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Canto de los tres jóvenes en el horno



El horno ardiente es una historia del Libro de Daniel (capítulo 3) en el Tanakh (Antiguo Testamento). Es una historia conocida entre judíos y cristianos.

En la historia tres jóvenes judíos: Ananías (Shadrach), Misael (Meshach) y Azarías (Abednego) desafían la orden del rey Nabucodonosor II de Babilonia de que se inclinen y adoren un ídolo de oro que mandó construir el monarca. Nabucodonosor, furioso al ver que es desobedecido, ordena que los muchachos sean arrojados a un horno, donde milagrosamente no son quemados por las llamas y sobreviven a la experiencia incólumes. El rey contempla en el horno a una cuarta figura (un ángel o espíritu divino) y el rey espantado se acercó a la puerta del horno de fuego y les dijo a los tres que salieran. Después de que los tres jóvenes salieron del horno, Nabucodonosor decretó que cualquiera que dijere blasfemia contra el Dios de los judíos sea descuartizado y su casa convertida en muladar por cuanto no hay dios que pueda salvar como este. (Daniel 3)

En la versión de la biblia católica de esta historia se añaden dos partes adicionales que tienen lugar mientras los tres jóvenes están dentro del horno. En la "oración de Azarías", Azarías confiesa sus pecados y los pecados del pueblo de Israel y pide a su Dios que los salve para demostrar su poder a los babilonios. Entonces un ángel acude y hace que el interior del horno se vuelva fresco y agradable, y los tres jóvenes cantan un himno de alabanza a su Dios por salvarles, la "Canción de los Tres jóvenes", que se explica más adelante.

El Canto de los tres jóvenes en el horno es un pasaje deuterocanónico que aparece tras el Daniel 3:23 en las Biblias católicas y ortodoxas, así como en la traducción griega antigua de la Septuaginta. No es reconocida como canónica por las tradiciones protestantes, considerándola como una adición apócrifa.

Según el relato, el rey de Babilonia Nabucodonosor II, construye una estatua de oro suya y ordena que sea adorada por todos sus súbditos. Estos tres jóvenes judíos que formaban parte del exilio hebreo en Babilonia, se niegan a adorar la estatua. El rey enloquece y manda asesinarlos introduciéndoles en un horno. Un ángel les protege del fuego y finalmente el rey decide dejarles marchar.

La oración y la canción no se encuentran en el texto arameo/hebreo del libro de Daniel, ni son citados en ningún texto antiguo existente. Sin embargo sí aparece en ciertas tradiciones como la griega, la siria y la latina.

Los orígenes del canto no son muy claros. Es incierto si el texto fue escrito originalmente en hebreo (o arameo) o en griego, aunque investigadores modernos concluyen que con base en la evidencia de la redacción, lo más probable es que fuera escrito originalmente en lengua semítica. La fecha de la autoría es asimismo incierta, aunque ciertos investigadores se muestran a favor de la primera o segunda centuria antes de Cristo.

La canción de los tres jóvenes está incluida en la odas 7 y 8 del canon himnográfico, un himno matinal cantado en el servicio de maitines y en otras ocasiones en la Iglesia ortodoxa oriental. La festividad de los tres jóvenes se celebra el 17 de diciembre junto con la del profeta Daniel. Los cristianos ortodoxos también conmemoran el milagro del horno ardiente en los dos domingos anteriores a la Navidad. La lectura del milagro y el canto del himno también se prescriben para la liturgia de vísperas celebrada por los ortodoxos en Sábado Santo. Los cristianos luteranos también conmemoran a los tres jóvenes, considerados profetas, en su santoral el 17 de diciembre junto al profeta Daniel.

En el siglo XVII en Inglaterra, los cuáqueros utilizaron esta historia de la Biblia para justificar su rebelión contra las diferencias judiciales, que ellos llamaban "Hat honour" (honor de sombrero).[1]

Ananías (en hebreo "Yahvé es lleno de gracia") es un joven hebreo en el Libro de Daniel en la Biblia, a quien Nabucodonosor llama Shadrach.

Misael, cuyo nombre babilonio era Meshack fue uno de los tres jóvenes compañeros judíos del profeta Daniel (Daniel 1:7; 2:49; 3:12-30). Su nombre significa "alimentar" o "proveer" (refiriéndose al papel del padre de familia) en Hebreo. Su nombre Meshach posiblemente derivado de Mi·sha·aku, es aparente un giro lingüístico de "¿Quién es como Aku?" "¿Quién es como Dios?".

Azarías es el tercero de los tres jóvenes compañeros del profeta Daniel. Su nombre babilonio es Abed-nego. En hebreo es עֲבֵד־נְגוֹ. El nombre babilonio parece una corrupción deliberada de Abednebo, (servidor de Nebo) o Abednergo (servidor de Nergal).

George Fox: Journal, 1656: When we were brought into the court, we stood a while with our hats on, and all was quiet. I was moved to say, "Peace be amongst you." Judge Glynne, a Welshman, then Chief-Justice of England, said to the jailer, "What be these you have brought here into the court?" "Prisoners, my lord," said he. "Why do you not put off your hats?" said the Judge to us. We said nothing. "Put off your hats," said the Judge again. Still we said nothing. Then said the Judge, "The Court commands you to put off your hats." Then I spoke, and said, "Where did ever any magistrate, king, or judge, from Moses to Daniel, command any to put off their hats, when they came before him in his court, either amongst the Jews, the people of God, or amongst the heathen? and if the law of England doth command any such thing, show me that law either written or printed." Then the Judge grew very angry, and said, "I do not carry my law-books on my back." "But," said I, "tell me where it is printed in any statute-book, that I may read it. "Then said the Judge, "Take him away, prevaricator! I'll ferk him." So they took us away, and put us among the thieves. Presently after he calls to the jailer, "Bring them up again." "Come," said he, "where had they hats, from Moses to Daniel; come, answer me: I have you fast now." I replied, "Thou mayest read in the third of Daniel, that the three children were cast into the fiery furnace by Nebuchadnezzar's command, with their coats, their hose, and their hats on."

This plain instance stopped him: so that, not having anything else to say to the point, he cried again, "Take them away, jailer."



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