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Bien económico



Los bienes económicos o bienes escasos, por oposición a los bienes libres, son aquellos que se adquieren en el mercado, generalmente pagando un precio por ellos y que satisface directa o indirectamente una necesidad.[1]​ Es decir, son bienes materiales e inmateriales que poseen un valor económico y que, por esto son susceptibles de ser evaluados en términos monetarios. En este sentido, el término bien se utiliza para nombrar cosas que son útiles a quienes las usan o poseen. En el ámbito del mercado, los bienes son cosas y mercancías que se intercambian las cuales tienen alguna demanda por parte de personas u organizaciones que consideran que reciben un beneficio al obtenerlos y consumirlos.

Un bien es un objeto material o servicio inmaterial cuyo uso produce cierta satisfacción de un deseo o necesidad. Los bienes pueden ser bienes libres cuyo acceso no es excluible y están disponibles en cantidades arbitrariamente grandes. Un ejemplo de bien libre sería el aire que se respira, que de hecho es necesario pero muy abundante, y por tanto no es susceptible de asignación mediante procedimientos económicos.

Los bienes económicos (o escasos) existen en cantidades limitadas y su asignación sigue algún tipo de procedimiento económico (mercado, racionamiento, reparto, etc.). Un bien económico puede ser un bien o un servicio. Los productos sujetos a precio o condiciones restringidas de acceso son ejemplos de bienes económicos. Un ejemplo de bien económico podría ser una casa, la ropa, etc.

Bienes muebles (trasladables) e inmuebles (no trasladables):

Analizamos cómo varían las demandas conjuntas de un conjunto de bienes según los valores de los precios. Las variaciones de las cantidades demandadas del bien i en relación al precio de ese bien, define la complementariedad o sustituibilidad del siguiente modo:

Bienes de consumo durables y no durables:

Según el régimen de propiedad y usufructo

La mayoría de los economistas clasifican los bienes de acuerdo a su propiedad en dos grandes grupos: bienes privados o individuales y bienes comunes o colectivos. Sin embargo, y en la práctica, los estudios económicos se han centrado en un aspecto particular de esa segunda categoría: los estatales (también llamados "bienes públicos", posiblemente debido a influencia del concepto legal dominio público[2]​ ). Esta aproximación se puede rastrear hasta Friedrich von Wieser, quien planteó:

Sin embargo, hay alguna confusión al respecto, especialmente en relación a la terminología, resultado -aparentemente- de un error en la popularización[4]​ de la visión de von Wieser por algunos de sus discípulos.[5]

En la actualidad esa clasificación no es generalmente empleada en estudios económicos[6]​ (a diferencia de los de Economía política), debido a una variedad de motivos -principalmente, porque es demasiado general (lo que da origen a ciertas confusiones y dificultades[7]​) y a que no toma en cuenta ciertos aspectos, por ejemplo, la utilización y usufructo de los bienes- Consecuentemente se han introducido sistemas más amplios y/o complejos. Así, por ejemplo Paul A. Samuelson[8]​ sugirió que la “comunalidad” o no del consumo es la determinante de la diferencia entre bienes privados y públicos, alegando que estos últimos son aquellos “bienes que todos gozan en común en el sentido que el consumo individual de tal bien no conduce a disminución del consumo de ese bien por ningún otro individuo” (esto llegó a llamarse “rivalidad”). Posteriormente Musgrave[9]​ argumentó que la característica que realmente separa los bienes públicos de los privados es la capacidad de excluir a algunos de su consumo (esto es llamado “excluibilidad”).

A partir de esas observaciones, los economistas modernos generalmente categorizan los bienes desde el punto de vista del uso en cuatro grandes grupos en función de esas dos características: rivalidad[10]​ y excluibilidad.[11]

Una clasificación alternativa es propuesta por James M. Buchanan para quien los “Bienes públicos puros” son aquellos que no poseen excluibilidad. Todos los otros bienes comunes son Bienes club.:[17]​ aquellos que satisfacen las necesidades a los usuarios libremente en el momento de uso, pero implican costos compartidos.

Es necesario notar que estas clasificaciones no son absolutamente congruentes o libres de defectos y que, en consecuencia, se pueden originar algunas confusiones. Por ejemplo, un recurso común, a pesar de que su beneficio sea libre a una comunidad, no es necesariamente propiedad común. Por ejemplo, señales de radio carecen tanto de excluibilidad como de rivalidad. Sin embargo, el sistema de propiedad de las empresas emisoras puede ser tanto privada, como estatales o comunitaria.

La primera distinción que se realiza es entre los bienes destinados a satisfacer una necesidad, y los destinados a satisfacer un deseo. Los primeros son los bienes que son imprescindibles para sobrevivir dentro de la sociedad. Dicha supervivencia no se refiere sólo a la supervivencia física del individuo, la cual es mantenida con bienes como alimentos o medicinas, sino también a la supervivencia como integrante de la sociedad y el sistema económico. Por esto, se incluyen también como necesidad bienes como la ropa y el alojamiento.

Un deseo, por el contrario, es la motivación para comprar cualquier otro bien económico que no sea imprescindible para sobrevivir. En condiciones normales, se espera que una unidad económica doméstica destine sus ingresos a la satisfacción de deseos una vez que la satisfacción de las necesidades haya sido cubierta.

Los ejemplos no son firmes y deben ser evaluados en su contexto. La ropa es una necesidad en la medida que se la requiera para no estar desnudo (lo cual mantendría a la persona fuera de la sociedad), pero es un deseo si es consumida basándose en la moda o criterios similares. Asimismo, las normas de convivencia de diversas sociedades podrían diferir y hacer que un bien que sea una necesidad en una, pueda no serlo en otra: por ejemplo, los bienes relacionados con las prácticas religiosas podrían considerarse una necesidad dentro de algunas sociedades teocráticas mucho más de lo que pudiera hacerse en otras.



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