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Libro de Daniel



El Libro de Daniel es un libro bíblico en el cual se relata la vida del profeta Daniel, exiliado en Babilonia, así como sus profecías.

Forma parte de la Tanaj hebrea y del Antiguo Testamento cristiano. En la primera se lo excluye de la sección denominada Los Profetas (Nevi'im), colocándoselo entre Los Escritos (Ketuvim). En el segundo se lo considera el sexto de los libros proféticos y se lo incluye entre los Profetas Mayores (junto con Isaías, Jeremías y Ezequiel) entre los libros de Ezequiel y Oseas.

Se dispone de dos variantes del texto; la más breve es la que aparece en la Biblia hebrea y las versiones de las iglesias reformadas. En las biblias católicas, así como en la versión de los Setenta, el texto incluye secciones, llamadas deuterocanónicas, que agregan información sobre la vida del profeta y pasajes poéticos.

Daniel pertenece esencialmente al género apocalíptico de tradición judía, siendo uno de sus primeros ejemplos, inspirándose sobre todo en el Libro de Ezequiel. Este género es de difícil comprensión, pero esencialmente muestra como Yahveh, el Dios de Israel, concede la sabiduría a sus elegidos, en este caso Daniel, y les revela sus designios secretos sobre el mundo y la historia. El libro contiene secciones narrativas que le sirven de contexto y comentario. Quienes consideran al libro como obra de un profeta llamado Daniel que vivió en la corte de Nabucodonosor y sus sucesores, suelen caracterizarlo como un texto profético.

La tradición judía no lo coloca entre los Profetas (Nevi'im) sino entre los Escritos (Ketuvim), lo que parece indicar que la colección de libros proféticos ya estaba completa y cerrada cuando se escribió Daniel. En la Tanaj se ubica entre Ester y Esdras.

En la versión de los LXX, va sexto entre los profetas, luego de Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Baruc y Ezequiel. Esta ubicación la heredaron luego todas las demás biblias cristianas, las cuales lo consideran uno de los Profetas Mayores.

Existen tres pasajes de este libro que no están contenidos en el texto hebreo-arameo del Tanaj, aunque sí los contiene el texto griego de la Biblia de los LXX. La tradición judía, seguida por la protestante, los consideran apócrifos, la Iglesia católica los llama "deuterocanónicos", consciente de que se trata de textos discutidos, pero canónicos. Las iglesias cristianas ortodoxas y orientales, los consideran partes integrantes del canon por encontrarse en la Septuaginta.

Sin embargo, aparecen en algunas versiones protestantes de la Biblia, con la indicación de que no se encuentran en la versión hebrea. Así sucede, por ejemplo, en la llamada Biblia del Oso, pero no la posterior versión Reina Valera, que corrige a ésta y elimina de ella los pasajes deuterocanónicos.

Los pasajes en cuestión son:

El libro de Daniel fue escrito en tres lenguas diferentes:

El origen multilingüístico del libro ha sido confirmado por el hallazgo de los Manuscritos del Mar Muerto. En 1986 William H. Shea[1]​ propuso que la parte Aramea de Daniel forma un quiasmo temático de tipo ABC CBA:

La primera parte del libro narra la historia del profeta Daniel, quien según el mismo libro, vivió en Babilonia como exiliado junto con el resto del pueblo hebreo en el siglo VI a. C. En esta parte se narran las vicisitudes de Daniel y otros tres compañeros por ser fieles a Dios, al contrario de lo mandado por Nabucodonosor II, rey de los babilonios. Igualmente se narra la sabiduría de Daniel al interpretar correctamente los sueños y visiones del rey. Por último, relata lo sucedido con Daniel cuando los babilonios fueron vencidos; si bien dicha conquista se atribuye a un tal Darío el Medo, desconocido por la Historia, en lugar de por Ciro II, rey de los Persas.

La segunda parte del libro históricamente puede referirse a lo sucedido en Medio Oriente (particularmente en Judea) cuando la Dinastía Ptolemaica y la Dinastía Seléucida peleaban por el territorio, y más tarde durante el reinado de Antíoco IV Epífanes quien intentó suprimir el culto judío en Jerusalén y reemplazarlo por un culto helenista.

Existen además, como ya se ha mencionado, cinco relatos deuterocanónicos, cuyos originales sólo se conservan en griego, por lo que no todas las iglesias las aceptan como parte del canon bíblico. Estas secciones son:

El consenso académico, incluidos la mayor parte de los estudiosos confesionales, considera que el libro fue compuesto en el siglo II a. C.[2][3]​ Esta tesis fue propuesta ya en el siglo III de nuestra era por Porfirio, un filósofo y filólogo neoplatónico, opuesto al cristianismo.[4]​ Este afirmó en su obra Adversus Christianos, hoy perdida, que su autor fue alguien que vivió en Judea en tiempos de Antíoco y que, por lo tanto, habría narrado hechos ya acaecidos.[5]​ Teólogos y estudiosos fundamentalistas, en cambio, interpretan que fue escrito durante el exilio judío en Babilonia, y aducen que en Ezequiel (capítulo 14:14) se nombra a Daniel lo que confirmaría la existencia de este durante el exilio en Babilonia, aunque hay quienes creen que se refiere a otro personaje[6]​. Agregan que, según Flavio Josefo, se le mostró este libro a Alejandro Magno cuando estuvo en Jerusalén[7]​, lo que indicaría que ya estaba compuesto en 332 a. C. Sin embargo, la visita de Alejandro a Jerusalén es considerada como legendaria por la mayor parte de los historiadores[8][9]​.

El cautiverio de Babilonia, la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor II y el inicio del imperio Medo-Persa., para quienes lo atribuyen al siglo VI a. C.La persecución Seléucida, si se acepta la fecha del siglo II a.C.

Mostrar el futuro de Israel, infundir esperanza al pueblo judío en medio de la opresión, pero también señalar que hay un día de juicio (el mismo nombre Daniel "Dios es mi Juez" o "juicio de Dios" sugiere el objetivo del libro), en el cual Dios destruirá a todos aquellos que se le oponen y persiguen a su pueblo; "Estuve mirando hasta que fueron puestas sillas, y un Anciano de grande edad se sentó, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su silla llama de fuego y sus ruedas fuego ardiente. Un río de fuego procedía y salía delante de él, millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él. El Juez se sentó y los libros se abrieron" Daniel 7:9-10. Todas las profecías del libro de Daniel terminan con el establecimiento del Reino de Dios. Ese Reino es encabezado por el Hijo del Hombre (Bar Enach), simbolismo del pueblo de Israel redimido y santificado: "Miraba yo en la visión de noche, y he aquí en las nubes del cielo como un Hijo de Hombre que venía... Y le fue dado señorío, gloria, y reino; y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron; su señorío, señorío eterno, que no será transitorio, y su reino que no se corromperá" Daniel 7:13-14.

Jesús interpretó esta profecía como referida al Mesías y a su persona, al respecto en el evangelio de Mateo 24:30 se le atribuye esta sentencia: "Y entonces se mostrará la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentaran todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre que vendrá sobre las nubes de los cielos, con gran poder y gloria".

En el evangelio de Mateo 24:15 también se hace referencia a la "abominable desolación" de Daniel 9:27 en sentido futuro y además lo denomina Profeta, confirmando su inclusión en los Profetas.

Se revela a Yahveh como el Dios y Creador del Universo que conoce el futuro y decide compartirlo con los seres humanos, teniendo como final el establecimiento de su Reino y soberanía en la Historia. También representa una de las primeras manifestaciones de la esperanza en una resurrección y día de juicio individual: "Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua" (Daníel 12:2).




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