x
1

Ciencia y tecnología en el Perú



El desarrollo de la ciencia y la tecnología en el Perú, pese a las dificultades derivadas de la escasez de recursos y la falta de apoyo de los gobiernos, ha tenido logros específicos. A lo largo de la historia, han destacado muchos científicos en el Perú, en diversas ramas de la ciencia, las más de veces relacionadas con las peculiaridades del país. Por ejemplo, en medicina, con el estudio de las enfermedades como la verruga peruana (obra de Daniel Alcides Carrión y Alberto Barton); y el mal de altura (mérito de Carlos Monge Medrano); la geografía, con la determinación de los pisos ecológicos del Perú (Javier Pulgar Vidal). En matemáticas es menester mencionar a Federico Villarreal que descubrió el método para elevar un polinomio cualquiera a una potencia cualquiera; y en la física a Pedro Paulet, pionero de la astronáutica, y a Santiago Antúnez de Mayolo, que predijo la existencia del neutrón.

Existe el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC) como organismo encargado de desenvolver el conjunto de políticas, planes y programas para la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) en el Perú.[1]

Actualmente, y restringiendo al contexto sudamericano, el Perú se halla rezagado en cuanto a investigación y desarrollo (I+D).[2][3]​ Según Scopus, una base de datos bibliográfica de resúmenes y citas de artículos de revistas científicas, el Perú se posiciona en el lugar número 59 del mundo en materia de publicaciones científicas y séptimo entre los países de América Latina.[4]

Los pueblos del Antiguo Perú desarrollaron diversas ramas de las ciencias como la astronomía, las matemáticas y la medicina, y tuvieron grandiosas realizaciones técnicas en la agricultura, la hidráulica y la arquitectura. Sobre el desarrollo de la ciencia en la época precolombina, debemos señalar que más que ciencia en el sentido moderno, se trataba en realidad de conocimientos empíricos que se consolidaron a través de milenios de experiencia, y que tuvieron un carácter eminentemente práctico. Es lo que se conoce como etapa precientífica, por la que han pasado todas las civilizaciones del mundo, y que antecede al desarrollo de la ciencia propiamente dicha, que solo empieza en Europa a partir del siglo XVII, en el seno de la civilización occidental y cristiana.[5]

En astronomía, los antiguos peruanos contaron con observatorios astronómicos situados en los templos o santuarios, a cargo de sacerdotes, que observaban permanentemente el cielo, especialmente el ciclo del Sol y la Luna. De ello hay evidencias en todas las culturas del Antiguo Perú. Mediante esa observación crearon un calendario solar de 12 meses, cada uno representado con una festividad. Pero a los meses los ponderaban según las fases de la luna. Para definir los meses del año contaban con la ayuda de un instrumento, la Intihuatana, un espigón o punta de piedra que se yergue sobre otras más o menos planas; el indicativo era la sombra que proyectaba esa piedra a lo largo del curso solar en un año calendárico. También se lo usaba para definir las horas de un día.[6]

En aritmética, todos sus cálculos se basaron en el sistema numérico decimal. Para sus operaciones usaban dos tecnologías: el ábaco o yupana, en forma de tablero; y los quipus, un ingenioso método a base de cuerdas y nudos.[7]​ Este último es una herencia cultural milenaria, pues en Caral se descubrieron ejemplares de 5000 años de antigüedad.[8]​ Algunos autores sostienen que con esa misma técnica se conservaban datos históricos.

En geometría, si bien fue más práctica que teórica, demostraron ser asombrosamente exactos, como se corroborra en la construcción de canales, caminos y edificios. Todas las edificaciones de las llactas o ciudades (plazas, calles y barrios) se hallan bien distribuidas. Conocieron la plomada para nivelar las paredes de los edificios.[9]​ El ensamblado perfecto de las piedras de los edificios incaicos indican sin lugar a dudas la aplicación de cálculos físicos y matemáticos rigurosos.

En medicina se usaron una diversidad de hierbas medicinales y plantas alucinógenas de todas las regiones, cuyo conocimiento ha llegado en parte hasta nuestros días a través de la medicina tradicional andina.[10]​ También usaron medicinas de origen animal (como el sebo) y mineral. El Inca Garcilaso de la Vega asegura que praticaron la sangría para el alivio de ciertos males, y que usaron purgantes y vomitivos para la expulsión de parásitos y otros humores.[11]

Se tiene también evidencias del desarrollo de la cirugía. Desde la época de la cultura paracas se realizaban intervenciones quirúrgicas, como trepanaciones, con el propósito de eliminar fragmentos de huesos o armas, que quedaban incrustadas en el cráneo, luego de accidentes o enfrentamientos bélicos. Se ha descubierto incluso el instrumental usado, entre los que destaca el tumi o cuchillo con hoja en forma de medialuna, así como evidencias del uso de gasas y vendas. Se sabe también que supieron curar fracturas de huesos de la extremidades. Un caso registrado en una crónica española, cuenta sobre la curación de un indio con fractura de tibia con hueso expuesto, realizado por un viejo curandero incaico, que utilizó, por todo material, zumos de hierbas medicinales, hilos y entablillados, ante el asombro de los españoles, que en un principio, al ver la gravedad de la fractura, habían creído necesaria la amputación.[12]

En cuanto a las tecnologías como la agrícola y la hidráulica, los antiguos peruanos fueron mucho más desarrollados que el resto de las culturas precolombinas de América. Los mayas no pasaron de quemar bosques para ampliar sus terrenos de cultivo; en cambio, los antiguos peruanos conocieron una serie de tecnologías para ganar terrenos de cultivo, como los andenes o terrazas, los waru waru o camellones, los huachaques u hoyas, las cochas o pozas secas, etc., así como el uso de abonos o fertilizantes (guano de islas, estiércol de llama y cuy).[13]​ Contaron también con laboratorios para mejorar las especies, como el que se encuentra en Moray, donde al parecer se llevaron a cabo experimentos de cultivos a diferentes alturas.[14]​ También los antiguos peruanos poseyeron la única ganadería de la América precolombina, la de los camélidos sudamericanos, y conocieron técnicas para la conservación de alimentos como los tubérculos (chuño, tocosh y papa seca) y la carne (charqui).[15]​ La ingeniería hidráulica de los preincas, que adoptaron los incas, era también muy avanzada; hasta hoy siguen en uso muchos canales de regadío y acueductos prehispánicos.[16]

El arribo de los españoles al Perú implicó la llegada de la cultura occidental o europea. Fue en Europa donde se forjó la revolución científica y como signo de esa época, en el siglo XVIII llegaron a la América española las llamadas Expediciones Científicas, cuyo propósito era hacer estudios de la realidad física y biológica de las tierras americanas, pero a la vez muchos de sus integrantes realizaron valiosas observaciones de la sociedad, las costumbres y otros interesantes aspectos de la vida colonial.[17]

En las postrimerías de la Colonia, la investigación científica se limitó a identificar los productos naturales que debían ser explotados.[18]​ Una de las primeras eminencias científicas peruanas de esa época fue el sabio Hipólito Unanue, fundador de la Escuela de Medicina de San Fernando (actual Facultad de Medicina de la Universidad de San Marcos) y autor de una obra que versa sobre las observaciones del clima de Lima y su influencia en los seres vivos, entre otros escritos científicos.[19]

Durante el siglo XIX, marcado con el nacimiento de la República, el avance en las diferentes disciplinas de las ciencias peruanas fue notable pero desigual. Sin embargo, casi siempre se trató de pioneros científicos y de sus seguidores, más que de comunidades científicas consolidadas. En ese contexto hay que mencionar los aportes a la geología de Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, la renovación de la enseñanza de la medicina bajo el impulso del doctor Cayetano Heredia y la investigación de la enfermedad de la verruga peruana por obra de Daniel Alcides Carrión, mártir de la medicina peruana (1885).[18]

En 1866 se creó la Facultad de Ciencias en la Universidad Mayor de San Marcos. En 1876 se fundó la Escuela Nacional de Ingenieros, otra institución importante para el desarrollo de la ciencia en el Perú. Su organización estuvo a cargo del ingeniero polaco Eduardo de Habich. A partir de 1955 la Escuela se convirtió en la Universidad Nacional de Ingeniería. En el estudio de las ciencias naturales destacó un sabio venido de Italia, Antonio Raimondi. Surgieron también instituciones científicas, pero este desarrollo se vio truncado por la Guerra del Pacífico.[18]

Durante la Reconstrucción Nacional, la promoción que hizo de la ciencia el positivismo fue una de los factores culturales más importantes en la recuperación del Perú. Se consideraba que el desarrollo científico era primordial para el progreso. En 1888 se fundó la Sociedad Geográfica de Lima, que dependía del Ministerio de Relaciones Exteriores, y que promovió las exploraciones naturalistas, la explotación de los recursos naturales y la demarcación interior y exterior del territorio peruano. En ese mismo año nació la Academia Nacional de Medicina, que contó entre su miembros a los ilustres doctores Manuel Odriozola Romero y José Casimiro Ulloa. En el campo de las ciencias exactas destacó sobresalientemente Federico Villareal, catedrático de San Marcos, que efectuó contribuciones originales al desarrollo tanto de las matemáticas como de la ingeniería.[18]

A comienzos del siglo XX la investigación en el Perú empezó a recuperarse gracias al crecimiento de la economía impulsada por la República Aristocrática y el apoyo cultural de corrientes como el positivismo y el indigenismo. Se desarrollaron nuevas profesiones como la ingeniería agrícola gracias a la llegada de una misión belga que organizó la Escuela de Agricultura, hoy Universidad Nacional Agraria La Molina.[18]

En el campo de la botánica, es de destacar la labor del profesor alemán Augusto Weberbauer. En la medicina, los estudios del doctor Carlos Monge Medrano sobre el mal de altura. En bacteriología, la labor de Alberto Barton en la identificación del agente patógeno de la enfermedad de Carrión. También se desarrolló la psiquiatría por obra de Honorio Delgado, quien inicialmente tuvo un gran interés por el psicoanálisis y tuvo correspondencia con Sigmund Freud.[18]

Por los años 1930 y 1940, los gobiernos impulsaron una ambiciosa política de salud pública. Se fundó el Ministerio de Salud del Perú, se crearon grandes hospitales como el Hospital Obrero y el Hospital del Empleado, se erradicaron enfermedades como la malaria. En 1938 se fundó la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del Perú, destinada a promocionar la investigación científica y a la difusión del conocimiento científico. Surgieron brillantes generaciones de médicos, muchos de los cuales se abocaron a la investigación.[18]

A fines de los años 1950, el Perú contaba con un grupo de investigadores y médicos que auguraban un gran desarrollo de la ciencia. Algunas disciplinas se renovaron por la llegada de extranjeros o de peruanos que habían estudiado en el exterior. En 1957 surgió el Instituto Geofísico del Perú, que mejoró la dirección del Observatorio Carnegie de Huancayo.[18]​ A principios de los años 1960 se fundó el Radio Observatorio de Jicamarca.

En los años 1960, surgieron en Lima nuevas universidades como la Cayetano Heredia, y otras en provincias, como la de Arequipa y Trujillo, que ofrecieron oportunidades de estudio y profesionalización para médicos y científicos. En 1968 se creó un Consejo Nacional de Investigación, antecedente del actual CONCYTEC. Hasta esa época, el Perú tenía, en el contexto latinoamericano, indicadores competitivos en Investigación y Desarrollo, especialmente, aunque no exclusivamente, en los campos de la agricultura, la medicina, la biología y la geofísica.[20]

No obstante, este desarrollo se vio truncado por la masificación de las universidades, que atentaba con la calidad de la enseñanza; por las políticas erradas del gobierno militar de los años 1970, que desalentaron el trabajo científico; y por la violencia terrorista de los años 1980.[18]

El artículo 14º de la Constitución Política del Perú de 1993 establece que «Es deber del Estado promover el desarrollo científico y tecnológico del país».

Durante el gobierno de Ollanta Humala se planteó la creación de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, pero quedó solo como una buena intención.[21]

Actualmente subsisten muchos problemas que dificultan un desarrollo competitivo de la ciencia y tecnología, a saber:[18]

Hipólito Unanue

Cayetano Heredia

Daniel Alcides Carrión

Antonio Raimondi

Pedro Ruiz Gallo

Sebastián Barranca

Federico Villarreal

Alberto Barton

Pedro Paulet

Santiago Antúnez de Mayolo

Solo se mencionan a los más destacados.[22][23]

Los organismos del Estado a cargo de la ciencia, tecnología e innovación tienen principalmente carácter nacional, aunque también los gobiernos regionales cuentan con su propia estructura. El más importante es el CONCYTEC.[1]

De acuerdo a ley, las gerencias de desarrollo social de los gobiernos regionales (24 en total) deben realizar funciones específicas en ciencia, tecnología y otras.[1]

Institutos y centros investigación pertenecientes a empresas privadas.[1]

El país cuenta con 33 universidades públicas. En I+D destacan las siguientes:[1]

De las 44 universidades privadas que existen destacan las siguientes:[1]

Mencionamos solo los principales.[1]



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Ciencia y tecnología en el Perú (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!