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Cementerio de Torrero



El cementerio de Torrero es un cementerio de la ciudad española de Zaragoza situado en el distrito de Torrero.

La apertura oficial del cementerio de Zaragoza fue en 1834, cuando el terreno fue bendecido por el Arzobispo de Zaragoza. Hasta entonces los enterramientos se efectuaban en los terrenos de iglesias, conventos u hospitales de la propia ciudad, lo que planteaba problemas como la falta de espacio e higiene. La ventaja de su ubicación (en las afueras de Zaragoza), así como la necesidad de terreno para el entierro propiciaron su apertura. En un principio, y tras muchas disputas, el cementerio fue administrado por las parroquias y el ayuntamiento conjuntamente. Sin embargo, desde 1868 el control pasó a ser administrado exclusivamente por el ayuntamiento. A lo largo del siglo XIX, el cementerio acometió sucesivas ampliaciones (1866, 1885, 1895). En 1883, se creó, anexo al cementerio, un espacio para el enterramiento civil. En el siglo XX el cementerio nuevamente ganó terrenos (1911).

Durante la Guerra Civil, Zaragoza cayó desde el inicio en el bando franquista y se produjo una fuerte represión hacia los republicanos. Se produjeron numerosos fusilamientos en las tapias del cementerio y los cuerpos fueron, posteriormente, enterrados en fosas comunes (exhumadas en 1980). Durante estos años, se crearon en el cementerio zonas de enterramiento para las tropas extranjeras del bando franquista: una zona para el enterramiento de italianos y otra para los musulmanes (orientada a La Meca), además de un cementerio alemán, destinado a las tropas nazis; en 1941, se los trasladó a un nuevo espacio que constituye, todavía en la actualidad, un pequeño cementerio privado en el cual existen también familias de poder de las épocas del comienzo del dicho cementerio. Durante el resto de siglo y hasta la actualidad, el cementerio ha continuado creciendo, la última ampliación se llevó a cabo en 2002, con la apertura de un nuevo edificio de atención al público.[1]

Al cementerio se puede acceder mediante el automóvil o utilizando la línea lanzadera gratuita C1 de los Transportes Urbanos de Zaragoza.

Frente a la fosa común del cementerio se erige este monumento de José Bueno Gimeno. Se trata de una escultura de piedra de 2 metros de alto que muestra a dos hombres desnudos llevando el cadáver de un tercero también desnudo. La escultura fue realizada en 1918 para servir de monumento funerario, no por encargo, sino que fue fruto de una propuesta popular apoyada por el Heraldo de Aragón la que se propuso que la escultura se convirtiera en el monumento de la fosa común y fue gracias a las donaciones de los suscriptores de ese periódico que se pudo adquirir la escultura y colocarla en su emplazamiento actual, siendo inaugurada el 15 de junio de 1919.[2]

Un monumento a las víctimas franquistas de la Guerra Civil. Es otro de los muchos monumentos de ese tipo que se levantaron en toda España durante la dictadura de Franco. Este monumento inicialmente se colocó en la Plaza del Pilar hasta que se trasladó al cementerio de Torrero. Consiste en un gran altar de hormigón armado revestido de sillería de piedra de la Puebla que corona una cruz de gran tamaño; en total la altura del monumento es de 21,5 metros con una anchura de 28,5 metros. Es obra de Ramiro Moya Blanco, Manuel Laviada, Luis Moya Blanco y Enrique Huidobro Pardo. Fue inaugurado en 1953 con el nombre original: Monumento a los Héroes y Mártires de Nuestra Gloriosa Cruzada, tras 9 años de obra y más de 2 para decidir el proyecto.[3]

Se trata de un sencillo monumento, un monolito de granito de 196 cm. de altura que contiene la inscripción que da nombre al monumento. Trata de ser un homenaje a todas las víctimas de la Guerra Civil. Se inauguró el 1 de noviembre de 1980; en ese año se habían exhumado los cadáveres de las fosas comunes de las víctimas republicanas de la Guerra Civil en Zaragoza.[4]

Escultura del panteón de la familia Matute Pérez. Es una escultura de 1898 en piedra caliza que representa a un Ángel rezando con un rosario en la mano. Es obra de Dionisio Lasuén Ferrer. Constituye una de las más antiguas representaciones escultóricas del cementerio.[5]

En el panteón de Antonio Morón Lázaro se halla esta escultura alegórica del silencio. La escultura representa una joven con el dedo índice sobre su boca, pidiendo silencio. Fue realizada en caliza en 1904 por Dionisio Lasuén Ferrer.[6]

Estatua situada en el panteón de la familia Ginés. Se trata de una escultura alegórica del alma de más de 2 metros de altura, elaborada en mármol y representa una mujer envuelta en paños, la cual pretende ser la representación del alma dejando la tierra. Es una escultura de Enrique Clarasó y Daudí de 1905. [7]

Otra de las esculturas alegóricas del cementerio, en este caso ubicada en el Panteón de las familias Gómez y Sancho. Una escultura de mármol de 2,25 m de altura, que consiste en un hombre anciano que porta un libro, el cual representa el tiempo que va pasando en las hojas del libro de la vida. Fue realizada en 1907 por Enrique Clarasó y Daudí.[8]

Con motivo de los actos de celebración del centenario del nacimiento de Miguel Fleta se instala en el panteón del tenor un busto de bronce que le representa en su edad adulta. Se inaugura el 29 de mayo de 1999 y es obra de Alberto Gómez Ascaso.[9]



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