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Castillo de Araya



La Real Fortaleza de Santiago de Arroyo de Araya, mejor conocido como el Castillo de Araya, es un castillo ubicado al sur de la población de Araya 10°34′47″N 64°15′28″O / 10.57972, -64.25778, en el estado Sucre, Venezuela. Fue erigido por los españoles para defender las salinas de Araya de las incursiones neerlandesas. Para su construcción se utilizaron bloques de argamasa fabricados de los elementos de la propia región, por lo que es común en ellos encontrar gran cantidad de restos de moluscos y otros organismos marinos de la zona. Se decreta su construcción en Madrid el 15 de enero de 1622 y las obras inician en enero de 1623 y se prolongarán hasta el año de 1630, cuando queda terminado el último baluarte.[2][3][4]

A pesar de que las salinas de Araya fueron descubiertas por Pedro Alonso Niño y Cristóbal Guerra en febrero de 1500 (dos años después del recorrido de Cristóbal Colón en 1498 por las costas venezolanas) al realizar expediciones de exploración y conquista en el litoral de Paria para la corona española,[5]​ la riqueza y lo óptimo de la sal de estas salinas es reseñada por Pedro Mártir de Anglería en 1515[6]​ y por Fray Bartolomé de las Casas en 1552.[7]​ Aun así no es sino hasta 1601 cuando el Imperio español, ante las constantes incursiones de piratas holandeses en las salinas península de Araya y con el firme propósito de apoderarse de la explotación perlífera de la isla de Cubagua[8]​ y otros recursos como la brea,[9]​ inicia un estudio para construir una fortaleza en Araya.

En tal sentido, el gobernador Diego Suárez Amaya, el ingeniero Bautista Antonelli y el capitán Pedro Suárez Coronel visitaron el lugar en 1604. La situación llegó a un punto crítico cuando en 1605 ocho barcos de piratas holandeses se enfrentaron a la flota española la que los derrotó, así los españoles destruyeron las instalaciones que habían construido los piratas en Araya, esta victoria española se consolidó con la ejecución de los prisioneros holandeses, entre ellos a su comandante, el pirata Daniel de Moucheron, la que se efectuó en el cerro que hoy lleva su nombre. El plan para la construcción del fuerte se detuvo temporalmente cuando se firmó la tregua entre España y Holanda en 1609, sin embargo se reanudó en el año 1621 al terminar dicha tregua. Juan Bautista Antonelli en 1622 volvería a la Península de Araya por orden del rey para reiniciar la construcción del castillo destinado a rechazar las incursiones de los holandeses, los que intentaron apoderarse de esa región, debido a los grandes depósitos de sal allí existentes, ya que era un elemento vital para el proceso de salamiento de arenques, bacalaos y atunes que pescaban en el Mar del Norte del actual Canadá o Terranova. El 30 de noviembre de 1622, se produjo una de las batallas navales más importantes de América en el siglo XVII, cuando 43 navíos holandeses atacaron Araya con el objeto de interrumpir la construcción de la fortaleza y apoderarse de manera definitiva de la península, siendo rechazados finalmente el 13 de enero de 1623 por el gobernador Diego Arroyo y muerto el comandante holandés.[10]

Después de ocho años seguidos con Antonelli al frente de los trabajos, en 1630 el gobernador de Cumaná, Cristóbal de Eguino, lo envió a Madrid para informar al rey y a la Junta de Guerra de todas las obras realizadas y a punto de terminarse. Su dedicación fue alabada y, en premio, se le ofreció “tenerle presente para la plaza de Cristóbal Roda en Cartagena, cuando vacase”. La Junta le solicitó regresar a Araya para finiquitar los trabajos y, además, se le ordenó pasar primero por San Juan de Puerto Rico a fin de “disponer lo conveniente para su defensa”.

Hasta las inmediaciones del castillo mismo llegan dos eminentes naturalistas que exploraron el territorio venezolano en el periodo colonial, el primero de ellos el sueco Pehr Löfling, quien fue pionero en realizar descripciones de carácter metodológico de la fauna y flora venezolana. Löfling el 8 de abril de 1754 desde un buque fondeado frente a la península de Araya, estudia el fenómeno de bioluminiscencia marina característico de la zona.[11][12][13][14]​ El segundo de estos eminentes científicos es el Barón Alejandro de Humboldt, quien el 19 de agosto de 1799 visita las ruinas del castillo de Araya y las salinas. Al igual que Löfling, estudia el fenómeno de la bioluminiscencia de las aguas del golfo de Cariaco.[15][16][17][18]





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