8]

La instrucción y ensayo con los explosivos los realizan preferentemente en Til Til, cerros de Calera, Cuesta de los Dominicos, Túnel Lo Prado, Laguna Verde y otros lugares.[8]

El viernes 2 de octubre La Segunda, vespertino de los Edwards titula destacadamente:

El sábado 3 El Mercurio con grandes titulares:

Al día siguiente siguiendo la pauta de magnificar los atentados terroristas titula:

El vespertino de la cadena de Edwards titula:

Entre los días 2 y 4 de octubre el Partido Demócrata Cristiano realizó su Congreso Nacional y resuelve buscar un entendimiento con la Unidad Popular.[8]​ Los dos grupos políticos designan a sus respectivas comisiones negociadoras que prontamente llegan a un acuerdo, al cual se le denomina “Estatuto de garantías democráticas”. El acuerdo asegura la votación mayoritaria en el Congreso Pleno para el candidato de la Unidad Popular Salvador Allende. El acuerdo entre la Democracia Cristiana y la Unidad Popular echa abajo las maniobras políticas para impedir que Allende sea proclamado Presidente de la República por el Congreso Pleno el 24 de octubre.

Así, la conspiración acelera los planes para impedir la votación. Las maniobras políticas ya no sirven. Ahora lo que vale son los planes violentos.[8]​ El principal obstáculo ahora es el comandante en jefe del ejército general René Schneider y la segunda antigüedad comandante de la división con asiento en Concepción Carlos Prats. Ambos de posiciones constitucionalistas. El mismo día del acuerdo en torno al “Estatuto de garantías Constitucionales”. Conversan y leen los diarios el agente de la CIA Robert “Bob” Bellerez, el general Viaux y el coronel Raúl Igualt. Conversan, a pedido de la CIA acerca de cancelar el plan del golpe de Estado, ya que según Bellerez “debe haber traición en alguna parte”.

El lunes 5 Las Últimas Noticias titula:” Estallidos simultáneos”. La Segunda, vespertino de los Edwards titula: “Continua la ola de terrorismo. Trece atentados en tres días” Al día siguiente titula:” Estalló bomba en la Escuela de Leyes”.[8]

El 5 de octubre el agregado militar norteamericano en Santiago se reúne con un general de ejército y otro de la aviación manifestándole que EE. UU. tiene una posición favorable a un golpe militar.[8]

Los conjurados tenían dos opciones: Operación Alfa, secuestro de Schneider; y Operación Beta, secuestro de Prats.[8]​ Gran parte de los integrantes del grupo terrorista que participó en el asesinato del comandante en jefe del Ejército René Schneider fueron reclutados de los comandos electorales del derrotado candidato conservador Jorge Alessandri Rodríguez, ubicados en Calle Catedral 1589 y 1900.[2]

El objetivo de la conspiración es buscar el alzamiento de las fuerzas armadas, especialmente el Ejército y la Armada, para interrumpir el proceso institucional produciendo hechos de extrema gravedad en la vida nacional como el acuartelamiento del general Viaux en alguna unidad militar de Santiago, atentados terroristas con explosivos (efectuados por Enrique Arancibia Clavel), el secuestro de Schneider y de otros 3 generales del Ejército que obliguen por lo tanto ante esta situación de caos generalizado a intervenir a las fuerzas armadas a fin de "poner orden", tomándose el poder instaurando una junta militar, y por ende interrumpiendo el proceso de asunción a la Presidencia de la República de Salvador Allende.[8]

El general Camilo Valenzuela se reunió con otros jefes de las Fuerzas Armadas de Chile, previamente contactados por la CIA o por la ONI, como el Almirante José Toribio Merino.[10]​ Otros oficiales contactados fueron el almirante Hugo Tirado,[11]​ el general de Carabineros Vicente Huerta Celis, el Coronel Igualt y un grupo de civiles.[12]

En los días previos, el almirante José Toribio Merino alojó varias veces en la casa del general Viaux.[13]

El Informe Church registra en la página 31 que se habían realizado entre el 5 de octubre y el 20 de octubre, 21 contactos de agentes de la CIA con elementos claves de las fuerzas armadas y carabineros chilenos. A aquellos chilenos (militares y carabineros) que se inclinaban por dar un golpe se les aseguró un fuerte apoyo en los más altos niveles del gobierno norteamericano, tanto antes como después del golpe.[2]

Enrique Arancibia Clavel dinamitó una sucursal del Banco de Crédito e Inversiones, la caseta de transmisión del Canal 9 de Televisión de la Universidad de Chile, los supermercados Almac, la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, un muro del Instituto Geográfico Militar, una firma distribuidora de automóviles Ford, los laboratorios Sydney Ross y un estanque de combustible del aeropuerto Pudahuel ocasionando la pérdida de 14 500 litros de jet fuel que se escurrieron sin inflamarse.[nota 7][14]

En relación a la investigación por el asesinato del expresidente Eduardo Frei Montalva, han aparecido otros antecedentes acerca del asesinato de Schneider.[15]​ En octubre de 1970, el coronel Patricio Silva Garín entregó información vital al comando de ultraderecha que preparaba el atentado, para favorecer que los sectores golpistas de esa rama castrense dieran a causa de ello un golpe de Estado, que impidiera que Salvador Allende asumiera el gobierno tras vencer en la elección por estrecho margen al candidato de la derecha, Jorge Alessandri.[15]​ Para ello Silva sostuvo reuniones con quien aparecía como cabecilla de ese grupo, Juan Diego Dávila Basterrica, a quien le informó, por ejemplo, que la Democracia Cristiana de Chile y Frei Montalva habían resuelto apoyar a Allende en la votación del Congreso para que asumiera la jefatura del Estado, respetando que había obtenido la primera mayoría. Patricio Silva, fue encausado por el asesinato de Eduardo Frei Montalva, el 12 de diciembre de 2009.[15][16]​ Fue imputado como asesino el 30 de enero de 2019.[17][18][19][20]

El 19 de octubre de 1970, un grupo de hombres con granadas de gas lacrimógeno intentaron secuestrar a Schneider a la salida de una cena oficial en la casa fiscal del Comandante en Jefe del Ejército de Chile (más tarde sería usada por Pinochet) en la avenida Presidente Errázuriz.[21]​ La tentativa falló porque el general se fue en su automóvil privado y no en el vehículo oficial previsto por los hombres de Viaux.[21]

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El propio general Camilo Valenzuela, presente en la comida de los generales, ayudó a retener al resto de los comensales mientras Schneider abandonaba el recinto. Éste en vez de usar el Mercedes Benz de la Comandancia en Jefe usó su propio automóvil Opel, y no usó la vía habitual.

Una segunda tentativa, el 20 de octubre, también fracasó. La Agencia Central de Inteligencia aseguró a Valenzuela que "el apoyo del gobierno estadounidense a grupos antiallendistas continúa."[23]​ Pero ellos también concluyeron:

Ante los dos fracasos anteriores, Viaux, que quedaba ante sus mandantes como inefectivo, citó a reunión en el departamento de calle Amunátegui y ordenó "sacar a Schneider del camino, cueste lo que cueste". El 21 de octubre de 1970 se reúnen en avenida Diez de Julio 066 departamento 33, de propiedad de José Aravena (dueño de la boite La Sirena) algunos complotadores para ultimar los detalles del tercer intento criminal.[2]​ Entre ellos estaban Luis Gallardo Gallardo,[nota 8]​ y Juan Diego Dávila Basterrica quienes directamente son los encargados de preparar el atentado. A las 20:00 se dirigen a un camino de tierra cerca de un puente que une al Parque Cousiño con la avenida Matta y sobre diarios con autos de juguetes planifican el operativo a partir de las 23:30 en Los Domínicos (en el sector de Piedra Roja donde se hizo el Festival de Piedra Roja), ensayan "en terreno" el operativo. Los complotadores habían pedido además de los miles de dólares, varias metralletas, munición, granadas de gas lacrimógeno y máscaras antigases.[2]

A las 00:20 les fueron entregados a los complotadores tres subfusiles M3 junto a latas con gas lacrimógeno y máscaras antigases.[nota 9]​ En un "sector aislado de Santiago", que se estima fue cerca de la Escuela Militar, en el sector de Lo Castillo. En el mismo sector, Americo Vespucio Norte, cinco horas más tarde se realiza la reunión final de los complotadores.[2]

El tercer intento de secuestro se realizó a las 08:00 del 22 de octubre de 1970.

Gallardo a bordo de un Peugeot 404 blanco de propiedad de Mario Berríos y del Woolworth, de su propiedad e inspecciona el dispositivo del atentado momentos antes de ejecutarse. Controla las barreras puestas para desviar el tráfico en la esquina de Félix de Amesti y Martín de Zamora. La posición de los vehículos y de los terroristas de a pie. Jorge Medina Arriaza parado en la esquina de Sebastián Elcano con Martín de Zamora, a media cuadra de la casa de Schneider saca un pañuelo para sonarse, así da la señal de inicio del operativo terrorista avisando que el general estaba saliendo de su casa.[2]

El Mercedes-Benz de la comandancia en jefe iba conducido por el Cabo primero Leopoldo Mauna Morales. El general Schneider iba sentado en el asiento trasero al costado derecho. El vehículo hace su rutinario viaje hacia las oficinas de la comandancia en jefe del Ejército en el Ministerio de Defensa desde la casa particular de Schneider. Son las 8:05 de la mañana. El general lee su libreta de apuntes. Son cuestiones institucionales importantes relacionadas con el momento político que vive el país.[8]

A las 8:05, al acercarse el auto de Schneider a Sebastián Elcano hacia Martín de Zamora, se les adelantó un Fiat 1500 que tenía un paño amarillento para identificarse. Ya en Martín de Zamora el auto de Schneider fue sobrepasado por otro vehículo. Estos dos vehículos preceden al de Schneider.[22][2]​ Labarca persigue el Mercedes-Benz, lo mismo hace un Dodge Dart azul manejado por Eduardo Maffei Reyes en compañía de Dávila Basterrica. Se cruza al auto de Schneider.[22][2]​ El chofer de este solo puede continuar viaje por el costado sur de Martín de Zamora precedido de los dos autos más el Dodge por el costado norte, más el Jeep Willys que le sigue, más otro Ford Falcon por el costado norte manejado por Rodolfo Bey Benzen además de otro no identificado y un Peugeot celeste manejado por Rafael Fernández Hurtado.[22][2]

El automóvil oficial de Schneider fue bloqueado en la esquina de la avenida Américo Vespucio con Martín de Zamora por cuatro vehículos y un grupo rodeó el automóvil del general, destrozando con martillos los cristales traseros y la puerta lateral trasera. Los secuestradores, al percatarse de que Schneider tomaba su arma para repeler la acción, dispararon sobre él impactándolo con tres balas, y luego huyeron.

Son balas hechas para maximizar en una corta distancia la cisura. Con cabezal de plomo ahuecado, al impactar se expanden de modo que, en vez de atravesar un órgano lo destroza, además de traumatizar el resto del cuerpo.

Viéndose asaltado, el sargento Mauna, lejos de bajarse a mirar los daños ocasionados por el Jeep, se inclina para retirar de la guantera su Colt. Fue entonces cuando Melgoza, a fin de intimidarlo, le dispara un balazo. Esa bala, de plomo recubierto de acero, pega en el anillo del general, le fractura el dedo a la altura del tercer metacarpo, le roza el brazo derecho y termina alojada en la hombrera de su chaqueta.

En esos años los autos no tenían respaldo de nuca, por lo que el choque por alcance dejó al general medio aturdido sobre el piso. Estaba apoyado en el respaldo del asiento delantero, de espaldas a Juan Luis e Izquierdo, cuando éstos empezaron a dispararle. Entre ambos, sin mediar provocación alguna, le aforraron uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete y ocho plomazos. Todos contra un servidor público que no tenía nada contra ellos. "Si se muere que Dios me perdone, era una causa justa", dijo uno de sus finos pistoleros.

Lo llevaron de inmediato al Hospital Militar, donde ha debido llegar sin vida. Si el gobierno demoró en dar el resultado de la elección ¿no iba a hacer otro tanto con el de esta conspiración?

El cabo-chófer, Leopoldo Mauna Morales, al ver desangrándose al comandante en jefe, lo llevó al Hospital Militar.[22]

El 25 de octubre de 1970, sufrió un paro cardíaco debido su gravísimo estado, falleciendo a las 07:50.

Producido el atentado la CIA informa a su central en Virginia, Estados Unidos:

Al mismo tiempo el gobierno de Frei nombra como jefe de la Plaza militar de Santiago al general Camilo Valenzuela, el otro conspirador que había protagonizado el primer intento de secuestro.[2]

El presidente Eduardo Frei Montalva y su Ministro Sergio Ossa Pretot, colocan en posición aún más favorecida al otro de los complotadores. Algunos investigadores sugieren que eran parte del complot.

Los integrantes del comando se desperdigaron por la zona central, algunos usando lugares tan conspicuos como el torreón de la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ocultado por su propio párroco Fernando Karadima. La periodista María Olivia Mönckeberg indagó en su libro Karadima, el señor de los infiernos sobre la relación que el ex párroco del Bosque mantiene con la familia de su abogado eclesiástico, Juan Pablo Bulnes, los Bulnes Cerda, quien habría comentado que habría refugiado a Juan Luis Bulnes, condenado por la muerte del general René Schneider.[26]

El 3 de noviembre de 1970 el presidente de la República Eduardo Frei entregó la banda y la insignia presidenciales al nuevo Mandatario, Salvador Allende, mientras el Fiscal Militar, señor Lyon, había encargado reos a los siguientes detenidos en el proceso por homicidio del general Schneider:

Como coautores del homicidio, al general (R) Roberto Viaux Marambio[29]​y a su suegro el coronel (R) Raúl Igualt Ramírez;[29]

Como cómplices, a Gustavo Valenzuela Salas, abogado; Jorge Melgoza Garay; Roberto Luis Vinet Llamazares, agricultor; Humberto Contreras Inostroza, rentista; Juan Antonio Bouchón Sepúlveda, ingeniero agrónomo; Adolfo Ballas Ostergaard, piloto civil; León Cosmelli Pereira, estudiante universitario; Raúl Igualt Ossa, cuñado del general Viaux; Juan Enrique Prieto Urzúa, estudiante universitario; Carlos Aravena Toro, comerciante; y Luis Adolfo Gallardo Gallardo, comerciante.[29]

Aparte de las personas encargadas reos en este último proceso, corrieron posteriormente análoga suerte los comerciantes Sergio Topelberg Volosky, Luis Ravest Toro y Nicolás Ignacio Díaz Pacheco; Jorge Medina Arriaza y Juan Diego Dávila Basterrica; el ingeniero Julio Fontecilla Rojas, cuñado del general (r) Roberto Viaux; el funcionario de Endesa Rafael Fernández Stuardo; el estudiante Julio Izquierdo Menéndez, cuya extradición fue solicitada por encontrarse ausente en España; el exdetective Wolfang Melgoza Garay; Fernando Japur Huerta, Carlos Silva Donoso, Carlos Ernesto Labarca Metzger, Luis Armando Hurtado Arnet, Julio Requena Lever, Arturo Escudero Troncoso y Mario Montes Tagle; y Colia Alejandrina Pezoa Barrios y Berta Piña Trujillo.[29]

Se despacharon órdenes de detención contra las siguientes personas que, inmediatamente después de producido el atentado contra el general Schneider huyeron del país: Juan Luis Bulnes Cerda, estudiante, hijo del exministro de Defensa Manuel Bulnes Sanfuentes; Guillermo Carey Tagle, abogado; Andrés Godfrey Widow, excadete naval; Allan Leslie Cooper; Jorge Hugo de Solminihac Andrade, abogado, Diego Izquierdo Menéndez, estudiante; Jorge Arce Brahm, contador, y Enrique Arancibia Clavel, estudiante, hijo del marino en retiro del mismo apellido que había sido detenido por considerársele proveedor de explosivos empleados en atentados terroristas, pero que luego fue puesto en libertad incondicional.[29]

Aparte de todos los encargados reos que ya hemos mencionado, corrieron la misma suerte dos oficiales del Regimiento Húsares, de guarnición en Angol, el capitán Guillermo Jara Llamazares y el teniente Sergio Carrera, quienes, además, fueron eliminados del Ejército.[29]

Obviamente el proceso por actos de terrorismo, que instruía el Ministro en Visita don Abraham Meerhson, fue involucrado en el seguido por el Fiscal Militar don Fernando Lyon Salcedo por infracciones a la Ley de Seguridad del Estado, estimándose que dichos atentados formaron parte del plan sedicioso que culminó con el homicidio del general Schneider.[29]

La justicia militar concluyó como autores materiales de los disparos a Julio Bouchón[nota 10]​y José Melgoza Garay, además que el asesinato de Schneider estaba planeado por dos grupos militares, uno conducido por Roberto Viaux y el otro por el general Camilo Valenzuela. Viaux y Valenzuela fueron condenados por su eventual conspiración para causar un golpe de Estado, y Viaux también fue condenado por el secuestro.

La CIA, bajo el nombre de "track two", financió a estos grupos en su intento de evitar la llegada de Allende a la presidencia mediante un golpe de Estado. Luego de revisar los planes de Viaux, la CIA determinó que no tendría éxito, y que no lo apoyarían por ser muy prematuro el forzar un golpe de Estado. De igual manera, Viaux realizó el intento de secuestro "actuando de manera independiente de la CIA en ese momento".

El grupo golpista liderado por el general Camilo Valenzuela era "un grupo bien conocido por la CIA y evaluado como capaz de llevar a cabo con éxito un golpe". Fue armado con tres subametralladoras, municiones y 8 a 10 granadas de gas lacrimógeno. Estas armas no fueron utilizadas y fueron devueltas a la CIA. Un miembro de la Embajada de Estados Unidos viajó a Viña del Mar para deshacerse mar afuera de este "paquete".

Los hijos del general, René y Raúl Schneider Arce, presentaron una querella en una corte federal en Washington el 10 de septiembre de 2001. En ella fueron acusados por el apoyo otorgado al secuestro y asesinato de Schneider: Henry Kissinger, el exdirector de la CIA, Richard Helms, el agregado militar norteamericano en Chile en 1970, Paul Wimert, y otros elementos de la Casa Blanca.

La defensa de Kissinger argumentó que su responsabilidad es política y no legal. La Corte Suprema de Estados Unidos aceptó esa postura en un fallo de abril de 2006.

En Estados Unidos, se le cuestiona o acusa de complicidad por su rol en matanzas, crímenes y golpes de Estado desde Asia a Sud América. Sin embargo, hay un solo crimen en que las huellas de Kissinger han quedado estampadas sin lugar a dudas: el asesinato del Comandante en Jefe del Ejército chileno, general René Schneider.[15]​ Críticos de la política intervencionista norteamericana en Chile, incluyendo al periodista Christopher Hitchens,[32][31]​ acusaron al Asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos Henry Kissinger de conspirar con Viaux en el asesinato del general Schneider. Además del rol de Kissinger en el Golpe,[31]​ los documentos desclasificados de Estados Unidos mostraron que la CIA había explorado la posibilidad de un golpe de Viaux,[31]​ se dieron cuenta de que no era viable y no lo apoyaron pero mantuvieron contacto con él suministrando armas limpias, es decir con los números de serie borrados las que fueron botadas al mar por un diplomático norteamericano en Viña del Mar después del atentado,[31]​ Durante su detención en la Cárcel Pública de Santiago, Viaux declaró:

El 16 de junio de 1972, el juicio a Roberto Viaux Marambio determinó: veinte años de presidio mayor en su grado máximo por el secuestro con resultado de muerte de Schneider y cinco años de extrañamiento por infringir la Ley de Seguridad del Estado. El 4 de septiembre de 1973, Viaux parte a Paraguay a cumplir su condena de extrañamiento.

Los hijos del general, René y Raúl Schneider Arce, presentaron una querella en una corte federal en Washington el 10 de septiembre de 2001. En ella fueron acusados por el apoyo otorgado al secuestro y asesinato de Schneider: Henry Kissinger, el exdirector de la CIA, Richard Helms, el agregado militar norteamericano en Chile en 1970, Paul Wimert, y otros elementos de la Casa Blanca. La defensa de Kissinger, argumentó que su responsabilidad es política y no legal. La Corte Suprema de Estados Unidos aceptó esa postura en un fallo de abril de 2006.[15]

En 2002, el exsecretario de Estado norteamericano Henry Kissinger ha sido requerido por tribunales en Francia, Argentina y Chile[30]​ para declarar como testigo en casos de violaciones a los derechos humanos en el Cono Sur, además de una querella criminal en Chile por la Operación Cóndor. En Estados Unidos, se le cuestiona o acusa de complicidad por su rol en matanzas, crímenes y golpes de Estado desde Asia a Sudamérica. Sin embargo, hay un solo crimen en que las huellas de Kissinger han quedado estampadas sin lugar a dudas: el asesinato de René Schneider.

El diario The Washington Post publicó en julio de 2010 la transcripción de una conversación en la que el presidente Richard Nixon y su entonces Consejero para la Seguridad Nacional, Henry Kissinger, bromean sobre un asesinato cometido por la CIA que no puede ser otro que el de Schneider.[34]​ Paralelamente, ArchivoChile, una ONG, publicó extractos de un libro confidencial de la Central de Inteligencia norteamericana que responsabiliza al entorno de Nixon por el asesinato de Schneider.[34]​ Este libro, que no es nada más ni nada menos que la biografía oficial del entonces director de la CIA Richard Helms[34]​redactada por Robert Hattaway[34]​ sobre la base de entrevistas realizadas con él, que llegó a manos del conocido y respetado periodista John Dinges[34]​ en el marco de la investigación que estaba haciendo sobre el asesinato de Schneider.[34]

Operación Alfa, fue un filme estrenado en la Navidad de 1972, dirigida por el argentino Enrique Urteaga y que trataba con una clara y frontal tesis a cuestas lo que habría ocurrido detrás del atentado al general René Schneider el 22 de octubre de 1970. Fue presentado en el Festival de Cannes de ese año.[35]

En relación a la investigación por el asesinato de Eduardo Frei Montalva,[36]​ han salido otros antecedentes acerca del asesinato de Schneider. En octubre de 1970, el coronel Patricio Silva Garín entregó información vital al comando de ultraderecha que preparaba el atentado,[36]​ para favorecer que los sectores golpistas de esa rama castrense dieran a causa de ello un golpe de Estado, que impidiera que Salvador Allende asumiera el gobierno tras vencer en la elección por estrecho margen al candidato de la derecha, Jorge Alessandri.[36]​ Para ello Silva sostuvo reuniones con quien aparecía como cabecilla de ese grupo, Juan Diego Dávila Basterrica, a quien le informó, por ejemplo, que el Partido Demócrata Cristiano y Frei Montalva habían resuelto apoyar a Allende[36]​ en la votación del Congreso para que asumiera la jefatura del Estado, respetando que había obtenido la primera mayoría.[36]​ Patricio Silva fue encauzado por el asesinato de Eduardo Frei Montalva el 12 de diciembre de 2009.

La periodista Maria Olivia Mönckeberg indagó en su libro Karadima, el señor de los infiernos sobre la estrecha relación que el párroco Fernando Karadima mantiene con la familia de su abogado eclesiástico, Juan Pablo Bulnes, los Bulnes Cerda, y que se vanagloriaba de haber refugiado a Juan Luis Bulnes, condenado por la muerte del general René Schneider.[26]

Al cumplirse 40 años de su asesinato, se efectuaron distinta actividades en su recuerdo. En los medios apareció una carta enviada por un familiar suyo.


A 40 años del asesinato de mi abuelo, comandante en jefe del Ejército general René Schneider Chereau, a manos de militantes de extrema derecha ayudados por militares, recuerdo a quienes participaron de este crimen. Mi familia se mantuvo al margen de los medios y acató el fallo de la justicia, que dejó en la impunidad el crimen, aun cuando estos cobardes nunca pagaron su condena por la muerte de mi abuelo. Algunos escaparon y otros fueron amnistiados con la reducción de sus penas.
Hemos estado callados, pero no vamos a olvidar nunca que nos quitaron un esposo, padre y abuelo, un héroe que murió por defender nuestra Constitución y el orden público. Lo que no pudieron matar fue el ejemplo que dejó en la familia y la institución, jurando como soldado servir a la patria con la vida si fuese necesario.

Tras 41 años de silencio los medios entrevistaron a Víctor Schneider (coronel retirado). En ella resaltó los valores de su padre y su proyección en la sociedad actual. Describe como su padre se hizo cargo de un ejército postergado además del momento político en que el país estaba. Relata que el Tacnazo fue una mera indisciplina[38]

Dicha Comisión excluye el rol de Estados Unidos y particularmente de sus organismos de Inteligencia (CIA y Oficina de Inteligencia Naval)en el crimen. El mismo que está plenamente confirmado por las Comisiones de Investigación del Senado de Estados Unidos (Comité Church)[39]​ y del Congreso de Estados Unidos (Comité Hinchey).Todo esto además a disposición del público en general mediante los archivos desclasificados de la CIA y del Gobierno estadounidense del National Security Archive.

Diego Izquierdo Menéndez fue la novedad en la versión del Rally Dakar 2011.Los medios y algunos concursantes lo elevaron a la categoría de ídolo por ser el piloto más longevo de todos.[40]​ Tanto así, que lo bautizaron como el “viejito pascuero” de la competencia.[40]

Pero la ternura que despierta en los niños el personaje más famoso de la Navidad, está muy lejos del oscuro pasado de este novato piloto de 65 años, que vivió clandestino durante 6 en Argentina luego de que se fugara por su responsabilidad como uno de los autores del violento crimen del general René Schneider hace poco más de 40 años.[40]​En 1976, con el general Pinochet a la cabeza de la Junta Militar y con la seguridad de no tener que responder por sus actos, Izquierdo regresó al país y dos años más tarde, sin pasar un día en la cárcel por este hecho, fue favorecido con la Ley de Amnistía de 1978 (Decreto Ley 2.191).[40]

En relación a la muerte del matrimonio Luchsinger, en el conflicto mapuche apareció uno de los imputados en el caso Schneider, Alan Cooper, solicitando venganza en una entrevista dada a El Mercurio el 5 de enero de 2013.[41]

En 2013, a 40 años del asesinato del general René Schneider, su hijo, el coronel de Ejército en retiro Víctor Schneider Arce, publicó General Schneider. Un hombre de honor. Un crimen Impune, un libro testimonial y biográfico sobre su padre.[43]



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