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Camisa



La camisa o blusa es una prenda de vestir tanto formal como informal de tela que cubre el torso y brazos, usualmente tiene mangas, cuello y botones en el frente. El término blusa se refiere a la camisa utilizada por mujeres, niños y también cuando se utiliza en distintas labores por hombres y mujeres.[1]

La palabra "camisa" toma su nombre del Latín camisia.

El origen de la palabra "camisia" es controvertido; según el Etymologiarum libri XX escrito por San Isidoro de Sevilla, proviene del hecho que se usaba para dormir en la cama (en Latín: camis); pero según San Jerónimo, la palabra "camisia" tiene origen celta o germánica.[2][3]

La historia de la camisa puede remontarse al 1500 a.C., cuando los egipcios, tanto hombres como mujeres, adoptaron el kalasiris, una pieza en forma de rectángulo de tejido de lino delgado con una abertura para introducir la cabeza. Durante el Imperio Romano a esa pieza de tela se le agregarán mangas y se denominará túnica manicata. En la Edad Media y hasta el siglo XIV la camisa fue una prenda interior de color blanco cuya función consiste en proteger la piel de otros tejidos exteriores más ásperos.[4]​ Como se consideraba ropa interior carecía de botones para cerrarla y su misión era cubrir el cuerpo antes de colocar la casaca o la chompa.

El uso generalizado de las camisas en el siglo XIV, permitió que hubiera suficiente trapo de camisas viejas para poder fabricar papel a precios económicos. La invención de la imprenta unido a la producción de papel a bajo precio, permitió que surgiera el libro como un producto de precio accesible, y no como una antigua curiosidad.

Será en el Renacimiento cuando la camisa generalice su uso. La moda italiana de la época ensanchó las mangas permitiendo que una parte de la misma asomara a la altura de los codos. Después los alemanes incorporarán las cuchilladas, moda originaria de Suiza que consiste en rasgar la superficie de las prendas exteriores dejando entrever lo que está debajo. En el siglo XVI se incorporará escotes cuadrados:[4]

Durante y después de la Revolución francesa, hacia fines del siglo XVIII, se produjo un cambio importante en la ropa masculina. Aparecen la limpieza de líneas, característica de la indumentaria inglesa, lo que implicará la pérdida de la ornamentación anterior. El glamour se desplaza a los complementos del pañuelo o corbata.[4]

A medida que las prendas militares fueron acortándose hasta terminar en la actual chaqueta o americana y chaleco la camisa fue quedando al descubierto, con lo cual comenzó a existir la necesidad de rematarla en puños y cuellos con entidad.

La camisa blanca, para muchas personas, era símbolo de aristocracia, porque eran los que solían mantenerlas limpias. A principios del siglo XXI, una camisa blanca sigue manteniendo para muchos un carácter de distinción; pero también es porque el blanco es un color neutro[5]​ muy fácil de combinar con los distintos colores que puede aportar los trajes y sobre todos las corbatas.

La fabricación de camisas tuvo un gran auge a finales del siglo XIX en Estados Unidos, aprovechando la emigración que vino de Europa se trasladó el trabajo de costurera que tradicionalmente se desempeñaba en el hogar a los talleres y fábricas. La fabricación de la prenda, camisa o blusa, tuvo un crecimiento espectacular al sustituir a otras prendas de vestir más tradicionales. En el desarrollo de la industria textil se produjeron acontecimientos de gran relevancia: la Huelga en las fábricas de camisas de Nueva York en 1909 y el posterior Incendio en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York de 1911 que supondrán algunas mejores de las condiciones laborales y de seguridad de la industrial textil.[6][7][8]​ En el año 2013, ya en el siglo XXI, se produjo el Colapso del edificio en Savar donde estaban instaladas numerosas fábricas de ropa que suministraban productos a numerosas empresas comerciales de todo el mundo.[9][10][11]​ En México la existencia de Maquiladoras ha permitido al país un desarrollo económico y la creación de empleo en el sector femenino pero a costa de penosas condiciones de trabajo —largos horarios y escasos sueldos—.[12][13]

En principio las primeras diferencias las marcan su uso; así existen:

La exhibición de la camisa como uniforme paramilitar de un determinado color fue signo distintivo de los fascismos de los años 1920 y 1930, a partir de los:

Camisa hawaiana

Guayabera

Camisa de cuero

Camisa vaquera

Camisa bordada



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