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Bera



Bera (Berà, en catalán), de origen franco-visigodo, fue el primer Conde de Barcelona. Gobernó la misma desde 801 hasta 820. Fue, asimismo, conde de Gerona y Besalú (812/817-820) y, conde de Rasés y Conflent (790-820).

Era hijo de Guillermo conde franco de Tolosa (primo de Carlomagno) y de su primera esposa, Cunegunda, hija de Carlomán I. Después del 790 su padre le confió el gobierno de los condados de Rasés y Conflent, encargando los de Rosellón (con el pagus de Vallespir) y Ampurias a su otro hijo Gaucelmo (habido de su segundo matrimonio). Su segunda esposa fue una dama goda llamada Romilla.

Desde 796 gobernaba Barcelona el Wali, Sadun al-Ruayni, opuesto al emir de Córdoba. En abril del 797 se presentó en Aquisgrán y ofreció a Carlomagno someter la ciudad a cambio de mantenerle en el gobierno y ayudarle en su lucha contra Córdoba. Carlomagno convocó una Asamblea en Tolosa en la primavera del 800 en la que decidió el envío de su hijo Luis el Piadoso hacia Barcelona; un ejército al mando de varios nobles, entre ellos el conde Rostan de Gerona, Ademar de Narbona y Guillermo I de Tolosa partieron a la zona esperando la sumisión de la ciudad y asegurar su control, pero Sa'dun no cumplió su palabra negándose a entregar la ciudad que los francos se vieron obligados a asediar. Se produjo un largo sitio, probablemente iniciado en el otoño del 800. Sadun intentó escapar hacia Córdoba para pedir ayuda pero fue capturado. Su lugar lo ocupó Harun. La población quedó afectada por el hambre y las penalidades del sitio y los godos cristianos, finalmente, decidieron entregar a Harun y rendir la ciudad, probablemente el sábado 3 de abril del 801, Luis el Piadoso entró al día siguiente. No mucho después, Bera, el hijo de Guillermo de Tolosa, que había participado en la conquista junto a su padre, era investido como conde (con título también de marqués para gobernar un condado fronterizo).

Se cree que Bera, bajo influencia de su madre goda, lideró la tendencia partidaria de una paz con los musulmanes que debía ser mayoritaria entre los magnates godos de Barcelona. Sin embargo tuvo que participar en las expediciones que los francos emprendieron hacia el sur a fin de establecer los límites del condado en el Ebro consiguiendo así una defensa natural. Estas expediciones, la cronología de las cuales es dudosa, pudieron tener lugar en 804, 808 y 809.

La primera la dirigió Luis el Piadoso (que por entonces gobernaba Aquitania) y llegó a Tarragona donde, en Santa Coloma el ejército se dividió en dos bandos. Uno, liderado por Luis el Piadoso, que se fue hacia Tortosa. El otro, comandado por Bera, conde de Barcelona, Borrell, conde de Osona, y Ademar de Narbona, cubrió el flanco occidental y tenía que atacar Tortosa desde el sur. La sección de Bera cruzó el Ebro, cerca de su confluencia con el Cinca llegando hasta Vila Rubea, pero los ataques de los musulmanes les obligaron a retirarse hasta Vallis Ibana (quizá Vallibona), cerca de Morella. Allí se reunió con Luis que, durante ocho días, estuvo asediando Tortosa sin conseguir ningún resultado, y ambos marcharon hacia el norte.

La segunda expedición en la que participó Bera se produjo en 808. Carlomagno envió a su legado Ingobert a Tolosa con el fin de que su hijo Luis el Piadoso, que continuaba en Aquitania, lo mandase en expedición al sur de Barcelona. Ingobert empleó la misma táctica del 804, dividió el ejército; el cuerpo que él lideraba marchó contra Tortosa, y el otro, encabezado por Bera debía rodearla y atacar por el sur. Según Astrónom, cronista oficial del reino de los francos, en su Vita Hludovici, las fuerzas de Bera y Ademar de Narbona cruzaron el río con las barcas que tenían preparadas, los caballos lo atravesaron a nado, las defecaciones de éstos fueron arrastradas por la corriente y detectadas por los tortosinos. El valí de esta ciudad, atacó a Bera y Ademar que consiguieron escapar con pocas bajas en su ejército. Ambos se reunieron con Ingobert y se retiraron de la zona.

La tercera expedición tuvo lugar al año siguiente 809, Luis el Piadoso volvió a encabezar la misma, acompañado por diversos terratenientes francos (Isembard, Heribert, Luitard…) y fuerzas locales. Las máquinas de asedio se trasladaron hasta Tortosa y, durante 40 días, se asedió la ciudad, asedio que tuvo que levantarse al llegar un ejército cordobés encabezado por Abderramán II, hijo del emir Al-Hakam I, que quizá (según el historiador Al Maqqari) pudo derrotar a los francos. Astrónom, evita la palabra derrota explicando que los musulmanes de Tortosa, desesperados por el asedio, ofrecieron las llaves de la ciudad a Luis el Piadoso, que se dio por satisfecho y levantó el asedio, cosa que resulta realmente inverosímil.

Tras este fracaso que confirmaba los dos anteriores, las proposiciones pacifistas de Bera, tuvieron efecto en la corte. Finalmente el Emperador Carlomagno las aceptó en el año 812, por un plazo de tres años.

A la muerte de su padre (18 de mayo del 812), los condados de Rasés y Conflent pasaron a Bera en los que ya gobernaba por delegación paterna, poco después encomendó su administración a su hijo Guillemó (Guillemundus).

Ese mismo año, 812, Bera viajó a la corte de Aquisgrán junto con los condes Gaucelmo del Rossellón, Odilón de Gerona y Besalú, Giscafred de Carcasona, Ermenguer de Ampurias, Ademar de Narbona, Leibulf de Provenza y Erlín de Besiers, para asistir a la acusación que contra todos estos condes efectuaron un grupo de terratenientes hispánicos (es decir nobles locales de la antigua provincia de Septimania y de Gothia o Marca Hispánica) que se quejaban de que les imponían tributos y cargas injustos sobre sus tierras. Carlomagno dio la razón a los demandantes.

En 815, acabada la tregua, se reanudó la guerra con los musulmanes, que al mando de Ubayd Allah, tío del emir Al-Hakam I, atacaron Barcelona, pero cuando iban a asaltarla, un ejército, probablemente reclutado entre los godos del país, se presentó ante la ciudad y obligó a los atacantes a retirarse. Esta victoria acrecentó el prestigio de Bera, cuyas relaciones con la nobleza goda local debían ser muy buenas. En noviembre de 816 el valí de Zaragoza viajó a Aquisgrán y negoció una nueva tregua que, finalmente, fue acordada en febrero de 817, por tres años más. Durante esta tregua la política de los francos sufrió graves fracasos en Pamplona (dominada, hacia 817, por los Banu Qasi del valle del Ebro y Aragón, y de donde en 820 García Galíndez «el Malo» obligó a huir, con la ayuda de Íñigo Arista, al conde Aznar I Galíndez, vasallo de los francos, tras lo cual forjó lazos con Musa ibn Fortún, miembro más importante de la familia Banu Qasi). Estos fracasos fueron aprovechados por los enemigos políticos y personales de Bera (seguramente defensor de la tregua), para acusarle de responsable, calificando dicha tregua como contraria a los intereses nacionales. El partido belicista estaba encabezado por el hermanastro de Bera, el conde Gaucelmo de Rosellón y de Ampurias, y por el hermano pequeño de éste, Bernardo (conocido como Bernardo de Septimania).

Hacia 817 (¿quizá 812?)[cita requerida], al morir Odilón, conde de Gerona y de Besalú, dichos condados pasaron a manos de Bera.

En febrero del 820 se celebró una Asamblea general en Aquisgrán donde acudió el conde Bera. Gaucelmo envió allí a su lugarteniente Sanila, quien formuló la acusación contra el conde barcelonés por infidelidad y traición. El litigio, como era habitual en la época, se dirimió en un duelo judicial en el propio Palacio. Bera fue derrotado por Sanila. El sistema de lucha empleado (origen de los futuros torneos medievales) se hacía a caballo, con jabalinas y armas ligeras, utilizadas por los godos, pero casi desconocidas por los francos. A pesar de que Bera aceptó el reto (si se consideraba líder del partido godo no tenía otra opción), no era tan hábil como su rival. La derrota comportaba el reconocimiento de los cargos de los que era acusado y, por tanto, conllevaba la pena de muerte. El Emperador, que no consideraba al conde un traidor, le conmutó la pena de muerte enviándole al exilio en Ruan. Allí permaneció hasta su muerte en el año 844.

Sus dominios fueron divididos: Barcelona, Gerona y Besalú, fueron confiados al franco Rampón, distanciado de los dos partidos enfrentados en Gothia. Rasés y Conflent quedaron en manos de su hijo Guillemó que, de hecho, ya gobernaba desde el año 812 u 813.




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