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Cardenal Despuig



Antonio Despuig y Dameto (Palma de Mallorca, 30 de marzo de 1745-Lucca, 2 de mayo de 1813) fue un eclesiástico español, obispo de Orihuela, arzobispo de Valencia y de Sevilla, Patriarca Latino de Antioquía, cardenal y coleccionista de arte.

Nacido en el seno de una familia de antigua e ilustre prosapia,[1]​ fue hijo de Ramón Despuig y Cotoner, conde de Montenegro y de Montoro, y de María Dameto y Sureda, hija de los marqueses de Bellpuig. Estudió Humanidades en el Colegio Nuestra Señora de Montesión de la Compañía de Jesús en Palma, doctorándose posteriormente en Derecho civil y canónico en la Universidad Luliana.[2][3]

En 1774 recibió las órdenes sacerdotales, siendo nombrado canónigo de la iglesia de Palma; en 1782 embarcó hacia Italia, hallándose presente durante el terremoto que destruyó Calabria al año siguiente, del que dejó escrita una conocida relación.[4]​ De regreso en Mallorca, desempeñó los cargos de rector y vicecanciller de la Universidad Luliana, teniente vicario general castrense y juez conservador de la orden de San Juan de Jerusalén.[2][3]​ Por estas fechas recorrió toda la isla, realizando un mapa que fue considerado como el mejor hasta la época, publicado en 1785.[5][6]

Este mismo año el rey Carlos III le nombró auditor del Tribunal de la Rota por la corona de Aragón; durante su estancia en Roma ante la corte papal de Pío VI[7]​ fue el principal promotor de la canonización de la beata mallorquina Catalina Tomás,[8]​ cuya vida dejó escrita.[9]

En 1791 fue nombrado obispo de Orihuela, regresando a España al año siguiente para tomar posesión de la diócesis. Dos años después estalló la guerra del Rosellón entre España y Francia; el arzobispo de Valencia Francisco Fabián y Fuero fue detenido por sus simpatías francófilas, y Despuig fue nombrado administrador de la archidiócesis valentina en 1794 y arzobispo de la misma al año siguiente.[10]​ En 1795 fue trasladado a la archidiócesis de Sevilla.[2][3]

En 1797, junto con el confesor de la reina Rafael Múzquiz, convenció al inquisidor general Francisco de Lorenzana para comenzar un proceso inquisitorial contra el primer ministro Manuel Godoy por bigamia y ateísmo; en represalia, los tres eclesiásticos fueron desterrados a Roma, aunque oficialmente el motivo de su viaje fue el de hacer compañía al papa Pío VI,[11]​ que por aquellas fechas se encontraba recluido en la Cartuja de Florencia después de que las tropas del Directorio francés hubieran invadido la Santa Sede; dos años después el papa sería deportado a Valence, donde murió, no sin antes haber concedido a Despuig el título de Patriarca Latino de Antioquía.[2][3]

Despuig regresó a España con intención de retomar su puesto en la archidiócesis de Sevilla, pero las intrigas de la corte le obligaron a renunciar al arzobispado en favor de Luis María de Borbón y Vallabriga, hermano de la mujer de Godoy. En compensación, Despuig recibió el arcedianato mayor de la catedral de Valencia y el de Talavera en la catedral de Toledo, y fue nombrado consejero de Estado y presidente de la Junta Suprema de Amortización, organismo de nueva institución creado con el objeto de retirar de la circulación los vales reales.[12]

A principios del año 1800 fue enviado a Venecia para participar en el cónclave en el que resultó elegido papa Pío VII.[7]​ Tres años después este mismo pontífice le nombró cardenal con título de San Calixto, arcipreste de la basílica de Santa María la Mayor y protector de varias órdenes religiosas italianas.[13]

Tras pasar el periodo de 1804 a 1807 en su tierra natal, regresó a la Santa Sede, donde la situación política se tornaba cada vez más tensa, con las tropas de Napoleón Bonaparte amenazando el papado. Durante estas fechas Despuig ejerció el cargo de pro-vicario mayor en sustitución del cardenal Giulio Maria della Somaglia, desterrado de Roma.

En 1809 se encontraba junto a Pío VII cuando las fuerzas del general francés Étienne Radet asaltaron el palacio del Quirinal, llevándose consigo a Savona al papa y al cardenal Pacca.[15]​ Despuig fue inicialmente confinado en el Seminario Romano para ser posteriormente trasladado a París en calidad de detenido.[2][3]

Por motivos de salud y con la intermediación del cardenal Fesch, en 1813 fue autorizado a salir de su encierro para tomar los baños en Lucca, donde falleció a los 68 años de edad; su cuerpo fue sepultado en la catedral de San Martín de esta ciudad y su corazón trasladado a la iglesia de Santa Magdalena en Palma de Mallorca, junto al sepulcro de santa Catalina Tomás;[2]​ en 1993 sus restos fueron llevados a esta misma iglesia, en cuya fachada se inauguró en 2005 una escultura de bronce en su honor, obra de Damián Ramis.[16]

Paralelamente a su carrera eclesiástica desarrolló una intensa labor como mecenas y coleccionista de arte. Fue miembro de la Sociedad de Amigos del País del Reino de Mallorca, de la Academia de San Fernando, de la de San Lucas en Roma y director de la de Sevilla.

Fundador y protector de la escuela de dibujo de Palma y de la biblioteca y pinacoteca del palacio de los condes de Montenegro de la misma ciudad, y promotor de la construcción del suntuoso sepulcro de santa Catalina Tomás.[17]

Durante sus estancias en Italia llevó a cabo numerosas excavaciones arqueológicas en los terrenos de su propiedad en la comuna de Ariccia, de donde extrajo una copiosa colección escultórica y epigráfica de época romana que mandó trasladar a la villa familiar de Raixa.[18]​ Puesta en venta la finca a finales del s. XIX por uno de sus herederos, Ramón Despuig y Fortuny, la parte principal de la colección fue adquirida en 1923 por el ayuntamiento de Palma, que la trasladó al actual museo municipal situado en el castillo de Bellver.[19]




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