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Batalla de Edesa



La batalla de Edesa fue un enfrentamiento militar librado en 260 entre las legiones del Imperio romano, lideradas por el emperador Valeriano, y el ejército del Imperio sasánida, comandado por el sah Sapor I, terminando con la victoria de este último y la captura del emperador.

Valeriano pasó a ser el primer emperador romano capturado en batalla por un enemigo extranjero.[3]

Desde que Ardacher I derrotó y mató a Artabano IV de Partia en Hormizdagán, sometiendo toda la meseta iraní y fundado la dinastía sasánida,[4]​ la nueva monarquía persa había dejado claras sus intenciones de reclamar los territorios alguna vez conquistados por Ciro el Grande y los aqueménidas, hasta Jonia y Caria a orillas del mar Egeo.[5]​ De este modo, las provincias de Siria y Mesopotamia quedaron bajo una gran amenaza.[6]

La cronología de los eventos permanece nebulosa, pero se sabe que Sapor I inició su segunda campaña contra los romanos con un asedio a Nísibis,[7]​ en 251 o 252.[8]​ La fortaleza resistió por meses, pero finalmente cayó, resultando su guarnición pasada a cuchillo y los no combatientes esclavizados. A partir de entonces empezó a incursionar en Siria y Anatolia.[7]

Posteriormente aprovechó que el augusto Publio Licinio Valeriano estaba ocupado en Armenia para derrotar a 60 000 romanos en Barbalissos.[9]​ Luego arrasó Siria, Cilicia y Capadocia, capturando Antioquia, la principal ciudad del Oriente romano,[10]​ y la fortaleza de Dura Europos[11]​ aprovechando que disturbios en Bitinia y una plaga había reducido las defensas romanas y distraído al augusto.[12]​ Ante estos acontecimientos, el emperador fue a confrontarlo personalmente[13]​ al tiempo que dejaba a su hijo, Publio Licinio Egnacio Galieno, a cargo del Oeste.[14]

Las inscripciones sasánidas reportan una hueste de 70 000 soldados provenientes de Germania Inferior, Recia, Nórico, Panonia, Dacia,[15]Mesia, Tracia, Bitinia, Asia, Panfilia, Isauria,[16]Licaonia, Galacia, Licia, Cilicia, Capadocia, Frigia, Siria, Fenicia,[17]Judea, Arabia, Mauritania, Germania Superior, Lidia y Mesopotamia.[18]​ Mientras que Jorge Cedreno (siglo XI), cronista bizantino dice que el emperador fue capturado junto a «una fuerza de 20 000 hombres».[19]

Lo cierto es que estudios modernos indican que los mayores ejércitos de campaña levantados por los césares en los siglos III y IV podían ser de 30 000 combatientes (o un poco más), dados los problemas de logística, pues debían ser acompañados por miles de carromatos y animales de carga. Por esto siempre debían seguir las calzadas sin apartarse de ellas, por lo que sólo se veían en grandes campañas contra los sasánidas en el Este o usurpadores en el interior del Imperio, donde existían tales rutas. En cambio, en campañas en lugares de difícil acceso, como en montañas, que solían ser una serie de asedios de fortalezas, eran de unos pocos miles de soldados en campaña.[20]

La historiadora finlandesa Ilkka Syvanne indica que sus ejércitos de campaña fácilmente podían llegar a 50 000 efectivos, pero posiblemente alcanzaran los 100 000 a 130 000, basándose en estudios arqueológicos realizados en las bases de campaña cercanas a la Gran Muralla de Gorgán.[21]​ Sin embargo, el erudito inglés George Rawlinson reduce el tamaño promedio de los ejércitos de campaña sasánidas a 30 000 o 60 000 hombres.[22]

No se conocen bien los detalles de la batalla, aunque la mayoría de las fuentes afirma que el augusto fue capturado vivo. La única excepción es el Cronicón pascual (s. VII), que afirma que murió en la batalla contra los persas a los 61 años.[23]​ En tanto, el historiador romano Zósimo (s. V-VI) dice que la captura fue a traición. Tras haber enviado embajadores y presentes pero sin recibir respuesta, el emperador decidió reunirse personalmente con el sah llevando una pequeña comitiva lejos de su campamento. Fue entonces tomado prisionero.[1]

En la inscripción sasánida de la época, Res Gestae Divi Saporis, «Los Actos del Divino Sapor», Sapor I estaba asediando Edesa y Carras[24]​ cuando el emperador apareció con una enorme horda[15]​ se produjo una gran batalla en la que fue capturado el emperador[25]​ junto al prefecto del pretorio, oficiales y senadores.[26]​ Concuerda con Zonaras (s. XII), historiador bizantino que afirma que Valeriano intentó liberar a Edesa de su asedio pero empezó a vacilar hasta que se enteró que la guarnición de la fortaleza había hecho muchas incursiones en las que murieron muchos persas y se hizo gran botín. Por eso decidió dar batalla, pero los sasánidas les superaban en número, y la hueste romana fue rodeada en un día y al siguiente, derrotada y el emperador capturado.[27]​ En cambio, Cedreno dice que Valeriano fue capturado en Cesarea.[19]​ Los historiadores romanos del siglo IV Aurelio Víctor, Rufo Festo y Flavio Eutropio indican que la derrota y captura fue en algún lugar de Mesopotamia.[28]​ Por último, Al Tabari (s. IX-X), historiador persa, da a entender que la batalla se produjo en Antioquia.[29]

Sin embargo, Zonaras reconoce que algunas fuentes indican que durante su estancia en Edesa, los soldados romanos pasaron hambre y comenzaron a pensar en amotinarse. El augusto, temeroso por su vida, prefirió entregarse al enemigo, provocando que su ejército rompiera filas y huyera sufriendo algunas bajas.[27]​ Sincelo concuerda con él, agregando que Valeriano, temeroso, salió del campamento fingiendo dirigirse a otra batalla pero al final se entregó.[30]​ Es similar a la versión de Pedro el Patricio (s. VI), en su caso fue una plaga que se cebó con los soldados mauris. Esto obligó al emperador a enviar oro y regalos valiosos al sah, solicitando la paz, pero este último ya sabía de la debilidad del enemigo y después de demorar la respuesta, envió de regreso a los embajadores con su negativa, marchando a dar batalla.[31]

Los primeros ejércitos sasánidas eran iguales a los de sus predecesores arsácidas,[32]​ así que es posible que usaran tácticas de golpe y fuga, desgastando constantemente a las legiones con sus arqueros a caballo,[33]​ que eran la mayoría de sus tropas.[34]​ Cada vez que los jinetes romanos contraatacaran se retirarían realizando el disparo parto[33]​ y usarían a sus catafractos para proteger a los arqueros y hacer retroceder a la caballería adversaria.[34]​ Luego, los arqueros sasánidas volverían a bombardear con flechas al ejército enemigo en una actuación similar a la batalla de Carras.[33]​ Cuando las legiones estuvieran lo suficientemente debilitadas, se ordenaría los catafractos una fulminante carga para destruir a la fuerza enemiga.[34]

Los historiadores cristianos san Jerónimo, Jordanes, Paulo Orosio y otros mencionan que la derrota del emperador fue inmediatamente después de iniciar la octava persecución de los cristianos. El sah lo redujo a una «miserable esclavitud», sirviendo como taburete para subir a su caballo.[35]​ Víctor describe que Sapor I forzó a Valeriano a arrodillarse para poner su pie sobre su cuello.[36]​ El escritor cristiano Lactancio (s. III-IV) dice que el augusto sufrió el castigo divino por su persecución. Tras servir como esclavo y taburete, fue despellejado y su piel llenada de paja y usada como adorno en un templo,[37]​ en esto último concuerda con Cedreno.[19]​ Según Eusebio de Cesarea, la suerte de este augusto sería justificada por Constantino el Grande en una supuesta carta como un castigo divino por su tiranía contra los cristianos.[38]​ La piel y el cuerpo de Valeriano fueron recuperados mucho después por Galerio, cuando forzó al sah Narsés a firmar la paz.[39]​ Por último, Al-Tabari relata que hay dos versiones de este episodio: la primera afirma que Valeriano pagó a Sapor I una gran indemnización y se lo liberó tras desnarigarlo; la segunda asegura que lo mataron.[40]

El historiador bizantino Agatías (s. VI) describe a Ardashir I y Shapor I como ejemplos «de malicia e injusticia» que habrían usurpado al trono parto.[41]​ Del segundo sah dice: «era un hombre muy injusto y sediento de sangre, despertó rápida y fácilmente a la ira y la crueldad, y lentamente y de mala gana se movió hacia la compasión y la moderación» y que capturó en batalla al emperador vivo[42]​ durante su gobierno de 31 años.[43]

Los prisioneros fueron deportados[26]​ a Persia.[44]​ Al Tabari especifica que el emperador fue llevado con «un gran número de las tropas que estaban ahí con él» a Gundeshapur.[29]​ En cambio, historiadores modernos plantean la posibilidad que Valeriano y sus soldados fueron usados para construir Bishapur.[45]

La Historia Augusta sostiene que muchos gobernantes le escribieron a Sapor I después de la victoria. Un personaje desconocido (se ha perdido la parte del texto que revela su nombre) le felicita[46]​ por capturar al viejo César, pero le advierte del poderío romano,[47]​ el que había vencido a todos los grandes países que lo retaron,[48]​ fueran galos, púnicos[49]​ o pónticos.[50]​ Termina aconsejándole firmar la paz y liberar al cautivo.[51]​ El rey Veleno de los cadusii le da el mismo consejo,[52]​ diciéndole «los romanos son más peligrosos cuando son derrotados»[53]​ pues todo su poder caería sobre él.[54]​ Igual temor tenía[55]​ Artavasdes de Armenia, quien le advirtió «no has conquistado tanto como sembrado las semillas de la guerra».[56]​ Le pide devolverlo, pues en las guerras entre persas y romanos su país siempre sufría por ser vecino de ambos.[57]​ Por último, los bactrianos, albanos, iberos y tauroescitas se negaron a escribirle al sah y ofrecieron sus servicios a los romanos para liberar al César.[58]

La captura del augusto dejó al Oriente romano a merced de los sasánidas. Sapor I probablemente instaló su cuartel general en Nísibis,[59]​ desde donde tomaría Tarso, Antioquia (nuevamente) y Cesarea,[30]​ haciéndose con toda Mesopotamia[60][61]​ y volviendo a devastar en Siria, Cilicia y Capadocia.[62]​ Se dice que las gargantas y colinas quedaron cubiertas de cadáveres.[63]​ En Cesarea ordenó deportar a sus 400.000 habitantes (según crónicas antiguas) hacia el sur persa.[27]

La expansión sasánida fue detenida por Septimio Odenato, rey de Palmira y aliado del emperador romano Galieno,[64]​ quien llegó a Ctesifonte en sus campañas.[65]​ Capturó los tesoros y el harén sasánidas.[66]​ Sin embargo, Odenato se retiró de Persia, finalizando la guerra y atemorizando a Sapor I.[67]

El nuevo augusto, tras la derrota de su padre, cesó la persecución de los cristianos[68]​ y restauró la paz en el Imperio.[69]​ Reformaría el ejército para incorporar más unidades de caballería, aunque la infantería siguió siendo mayoría, y gobernaría por quince años[19]​ hasta ser asesinado en Milán por la corrupción en la que habría caído.[70]​ De hecho, Juliano el Apostata, lo acusó de un comportamiento afeminado y débil sin mostrar interés por liberar a su padre.[71]

Se sabe que el sofista Nicóstrato de Trapezus escribió una extensa historia desde el reinado de Filipo el Árabe hasta Galieno, y que incluye detalles de la «ignominiosa expedición de Valeriano contra los persas».[72]​ Hoy esta pérdida.

Cada libro de algún historiador estará referenciado con números latinos y los capítulos y/o párrafos con números indo-arábigos.



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