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Carmen Conde



Carmen Conde Abellán (Cartagena, 15 de agosto de 1907-Majadahonda, 8 de enero de 1996)[1]​ fue una poeta, prosista, dramaturga, ensayista y maestra española, considerada una de las voces más significativas de la generación poética del 27. Fue la primera académica de número de la Real Academia Española, pronunciando su discurso de entrada en 1979.[nota 1]​ En 1931, Conde fundó, junto a Antonio Oliver Belmás, la primera Universidad Popular de Cartagena.

A lo seis años, se trasladó con su familia a Melilla donde vivió hasta 1920. Las memorias de esta época están recogidas en Empezando la vida. En 1923, aprobó unas oposiciones para Auxiliar de la Sala de Delineación de la Sociedad Española de Construcción Naval y empezó a trabajar, iniciando su colaboración con la prensa local un año más tarde. A los 19 años, comenzó Magisterio en la Escuela normal de Maestras de Murcia. El 15 de abril de 1924, Conde publicó su primer trabajo en un diario de Cartagena. Siguió colaborando con otros periódicos y revistas, publicando en 1925 un entremés titulado A los acordes de la pavana, que había obtenido el primer premio en los Juegos Florales convocados por la Asamblea Local de la Cruz Roja de Albacete.[2]

Mantuvo una intensa correspondencia con la poeta Ernestina de Champourcín, prácticamente ininterrumpida desde enero de 1928 hasta 1930. A partir de ese año, las cartas se fueron distanciando aunque la mantuvieron hasta los años ochenta. Sin embargo, por avatares diversos, se conservan sobre todo las cartas de Ernestina a Carmen. En esta correspondencia, ambas reconocen la influencia en su poesía de Juan Ramón Jiménez, de Gabriel Miró y además de clásicos como Santa Teresa o Fray Luis de León. También Conde le pedirá información sobre el Lyceum y sus actividades. Terminaría conociendo personalmente a Champourcín durante su estancia en Madrid.[3]

En 1927, conoció al poeta Antonio Oliver y formalizaron sus relaciones. Ella publicó en Ley: entregas de capricho, y en 1928 en Obra en marcha: diario poético, las minoritarias revistas de Juan Ramón Jiménez. En 1929, publicó Brocal, un libro de poemas en prosa, con presencia de la naturaleza y cuyo tema es el amor. Terminó sus estudios de Magisterio en la Escuela normal de Albacete en 1930. Un año más tarde, el 5 de diciembre de 1931, se casaron para participar en la puesta en marcha de la primera Universidad Popular de Cartagena.

En 1931, se publicó su ensayo pedagógico Por la escuela renovada.[2]​ En 1933, auxiliados por el Patronato de Misiones Pedagógicas, fundaron la revista Presencia, órgano de la Universidad Popular que contaba con biblioteca de adultos, biblioteca infantil, cine educativo y en donde se celebraban conferencias y exposiciones. Uno de los poetas invitados fue Miguel Hernández, que pasó a ser amigo íntimo del matrimonio. Otros poetas e intelectuales fueron a la Universidad Popular: Ramón Sijé, Margarita Nelken, María de Maeztu entre otros. En ese periodo, Conde trabajó también como maestra en la Escuela Nacional de Párvulos de El Retén.[2]

En 1933, se trasladó a Madrid y nació muerta su única hija, tema que aparecerá intermitentemente en su poesía. En 1934, publicó Júbilos, prologado por Gabriela Mistral e ilustrado por Norah Borges. Había sido escrito durante su embarazo, lo que explica su tono feliz. Trabajó como Inspectora-Celadora de Estudios del Orfanato de El Pardo, hasta que dimitió en 1935. En este año, la pareja colaboró con periódicos nacionales como El Sol, en el que se publicaron las Cartas a Katherine Mansfield y también con publicaciones seriadas hispanoamericanas.[2]

En 1936, mientras estudiaba en la Universidad de Valencia, Conde conoció a Amanda Junquera, esposa del catedrático de Historia Española Cayetano Alcázar Molina, con la que mantuvo una relación amorosa, según ha afirmado, entre otros, José Luis Ferris, en la biografía Carmen Conde: vida pasión y verso de una escritora olvidada. El investigador afirma que tanto la vida como la obra de la poeta «se van a ver definidas por esa batalla interior que Carmen hubo de librar hasta el final de sus días, una lucha íntima, secreta acaso, entre las sombras del pasado y el presente junto a Amanda Junquera». Para Ramón Guerra de la Vega, la pasión por Amanda Junquera le inspiró algunos de los libros más intensos, como Ansia de gracia y Mujer sin edén.[4]

Al estallar la Guerra Civil, Oliver se unió al ejército republicano al frente de la Emisora Radio Frente Popular número 2. Conde le siguió por varias ciudades de Andalucía, pero regresó a Cartagena para cuidar de su madre. El estallido de la guerra hizo que, en julio de 1936, renunciaran al proyecto de acudir a la invitación de Gabriela Mistral (entonces Cónsul de Chile en Lisboa), antes de viajar a Francia y Bélgica para estudiar las instituciones de cultura popular en aquellos países, para lo que Conde había obtenido una pensión. También en la Facultad de Letras de Valencia siguió cursos y aprobó oposiciones a Bibliotecas, aunque nunca llegó a ejercer.[2]

En marzo de 1937, Conde trabajó como maestra interina de la Escuela Nacional de niñas n.º 3 de Murcia e impartió clases a adultas analfabetas en la Casa de la Mujer de la Agrupación de Mujeres Antifascistas. La organización Mujeres Libres le publicó Enseñanza nueva en 1936, La composición literaria infantil, Poemas de guerra y Oíd la vida en 1937.[5]​ También escribió varias obras en prosa poética no publicadas hasta años después.

Al acabar la guerra, su esposo vivió recluido en Murcia en casa de su hermana y Conde vivió escondida en el domicilio de los Junquera en Madrid durante un año, escribiendo el poema en prosa El arcángel, inédito hasta los años 60. En 1940, se instaló en El Escorial con Amanda Junquera, donde escribió gran parte de su obra. Para comunicarse con su marido, se valió de su amigo José Ballester Nicolás, director de La Verdad y funcionario de Correos.[2]

La década de 1940 fue literariamente muy productiva y Conde utilizó como seudónimos Magdalena Noguera, Florentina del Mar y otros. Con el de Magdalena Noguera publicó obras de tono religiosos y como Florentina del Mar firmó cuentos y teatro para niños, ensayos y relatos. También realizó traducciones del francés y del italiano. En 1941, Conde y Junquera se instalaron en la calle de Wellingtonia de Madrid, en un inmueble propiedad de Vicente Aleixandre, que residía en la planta baja. El matrimonio se reunió en 1945, residiendo en la Pensión Valls de la madrileña calle Goya, junto con la madre de Conde, hasta que en 1949 pasaron a vivir en el que fue el domicilio familiar, en la calle de Ferraz. Desde 1944 hasta 1951, colaboró en Radio Nacional de España.[2]

Fue juzgada por haberse decantado por la República, con fallo de sobreseimiento provisional en 1944 aunque con una nueva denuncia en 1949. A pesar de ello, desarrolló una intensa actividad. Se encargó de la asesoría literaria de la Editorial Alhambra, colaboró en la Sección Bibliográfica del CSIC y en la Sección de Publicaciones de la Universidad Central de Madrid. Estos años publicó algunas de sus obras poéticas más importantes: Ansia de la Gracia, Mujer sin Edén[6]​ (libro cuya edición cuida el poeta Leopoldo de Luis, quien luego prologó las poesías completas), Mientras los hombres mueren (que expresa en palabras de la autora "el profundo desconsuelo que siente una mujer ante los inescrutables designios que permiten el horror donde vivía confiada la sonrisa").[2]

Con el poemario Ansia de la gracia, Conde entró en el mundo editorial, ya que hasta entonces había hecho ediciones de pocos ejemplares. Es un poemario cuyo tema central es el erotismo y sus imágenes están en relación con la naturaleza. Destaca el poema Primer amor.[2]

Ser todo esto tuyo, poder gozar de todo sin haberlo soñado, sin que nunca un ligero esperar prometiera la dicha. Esta dicha de fuego que vacía tu testa, que te empuja de espaldas, te derriba a un abismo que no tiene medida ni fondo. ¡Abismo y solo abismo de ti hasta la muerte! ¡Tus brazos! Son tus brazos los mismos de otros días, y tiemblan y se cierran en torno de su cuerpo. Tu pecho, el que suspira, ajeno, estremecido de cosas que tú ignoras, de mundos que lo mueven... ¡Oh pecho de tu cuerpo, tan firme y tan sensible que un vaho lo pone turbio y un beso lo traspasa! ¡Si nunca nadie dijo que así se amaba tanto! ¿Podías tú esperar que ardieran tus cabellos, que toda cuanta eres cayeras como lumbre en un grito sin cifra, desde una cordillera gritada por la aurora?

¿Ceniza tú algún día? ¿Ceniza esta locura que estrenas con la vida recién brotada al mundo? ¡Tú no te acabas nunca, tú no te apagas nunca! Aquí tenéis la lumbre, la que lo coge todo

Conde recorrió España invitada a hacer lecturas poéticas e impartir lecciones mientras sigue colaborando con múltiples revistas literarias.[7]​ También viajará, junto a Amanda Junquera, al extranjero para dar recitales de poesía, conferencias participar en congresos, etc. En el año 1956, el matrimonio gestiona la cesión al Ministerio de Educación Nacional del archivo de Rubén Darío, que estaba en poder de su última compañera, Francisca Sánchez. El matrimonio , por tanto, viajará a América donde desarrollarán una amplia actividad.[2]

En 1967, publicó varias antologías: Once grandes poetisas americohispanas; Poesía femenina española (1939-1950) y un estudio Un pueblo que lucha y canta (iniciación a la Literatura española de los siglos XII al XV). El 28 de julio de 1968, murió Oliver y, tres años más tarde, Conde publicó la edición de sus obras completas. Volvió a vivir con Amanda Junquera, viuda también, en la calle de Wellingtonia. Organizado por Carmen Llorca, directora del Ateneo madrileño, hizo un viaje a China que plasmó en uno de sus últimos libros.[8]

En 1978, fue elegida académica de número de la Real Academia Española, ocupando el sillón "K", y el 28 de enero de 1979 pronunció el discurso de ingreso en la Academia, Poesía ante el tiempo y la inmortalidad.[9]​ A partir de 1982, comenzaron a manifestársele los primeros síntomas de la enfermedad de Alzheimer, aunque no dejó de conceder entrevistas, participar en programas de radio y publicar. En 1987, año en el que falleció Amanda Junquera, Conde recibió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil por Canciones de nana y desvelo.[2]​ En los últimos años de su vida, entre 1992 y 1996, vivió en una residencia en Majadahonda donde murió.[10]

La producción literaria de Conde es muy vasta, no sólo porque abarque poesía, novela, relato, literatura infantil, ensayo, biografía, ni por su labor como antóloga tanto de su propia obra como de poesía de su época, sino porque sólo su antología Obra poética 1929-1966 tiene más de una veintena de poemarios. Los temas constantes en sus obras son el amor, el erotismo, la sensualidad, el cuerpo femenino, la experiencia De Dios ,etc.[6]

Brocal (1929), su primer libro de poemas en prosa, nos muestra a una autora con un mundo interior lírico lleno del ambiente mediterráneo de luz y sol. Júbilos (1934) también de poemas en prosa, tiene una mayor complejidad estructural y temática. Ya comienza a verse su condición narrativa y memorial que impregnará su obra. En Ansia de gracia (1945) el tema fundamental es el Amor lleno de sensualidad y vitalista. En Mujer sin edén (1947) se autoafirma como mujer frente a la realidad y la naturaleza.[11]​ En su libro Derribado arcángel (1960) cuenta la lucha de la poeta contra Satán, el ángel derribado, que aparece como tentador, y al que solo quiere derribado, no vencido para que continúe su lucha.[12]En la tierra de nadie (1960) destaca por ser poesía de alejamiento y soledad. En A este lado de la eternidad (1970) surge la rebeldía social ante este mundo y su podredumbre.[11]Corrosión (1975) tiene como tema fundamental la vida y el dolor. En él incluirá tres poemas en los que, tras una visita a Nueva York, reflexiona sobre la deshumanización del mundo y la sociedad. Dedicará también una parte al esposo muerto "Digo palabras porque la muerte es muda" en un tono elegiaco nutrido de recuerdos, dolor y rencor.[13]​ En El tiempo es un río lentísimo de fuego (1978) crea una renovación estilística muy personal que continúa con La noche oscura del cuerpo (1980) en el que reflexiona sobre su cuerpo ante la muerte. Su último libro poético fue Hermosos días en China (1987) escritos en y después de su viaje a China, en los que se muestra a una Carmen exultante ante este país.[11]

Conde usa en sus poemas un yo lírico ambiguo e incluso abstracto al igual que pronombres que ocultan el género de los personajes. Identifica a la persona amada con un paisaje (el paisaje de Ifach), y relaciona su yo lírico con una naturaleza humanizada y casi corporal. Acude al alma, tanto la propia como la del ser amado para evitar caer en conflicto con las normas sociales. Muchas de sus metáforas pueden ser explicadas atendiendo a una nuevo significado en el contexto de deseos vedados. Así, la noche, la sombra, el abismo, están relacionados con el deseo prohibido. Es una constante también el silencio.[14]

y será crepúsculo toda la vida.
Ya girarán más leves los cuchillos
porque no encontrarán donde herirme.
Erguida de rocios negros,

El deseo amoroso-físico está presente a lo largo de su obra y el hecho de que en ocasiones sea una mujer marca su poesía de una forma especial.[14]

Con respecto a su teatro infantil y juvenil, cabe destacar su condición de maestra y su lucha por no bajar el listón cultural al dirigirse a este tipo de lector. La temática en este género va desde el romancero e historia española hasta la mística acercada a esas edades con especial sensibilidad y nivel intelectual. En sus inicios se nota la influencia de las vanguardias europeas con títulos como "kikiriki" al igual que ocurrió con varios compañeros de la generación del 27 que se adentraron en el teatro infantil y juvenil. (Luis Ahumada Zuaza. "El teatro infantil y juvenil de Carmen Conde".)

En septiembre de 1992, Conde redactó su testamento legando al Ayuntamiento de Cartagena, su ciudad natal, la totalidad de su obra literaria y la de su marido. Los mandatarios de la escritora, en virtud del poder otorgado por la misma, formalizan un convenio que regula la donación de este legado cultural, cuyo texto definitivo se aprobó en 1994. Con la misión de velar por el buen funcionamiento y cumplimiento de los fines de la donación, así como el fomento de las personalidades de Carmen Conde y Antonio Oliver y sus obras, el Ayuntamiento de Cartagena se comprometió en ese Convenio a crear el Patronato Municipal Carmen Conde-Antonio Oliver, que se constituyó en 1995; este mismo año se inauguró el Museo.[15]

Tras su fallecimiento su sillón en la Real Academia Española lo ocupó Ana María Matute en 1998.

Desde 1984, la editorial Torremozas convoca el Premio Carmen Conde de poesía dedicado a autoras.

En julio de 2018 la Asociación “Herstóricas. Historia, Mujeres y Género” y el Colectivo “Autoras de Cómic” creó un proyecto de carácter cultural y educativo para visibilizar la aportación histórica de las mujeres en la sociedad y reflexionar sobre su ausencia consistente en un juego de cartas. Una de estas cartas está dedicada a Conde.[17][18]



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