Altura exterior: 65.5
La catedral de Milán (en italiano, Duomo di Milano) es una catedral gótica emplazada en la ciudad homónima. Es la sede episcopal de la Archidiócesis de Milán. Es una de las iglesias de culto católico más grandes del mundo (tiene 157 metros de largo y puede albergar más de 300 personas en su interior) y las ventanas del coro tienen la reputación de ser las mayores que se conocen.
La construcción fue iniciada en 1386 y terminada en 1965. El plano de la ciudad de Milán, con sus calles que salen en forma de radio de la Catedral de Milan o circundándolo, revela que este ya constituía en la Antigüedad el centro de la ciudad, denominada Mediolanum por los romanos. La Basílica de san Ambrosio fue construida en este sitio a comienzos del siglo V, siéndole agregada en 836 otra basílica próxima. Cuando el fuego dañó ambos edificios en 1075 fueron reemplazadas por el Duomo.
En 1386 el arzobispo Antonio da Saluzzo comenzó el nuevo proyecto en estilo gótico radiante; hay en el edificio muchos aspectos insólitos en Italia, que pertenecen a la tradición arquitectónica gótica de Francia, como las dobles naves laterales. El inicio de la construcción, que coincidió con el acceso al poder en Milán de Gian Galeazzo Visconti, primo del obispo, fue entendido como una forma de recompensar a la nobleza y a las clases trabajadoras que habían sido duramente reprimidas por su tiránico predecesor Bernabé Visconti.
Antes de que se iniciasen los trabajos de construcción, se demolieron los palacios del arzobispo, del ordinari y el Baptisterio de San Esteban, mientras que la antigua iglesia de Santa Maria Maggiore fue usada como cantera de piedra. El entusiasmo por el nuevo e inmenso edificio pronto se extendió entre la población, y el astuto Gian Galeazzo, junto con su primo, el arzobispo, supieron recabar grandes donaciones para el progreso del trabajo. El programa de construcción fue regulado estrictamente por la Fabbrica del Duomo, institución conformada por 300 empleados liderados por el arquitecto jefe Simone da Orsenigo. Galeazzo otorgó a la Fabbrica el uso exclusivo del mármol de la cantera de Candoglia y la eximió de impuestos.
En 1389 se designó como arquitecto jefe al francés Nicolas de Bonaventure, que dio a la catedral su fuerte impronta gótica. Diez años más tarde, otro francés, Jean Mignot, fue llamado desde París para evaluar y mejorar el trabajo realizado, ya que los constructores necesitaban ayuda técnica para levantar las piedras hasta una altura sin precedentes. Mignot declaró todo el trabajo realizado hasta entonces como en pericolo di ruina ('peligro de ruina') y hecho sine scienzia ('sin saber'). En los siguientes años se comprobó que los pronósticos de Mignot fueron erróneos, pero de cualquier manera estimularon a los arquitectos de Galeazzo a mejorar sus instrumentos y técnicas.
Los trabajos continuaron rápidamente y a la muerte de Gian Galeazzo en 1402, se había completado casi la mitad de la catedral. Sin embargo, la construcción quedó estancada hasta 1480 debido a la falta de dinero e ideas: los trabajos más notables de ese período fueron las tumbas de Marco Carelli y el papa Martín V (1424) y las ventanas del ábside (hacia 1470). De las últimas, aún permanecen las que representan a San Juan Evangelista, obra de Cristoforo de' Mottis, y las de San Eligio y San Juan Damasceno, ambas de Niccolò da Varallo. En 1452, bajo el gobierno de Francesco Sforza, se completaron la nave y los pasillos hasta el sexto tramo.
Uno de los hechos más destacados de la historia de la catedral se dio a finales de la década de 1480, con la estancia de Leonardo da Vinci en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza. El gran maestro del Renacimiento participó en las reuniones y disputas acerca del avance de los trabajos, y proyectó varias soluciones para el cimborrio, que finalmente no fueron llevadas a cabo. Se conservan varios dibujos de su mano que muestran parte de sus propuestas, como la solución de doble casco para el cimborrio, que equilibraría fuerzas en la delicada estructura del edificio. Leonardo abandonó Milán en 1499.
Entre 1500 y 1510, bajo Ludovico Sforza, fue completada la cúpula octogonal y se decoró su interior con cuatro series de quince estatuas cada una, que representan a santos, profetas, sibilas y otros personajes del Antiguo Testamento. El exterior permaneció en su mayoría sin decoración, excepto por el Guglietto dell’Amadeo, cimborrio con una alta aguja que corona el transepto, construido de 1507 a 1510 por Giovanni Antonio Amadeo. Es una obra maestra renacentista que sin embargo armoniza bien con el aspecto gótico general del templo.
En 1562 se colocaron el San Bartolomé de Marco d’Agrate y el famoso candelabro Trivulzio (s. XII).
El ascenso de Carlo Borromeo al cargo de obispo significó la eliminación de todos los monumentos laicos del templo. Estos incluyeron las tumbas de Giovanni, Barnabò y Filippo Maria Visconti, Francesco Sforza y su esposa Bianca, Galeazzo Maria Sforza y Ludovico. Sin embargo, la principal intervención de Borromeo fue la designación, en 1571, de Pellegrino Tibaldi como arquitecto jefe (una maniobra discutida que requirió de la revisión de los estatutos de la Fabbrica).
Borromeo y Pellegrini se esforzaron por alcanzar un nuevo aspecto renacentista para la catedral, que acentuaría su naturaleza italiana en menoscabo del estilo gótico, considerado extranjero y pasado de moda en aquella época. Puesto que la fachada principal permanecía en su mayor parte incompleta, Pellegrini ideó una de estilo romano con columnas, obeliscos y un gran tímpano. Este diseño nunca fue llevado a cabo, pero la decoración del interior continuó: en 1575–1585 el presbiterio fue reconstruido mientras que se añadían nuevos altares y el baptisterio a la nave. Un coro de madera fue construido para el altar principal por Francesco Brambilla, un trabajo terminado en 1614.
En 1577, Borromeo consagró finalmente el edificio completo como un templo nuevo, distinto a los de Santa Maria Maggiore y Santa Tecla (que habían sido unificados en 1549 después de agrias disputas).
A comienzos del siglo XVII, el obispo Federico Borromeo, primo de Carlos, contaba con las bases de la nueva fachada realizadas por Francesco Maria Richini y Fabio Mangone. Los trabajos continuaron hasta 1638 con la construcción de los cinco portales y las dos ventanas centrales. Sin embargo, en 1649, el nuevo arquitecto jefe introdujo una innovación notable: la fachada regresó al estilo gótico original, incluyendo los detalles ya acabados de las grandes pilastras góticas y los dos enormes campanarios. Se realizaron otros diseños, entre otros, por Filippo Juvarra (1733) y Luigi Vanvitelli (1745) pero ninguno de ellos se llegó a aplicar. En 1682 se demolió la fachada de Santa Maria Maggiore y se terminó de cubrir la azotea de la catedral.
En 1762 se levantó la aguja Madonnina, de una altura de 108,5 m, que ahora es uno de los rasgos principales de la catedral. Fue diseñada por Francesco Croce y luce en la cima una famosa estatua dorada que representa a la Virgen María.
El 20 de mayo de 1805 Napoleón Bonaparte, a punto de ser coronado rey de Italia, ordenó que la fachada fuera terminada por Carlo Pellicani. En su entusiasmo, aseguró que todos los gastos recaerían sobre el tesoro francés, que reembolsaría a la Fabbrica por todos los inmuebles que ésta tuviera que vender. Aunque jamás se pagó este reembolso, ello ayudó a que finalmente, en solo siete años, la catedral tuviera su fachada terminada por el nuevo arquitecto, Carlo Pellicani hijo. En gratitud, se colocó una estatua de Napoleón en la cima de uno de los pináculos.
En los siguientes años se construyeron la mayoría de los arcos y chapiteles. Se terminaron las estatuas de la pared sur, mientras que entre 1829 y 1858 unas nuevas vidrieras reemplazaron las preexistentes con resultados menos expresivos. Los detalles finales de la catedral fueron terminados ya en el siglo XX: la última puerta fue inaugurada el 6 de enero de 1965. Esta fecha es considerada como el término del proceso que ha durado muchas generaciones, aunque todavía quedan algunos bloques sin esculpir esperando ser convertidos en estatuas.
Los trabajos de renovación que cubrían la fachada principal de la catedral terminaron en diciembre de 2008. Además, uno de los principales arquitectos que llevó a cabo estos trabajos, era descendiente directo del importante escultor y arquitecto Carlo Pellicani, que, junto a su hijo, fueron los principales finalizadores de la obra de la catedral.
La catedral de Milán es un templo de grandes dimensiones, de cinco naves, una central y cuatro naves laterales, con al menos cuarenta pilares, atravesada por un transepto seguido por el coro y el ábside. La nave central tiene una altura de 45 metros, sólo superada en un edificio similar por la incompleta nave central de la catedral de Beauvais, con una altura de 48 metros. La construcción es de ladrillo, recubierto de mármol.
Destacan en el interior los grandes pilares fasciculados, de grandes dimensiones y extraña forma, pues se rematan en una especie de dosel esculpido que alberga estatuas. Los arcos ojivales de separación entre las naves se refuerzan mediante tirantes metálicos. Las bóvedas, de crucería sencilla, están decoradas en algunos tramos por complicados motivos de tracería.
Al exterior, los tejados permiten una observación cercana de algunas esculturas de gran calidad. Es muy destacado el bosque de pináculos, chapiteles y cresterías que se puede observar desde los mismos. El punto más alto del templo es la La Madonnina, obra en cobre dorado, de Carlo Pellicani, inaugurada en 1774.
En el interior del templo pueden admirarse gran número de altares, estatuas, pinturas y retablos, así como un elevado número de monumentos funerarios, como:
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