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Carbamacepina



La carbamazepina es un fármaco anticonvulsivo y estabilizador del estado de ánimo utilizado, principalmente, para controlar las crisis epilépticas y el trastorno bipolar. Este fármaco es un anticonvulsivante, relacionado químicamente con los antidepresivos tricíclicos. En algunas ocasiones se utiliza para tratar la esquizofrenia y es primera línea en neuralgia del trigémino,[1]​ aunque también se ha mostrado efectivo en el tratamiento del Trastorno explosivo intermitente (TEI) y de los dolores provocados por las disfunciones de la glándula tiroides. Existen dos fármacos más modernos de la misma familia, oxcarbazepina y acetato de eslicarbazepina, con un mecanismo de acción similar y con un perfil de efectos adversos e interacciones diferente. [2]

La carbamazepina fue descubierta por el químico helvético Walter Schindler del laboratorio J.R. Geigy AG (en la actualidad parte de Novartis) en Basilea, Suiza, en 1953. Schindler logró sintetizar la droga en 1960 antes de que sus efectos antiepilépticos fuesen descubiertos.[3]

Se comercializó inicialmente para tratar la neuralgia del trigémino en 1962 y comenzó a utilizarse como antiepiléptico en el Reino Unido en el año 1965, aprobándose para esta indicación en los Estados Unidos en 1974.

En 1971, los médicos Takezaki y Hanoka fueron los primeros en utilizar la carbamazepina para controlar las crisis maniacas en pacientes refractarios a los antipsicóticos. El doctor Okuma, trabajando de manera independiente, logró también resultados satisfactorios. En aquella época el litio no se encontraba disponible como fármaco en Japón y debido a su experiencia con enfermos de epilepsia, estos investigadores estaban familiarizados con los efectos apaciguadores del ánimo de la carbamazepina. Este fármaco seguiría estudiándose como una alternativa en el tratamiento del trastorno bipolar a lo largo de la década de 1970.[4]

Está considerado como uno de los fármacos de referencia de la segunda generación de agentes anticonvulsivantes, después de fenobarbital.[5]

Derivado tricíclico del iminostilbeno. Es similar de manera estructural a fármacos psicoactivos, como la Imipramina, la clorpromazina y la maprotilina, compartiendo algunas características con la fenitoína, el clonazepam y el fenobarbital.

La absorción de este tipo de medicamento es lenta y variable, pero se absorbe casi por completo en el tracto gastrointestinal. Tiene una alta unión a proteínas (entre el 55% y el 59% en niños y 76% en adultos), por lo que tiene múltiples interacciones medicamentosas. Se metaboliza en el hígado, generando el metabolito carbamazepina-10,11-epóxido, el cual posee una actividad anticonvulsionante, antidepresiva y antineurálgica. Su eliminación se realiza por vía renal (72%). Su inicio de acción varía según el paciente, variando en el caso de anticonvulsivo entre algunos días y varios meses. En el caso de antineurálgico, su inicio varía entre 24 y 72 horas. Genera autoinducción enzimática utilizando a la enzima CYP3A4

No se conoce con exactitud su mecanismo de acción, aunque se sabe que bloquea los canales de sodio dependientes de potencial, interactuando con su forma inactivada, lo que explica que actúe de forma selectiva sobre aquellas neuronas que sufren descargas epilépticas, en las que se incrementa el número de estos canales inactivados. Como anticonvulsivo, se supone que provoca una depresión del núcleo ventral anterior del tálamo. Como antineurálgico, se cree que actúa sobre el sistema nervioso central, disminuyendo la trasmisión sináptica, la cual da lugar a la descarga neuronal. Como antimaniaco, su efecto está relacionado con la disminución de las concentraciones de AMPc, el cual aumenta con este trastorno. además también actúa sobre los canales de calcio dependientes disminuyendo la conductancia de sodio y calcio

El uso concomitante de simeticona y carbamazepina puede llevar a toxicidad de la segunda.[6]

Su metabolismo aumenta con la presencia de Fenobarbital, Fenitoína y Valproato, ya que estos inducen a CYP3A4 (citocromo P450), que es una enzima hepática que interactúa con carbamazepina.

Favorece la Biotransformación de Fenitoína.

Reduce la concentración plasmática y el efecto terapéutico de Haloperidol.

Su metabolismo es inhibido por Dextropropoxifeno, Eritromicina, Cimetidina, Fluoxetina, e Isoniacida.[7]

Visión borrosa, cefalea continua, escuchar o percibir los sonidos a una frecuencia menor o mayor que la normal, mareo, aumento de la frecuencia de crisis convulsivas, falta de apetito, somnolencia y debilidad se han observado en menor número; hiponatremia, bradicardia, respiración dificultosa, disartria, rigidez, temblor, alucinaciones visuales, heces pálidas, hemorragias o hematomas, fiebre, adenopatías, linfadenopatías y parestesias. El metabolismo oxidativo de carbamazepina por epoxidacion genera intermedios electrófilos que se unen a macromoléculas como proteínas, ADN, ARN, causando daños a nivel celular.

Varía según el peso y la altura del paciente, amnesia, relajante muscular, alucinaciones con ojos cerrados, alucinaciones auditivas, tendencia al suicidio, ideas paranoides.[cita requerida]

La carbamazepina es uno de los compuestos detectados frecuentemente en las aguas residuales y superficiales,[8]​ siendo difícil su eliminación en las plantas de tratamiento de aguas residuales, lo que hace posible su permanencia en el ciclo del agua, pudiendo provocar su acumulación en los peces, alteraciones en el comportamiento y fisiología de los insectos, así como inhibición del crecimiento en plantas acuáticas y algas. Su eliminación puede lograrse eficazmente mediante diversos mecanismos:[9]



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