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Avenida Juan Ponce de León



La avenida Juan Ponce de León, coextensiva como la PR-25 en todo su trayecto, es una de las principales avenidas de San Juan, Puerto Rico. Comenzando en la plaza Colón del Viejo San Juan como continuación de la calle Fortaleza esquina calle Recinto Sur, la arteria constituye el eje esencial de la Isleta de San Juan, el barrio de Santurce, que comprende áreas de influencia tales como los sub-barrios de Miramar, Campo Alegre, Hipódromo, Minillas, San Mateo y Sagrado Corazón entre otros barrios a lo largo del recorrido a través de la avenida, cada uno con características particulares, continuando con el sector de Hato Rey y finalmente el pueblo de Río Piedras.

A lo largo de la avenida predominan los edificios institucionales, culturales y emblemáticos y es considerada como una de las principales arterias en gestión de compras, participación comunal, actividades culturales y de capacitación de la ciudad, asimismo constituye un atractivo por su arquitectura.[1]

Antes de la llegada de los europeos, los pobladores indígenas se conectaban por huella o camino rudimentario justamente por lo que hoy en día se conoce como la avenida Juan Ponce de León. Aunque eran caminos estrechos, para el paso de personas solamente, paulatinamente fue ensanchado por los españoles durante la colonización, cual fue nombrada «carretera Central», principal conector de la capital con la Isla.

Por siglos circularon por allí los flujos de gente, ideas y mercancías que sirvieron de sostén al desarrollo de la capital y del país, y fue la espina dorsal de la ciudad.

Desde su surgimiento en el siglo XVI como un camino de tierra la ruta ha sufrido una infinidad de transformaciones, aunque todavía algunos caminos recuerdan a Cangrejos, uno de los asentamientos originales en la ruta.[2]

En 1810 se estableció la Junta de Hacendados y Comerciantes, uno de los organismos responsables de la organización del espacio urbano, mejor conocida como la Junta de Caminos. Un elemento importante en la organización del espacio fue la construcción de vías de comunicación las cuales permitieron asentamientos alineados en torno a las vías o carreteras. Uno de los casos más importantes fue la construcción del Camino Real, bautizada como la avenida Juan Ponce de León en 1913, y el camino de Bayamón a Cataño, hoy día Ruta 5. Estos caminos permitieron un mayor flujo entre pueblos vecinos[3]

En las últimas décadas del siglo XIX, toda el área fue impactado por el desarrollo de todo un complejo infraestructural a lo largo de la avenida, la vía férrea del tranvía de Ubarri a lo largo de la avenida añadió un nuevo elemento de atracción para el excedente poblacional residiendo en las densas calles de la capital. Ubarri tendió su bien recibido tranvía desde el Viejo San Juan hasta Río Piedras a lo largo de la avenida.[4]

Este querido sistema de transporte por la Ponce de León fue clausurado en 1946 cuando la compañía tranviaria fue nacionalizada y pasó a ser una filial de la Puerto Rico Water Resourses Authority (Autoridad de Fuentes Fluviales).[5]

Las paradas a lo largo de la avenida fueron numeradas, desde el 1 en el Viejo San Juan a 40 en Río Piedras. Los números llegaron a ser tan identificado con las ubicaciones que algunos mapas de calles todavía los muestran hoy en día.[4]

Tranvía de San Juan por Ponce de León en Miramar

Casa William Korber
en Miramar

Recordada Mansión Eduardo Giorgetti en Santurce

Para la década de 1950 la capital comenzó un proceso tan extenso como acelerado de dispersión por todo su territorio rural y agrícola. Así como el abandono del ferrocarril y el tranvía, apoyado por el subsidio de las petroleras y la industria automotriz al gobierno. La ciudad, es decir los nuevos barrios residenciales llamadas urbanizaciones y los centros comerciales,se movieron hacia las periferia de la ciudad, donde terrenos fértiles y baratos se pavimentaron para los nuevos asentados.[2]

Y siguiendo con el fuerte crecimiento económico de Puerto Rico entre los años 60 y 80 de unos 20% anuales consecutivos, se fortalece la nueva clase media con acceso a préstamos garantizados, cual resultó ser un reto para la nueva Junta de Planificación para lo cual no contaba con las herramientas adecuadas para lidiar con los nuevos cambios urbanos, fue así como se convirtió desde muy temprano en una agencia facilitadora dejando el diseño de la ciudad a manos de los promotores y especuladores. Con el éxodo de residentes y consumidores, la gran avenida que creció con la ciudad y el país por varios siglos, comenzó un proceso de decrecimiento, decaimiento y abandono que continúa hasta nuestros días,[2]​ aunque la esperanza de revivirla ya se encuentra en acción.

«Hay intentos para revivir la avenida, la intención de reforzar el carácter de centro comercial, cultural y laboral se logró solo muy parcialmente con la construcción de proyectos como el Centro de Bellas Artes y el Centro Gubernamental Minillas, lo que faltó fue la vivienda, ingrediente esencial para hacer ciudad, para devolverle la vida que se fue a los suburbios. Tampoco revitaliza la ciudad ni da nueva vida a la avenida la destrucción de las comunidades todavía vivas que no se sujetan a los modelos de ciudad moderna, para atraer inversiones y construir proyectos para los que puedan pagar. Las ciudades son tan ricas como diversas. Pierden fuerza cuando dejan de ser de todos y todas.»

Casino de Puerto Rico, Ave. Ponce de León 1

Casa de España, Puerta de Tierra

La avenida cruza por el puente Guillermo Esteves

Casa Aboy, Miramar

Museo de Arte Contemporáneo

Ciudadela en Santurce

Milla de Oro en Hato Rey

Plaza de la Convalecencia en Río Piedras Pueblo

La avenida recientemente fue declarada desde el sector de la Parada 12 en Miramar hasta la Parada 28 donde ubica el Coliseo y el Popular Center Urban Hub (en construcción, para inaugurarse en el segundo semestre de 2017) en Hato Rey como la «Avenida de las Artes». Área compuesta, entre otras tantas instituciones, por la Conservatorio de Música, el Museo de Arte Contemporáneo, el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré y el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot. A lo largo de sus aproximadamente 2.9 mi (4.6 км) abundan la mayor concentración de teatros, museos, vida nocturna, galerías, restaurantes y arte callejero en el Caribe.[6]​ Este movimiento a estimulando jóvenes entrepreneurs con negocios y restaurantes inovadores y exitosos volviendo a rescatar poco a poco la magnífica avenida, particularmente por una renta accesible, aceras anchas, y la accesibilidad peatonal y ciclista cada vez mayor presente a las inmediaciones del área.




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