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Camino de Santiago del Ebro



El Camino de Santiago del Ebro (conocido también como Camino Jacobeo del Ebro) es un recorrido simbólico que se inicia en la desembocadura del Ebro (concretamente en un monumento elevado en una pequeña duna deciada a las vírgenes de la Ruta Jacobea) y se desarrolla remontando el curso del río del cual toma su nombre. En la ciudad de Logroño se une al Camino Francés que proviene de Roncesvalles. El Camino de Santiago del Ebro camino se encuentra muy bien señalizado y discurre en muchos tramos por la ruta GR-99, conocida como Camino del Ebro. El recorrido ofrece unas magníficas vistas del Delta del Ebro, pasando por espectaculares parajes de la Terra Alta, los áridos del Bajo Cinca y el Bajo Ebro o junto al gran Embalse de Mequinenza. Tiene como eje central la ciudad de Zaragoza y su Basílica del Pilar. Esta ruta es muy agradable en cuanto a desniveles pero dura en cuanto a sombras, que escasean en todas las etapas. Se considera una ruta fácil para realizarla con bicicleta y dispone de alojamientos y albergues en todas las posibles etapas.

El río Ebro ha configurado durante milenios un auténtico eje de comunicación que unía el mar Mediterráneo hasta las tierras del norte de España. Pueblos y culturas como los íberos, los romanos, los árabes o los cristianos utilizaron su valle como vía de comunicación. De hecho, gran parte del trazado corresponde a un recorrido por vías de la antigüedad como calzadas romanas, caminos reales, cañadas reales o vías pecuarias.

Su principal origen es la calzada romana citada en el Itinerario de Antonino como una de las vías de comunicación del Imperio en Hispania. Aparece nombrada al bifurcarse la calzada principal procedente de Astorga, uno de cuyos ramales se dirigía a Burdeos por Pamplona y Roncesvalles, la calzada romana XXXIV o Ab Asturica Burdigalam, prosiguiendo el otro ramal, la calzada XXXII o Ab Asturica Terracone hacia Tarragona pasando por Caesarea Augusta, Zaragoza.

En general, todos los trayectos procedentes del Levante y asomados al valle del Ebro, se consideran rutas tardías, pues la dominación árabe en estas regiones impedía el tránsito de peregrinos y sólo serían utilizables a partir de mediados del siglo XII, tras la conquista cristiana de Zaragoza en 1118, Barbastro en 1148, Lérida, Mequinenza y Tortosa en 1149 y la de Valencia ya en tiempos de Jaime I de Aragón. El escritor árabe Massudi en su obra “Praderas de Oro” señala, según apunta Luciano Huidobro Serna, que "desde antiguo era la vía que seguían etíopes, nubios y sirios para dirigirse a Compostela".[1]​ Seguramente otros pueblos del Mediterráneo transitarían igualmente por esta ruta.

Para la protección de los peregrinos se crean en diversos lugares de este recorrido las conocidas como "Juntas" o "Hermandades". Se conservan en el Archivo Histórico de la Corona de Aragón numerosos documentos concediendo salvoconducto a favor de ingleses, flamencos, alemanes y húngaros en su mayoría de condición noble e influencia social.[2]

Todo el Camino del Ebro es generoso en patrimonio histórico-artístico, fruto de civilizaciones y culturas que han habitado las orillas del caudaloso río Ebro. Podemos encontrar restos prerromanos celítberos e íberos, romanos (como los mausoleos de Fabara o Chiprana, Lépida Celsa en Velilla de Ebro o Caesaraugusta en Zaragoza), así como fortalezas de origen musulmán, arte mudéjar (como la torre de Utebo) o castillos cristianos de frontera (como el de Miravet o el de Mequinenza). Las órdenes militares como los Templarios o el Císter (visible en el Monasterio de Rueda) también controlaron este camino de peregrinación.

El Valle del Ebro, por el que discurre esta ruta también ofrece paisajes de gran interés por su alto valor natural, cultural, ecológico y social. Con un valor biológico excepcional encontramos el Aiguabarreig de Mequinenza, una de las confluencias fluviales más grandes de la Península ibérica y por tanto, lugar estratégico y de paso obligado. El paraje de los Monegros en la Ribera Baja del Ebro o el Galacho de Juslibol también son lugares naturales de alto interés.



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