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Científicos disidentes sobre la hipótesis que correlaciona VIH con SIDA



El negacionismo del VIH/sida es la creencia, contraria a la concluyente evidencia médica y científica,[1][2]​ de que el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) no causa el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).[3]​ Algunos negacionistas rechazan la existencia del VIH , mientras que otros aceptan que el VIH existe pero sostienen que es un inofensivo virus pasajero que no causa el sida. Si es que los negacionistas reconocen el sida como una enfermedad real, lo atribuyen a alguna combinación de conducta sexual, drogas recreativas, desnutrición, mala higiene, hemofilia o efectos de los fármacos utilizados para tratar la infección del VIH (antiretrovirales).[4][5]

El consenso científico es que la evidencia que demuestra que el VIH es la causa del sida es concluyente[1][2]​ y que las afirmaciones de los negacionistas del VIH/sida son pseudociencia basada en falsas teorías de conspiración,[6]​ razonamiento defectuoso, cherry picking y tergiversación de datos científicos en su mayoría obsoletos.[1][2][7]​ Con el rechazo de estos argumentos por la comunidad científica, el material de los negacionistas del VIH/sida está actualmente dirigido a un público científicamente menos sofisticado y se difunde fundamentalmente a través de internet.[8][9]

A pesar de su falta de aceptación científica, la negación del VIH/sida ha tenido un impacto político significativo, sobre todo en Sudáfrica bajo la presidencia de Thabo Mbeki. Los científicos y los médicos han dado la señal la alarma en el costo humano del negacionismo del VIH/sida, el cual desalienta a las personas VIH positivas utilizar tratamientos de eficacia demostrada.[2][10][8][11][12][13]​ Los investigadores de salud pública han atribuido 330 000 a 340 000 muertes por sida, junto con otras 171 000 infecciones y 35 000 infecciones infantiles por el VIH, al ex abrazo del negacionismo del VIH/sida por el gobierno de Sudáfrica.[14][15]​ El uso interrumpido de tratamientos antivirales es también una gran preocupación mundial, ya que potencialmente aumenta la probabilidad de la aparición de cepas del virus con resistencia a antivirales.[16]

Algunos investigadores aún sostienen que no hay prueba científica concluyente de la existencia del VIH. En 1996, la revista Continuum ―publicada por negacionistas― estableció un premio[17]​ de 1000 £ a quien mostrara alguna prueba científica de que el VIH había sido aislado siguiendo las reglas de aislamiento de retrovirus discutidas en el Instituto Pasteur en 1973. Peter Duesberg afirmó en 1996 que la identificación del virus se había probado, pero con un método distinto.[18]​ El Grupo de Perth ha rebatido la reclamación de Duesberg y el premio aún no ha sido concedido. En abril de 2002, Alex Russel aumentó la cuantía del premio a 10 000 £.

El Grupo de Perth sostiene que dado que en los trabajos iniciales de Luc Montagnier y Robert Gallo no aparecen fotografías de microscopio electrónico del virus en la banda 1,16 g/mL (banda en la que se sabía que se depositaban las partículas retrovirales tras aplicar la conocida técnica de centrifugación en gradiente de densidad), en realidad no se demostró la existencia del virus. Basados en una entrevista entre Montagnier y Djamel Tahi en el Instituto Pasteur[19]​ los miembros del Grupo de Perth han sostenido que el virólogo reconoció no haber aislado el VIH; sin embargo en esa entrevista Montagnier sostuvo que el descubrimiento del VIH, agente etiológico del sida, se realizó sobre la detección de la transcriptasa inversa y la realización de cultivos in vitro sobre muestras obtenidas de un portador. De acuerdo con esta misma entrevista, Montagnier afirma que no es necesaria la purificación del virus para reconocer un virus, basta con poder transmitirlo. Por otro lado, desde 1983, se encuentran disponibles imágenes de microscopio sobre el VIH.[20]

Poco después, Eleni Papadopulos ―del Grupo de Perth― fue entrevistada por Christine Johnson, periodista independiente de Los Ángeles.[21]​ Papadopulos sostiene que la existencia del virus VIH sigue sin estar demostrada, basándose en que las partículas de las fotos no están aisladas-purificadas, ni tienen todas las características morfológicas de los retrovirus. Además, los controles (cultivos paralelos no «infectados») no se habían llevado a cabo de modo correcto (puesto que no habían sido estimulados, y los cultivos supuestamente infectados sí). Eleni Papadopulos afirma que en ningún momento en la investigación VIH-sida se han seguido la reglas necesarias y suficientes para demostrar la existencia de un nuevo retrovirus, acordadas por el Instituto Pasteur en 1973.[22]

Stefan Lanka va más allá en la afirmación de que no está demostrada la existencia del VIH. Según él, la transcriptasa inversa es una enzima presente en todos los seres vivos y, puesto que esa es la base fundamental de la retrovirología, no se puede establecer que los retrovirus existan.[23]

Existen dos tipos de pruebas de anticuerpos del VIH de uso común: el ELISA[24]​ y el Western Blot (WB). En ELISA se produce un cambio de color al reaccionar una mezcla de antígenos del virus VIH y los anticuerpos del suero de un paciente. Este principio es el mismo en las pruebas ELISA de cualquier generación, incluidos los más modernos. La prueba Western Blot se utiliza para confirmar la prueba ELISA anterior. La diferencia principal entre ambos es que en el Western blot las proteínas son separadas a lo largo de una tira, lo que permite que las reacciones entre los anticuerpos y las proteínas individuales puedan verse como ciertas bandas.

A cada una de estas bandas se las denomina con una "p" pequeña (de proteína) seguido de un número que indica el peso molecular de la proteína (en moles), por ejemplo la p24. En la mayoría de los países, el diagnóstico de una infección por VIH consiste en realizar una prueba ELISA inicial, que si da positivo se repite. Si da positivo repetidamente se procede a realizar una Western blot, que si también da positivo confirma la infección por VIH. Las proteínas de la prueba de anticuerpos del VIH están codificadas por tres genes llamados gag, pol y env.

El Grupo de Perth afirma que el criterio de un resultado positivo en la prueba confirmatoria Western blot ha variado según el laboratorio, institución o país que se considere, y que no existe todavía un criterio acordado internacionalmente de qué es un positivo en dicha prueba.[25]​ También sostiene que las pruebas del VIH no detectan la infección por VIH, por dos motivos fundamentales: el primero es que de una reacción anticuerpo-antígeno no se puede deducir que el anticuerpo haya sido originado por dicho antígeno; el segundo es que no está probado que los antígenos (proteínas) pertenezcan al VIH, dado que desde su punto de vista no está demostrada la existencia del virus.

El Grupo de Perth argumenta que es imposible determinar la precisión (sensibilidad y especificidad) de los tests, ya que no se han comparado (homologado) con el llamado «estándar de oro», que consiste en aislar el virus VIH. En virología, el aislamiento es solo una de las técnicas mediante las cuales se puede determinar una infección viral. La fragilidad de algunos virus, incluyendo el VIH, dificulta que este estándar de oro pueda cumplirse en todos los casos y limita la efectividad del aislamiento como método de diagnóstico.[26]

El Grupo de Perth admite que un positivo a los tests del VIH, significa una mayor probabilidad de desarrollar enfermedades, incluidas las pertenecientes al sida, si no se toman medidas para evitarlo. Robert Maver (FSA, MAAA), actuario de seguros (enlace en inglés), publicó un texto[27]​ en el cual afirmó que el riesgo de ser considerado como falso positivo es 5 veces superior a las posibilidades de ser un positivo real al test.[28]

Las pruebas de carga viral se realizan mediante un tipo especial de reacción en cadena de la polimerasa, la RCP cuantitativa (En inglés PCR, Polymerase Chain Reaction). Para el grupo de Perth utilizar el término «carga viral» supone afirmar que el ARN que se mide es de un retrovirus, pero como niegan que el VIH exista o se conozca, concluyen que las proteínas virales no pueden ser conocidas. Peter Duesberg ha dicho con respecto a la PCR:

Sin embargo, se ha comprobado que la carga viral medida por PCR permite predecir de forma muy fiable la tasa de declive en el recuento de linfocitos CD4+, así como la probabilidad de desarrollar el cuadro clínico asociado al SIDA e incluso la probabilidad de muerte en los 6 años siguientes. [30]

El Grupo de Perth argumenta que puesto que no está demostrada la existencia del virus VIH, no debería ser necesario tratar a ningún paciente con antirretrovirales, sino en todo caso con antioxidantes. No obstante, no descartan que los antirretrovirales puedan tener beneficios clínicos, actuando de un modo distinto a como simples antirretrovirales.[31]​ El grupo de Perth afirma que la azidotimidina (AZT) no puede tener efecto antirretroviral ni tampoco previene la transmisión de madre a hijo, y que es tóxico a todas las células, pudiendo causar algunos casos de sida.

Peter Duesberg también afirma que el tratamiento con AZT podría provocar inmunodeficiencia.[32]​ Duesberg, junto con el periodista John Lauritsen, escribió un libro en 1990 en el cual se argumentaba sobre la toxicidad y capacidad de producir inmunosupresión del AZT.[33]

Estas afirmaciones están opuestas al hecho de que se ha observado una menor morbilidad y mortalidad en los pacientes que reciben la terapia antirretroviral de gran actividad que en aquellos que no la tienen.[34][35]​ La toxicidad de los medicamentos antirretrovirales disponibles no se oculta a los pacientes, a los que se les permite elegir entre tomarlos o no. Dados los efectos indeseables que puede tener el uso de un coctel antirretroviral, este siempre es administrado bajo observación de un médico especialista.[36]

No obstante, esta crítica carece de sentido pues se encuentra en la actualidad obsoleta; los tratamientos actuales contra la infección por VIH resultan extremadamente seguros y efectivos, además de facilitar la adherencia al tratamiento por su comodidad (debido a la simplificación de los mismos en formato de pastilla única de toma diaria y a la práctica ausencia de efectos adversos)[37][38][39]​. La mayoría de informaciones disponibles en la red acerca de la toxicidad de antirretrovirales se refieren a los primeros que estuvieron disponibles (fundamentalmente AZT, didanosina y estavudina), los cuales se han dejado de recomendar en las guías terapéuticas americanas y europeas actuales[40]​. Dichos fármacos actuales tienen además el valor añadido de evitar la trasmisión del VIH a otras personas, al lograr reducir los niveles de carga viral hasta niveles no detectables, según ha quedado demostrado mediante los recientes estudios Partner I y Partner II[41][42]​.

Según The Perth Group (el Grupo de Perth), el sida tiene su origen en la oxidación a nivel celular, la «descompensación oxidativa» (mayor oxidación que reducción), por lo que el tratamiento alternativo tendría como objetivo frenar la oxidación del enfermo, simplemente evitando los factores oxidantes o bien requiriendo el uso de agentes «reductores» o «antioxidantes», especialmente los del grupo SH (sulfidrilos), como puedan ser el glutatión y la cisteína.[43][44]​ Otros negacionistas, como el colombiano Roberto Giraldo, creen que el sida es producto de un desequilibrio nutricional y pretenden curarlo a base de dietas.

Luc Montagnier acepta que la oxidación celular es un factor importante en el desarrollo del VIH. Pero este factor también se encuentra presente en el desarrollo de células cancerosas, de modo que no puede atribuirse a ese fenómeno la causalidad del sida. Desde el punto de vista de Montagnier, combatir el estrés oxidante es solo uno de los elementos que se requieren para combatir el sida, pero dado que el virus existe, se necesita estimular al sistema inmune para que actúe contra él y no simplemente fortalecerlo.[45]

El periodista Neville Hodgkinson publicó una serie de artículos criticando la versión oficial en el periódico británico The Sunday Times.[58][59][60][61][62]

En el verano de 1997, el desaparecido periódico español Diario 16 publicó una larga serie de artículos críticos con la hipótesis oficial.[63]

En 2009, el filmógrafo canadiense Brent Leung dirigió un documental titulado House of numbers donde entrevista tanto a oficialistas como a negacionistas del VIH/sida, entre ellos a los descubridores del VIH, Luc Montagnier y Robert Gallo y a varios premios Nobel. A través de estas entrevistas, realiza un recorrido sobre las principales contradicciones, tanto científicias como políticas de la cambiante opinión alrededor del VIH/sida.

La organización Rethinking AIDS, fundada en 1991.[80]

El 23 de abril de 1984 la secretaria de salud estadounidense Margaret Heckler convocó una rueda de prensa con Robert Gallo en la que se presentó a la prensa la que pasaría a ser la teoría aceptada mayoritariamente sobre la causa del sida.

Dentro de la comunidad científica existe un amplio consenso sobre la relación VIH/sida, y aunque todavía existen varios aspectos de la enfermedad que se desconocen, se considera que la información que establece la relación causal entre el VIH y el sida es contundente.

Las teorías negacionistas son calificadas de pseudocientíficas por varios miembros de la comunidad científica,[81][82]​ porque ignoran la existencia de la gran cantidad de evidencia empírica a favor de la relación VIH-sida y en contra de sus propias hipótesis. Consideran además que las hipótesis no cumplen requisitos científicos básicos: no cumplen la estrategia heurística de la navaja de Occam, no aportan evidencia empírica que demuestre anomalías en las teorías consolidadas, eligen la evidencia de forma selectiva para validar las hipótesis, y se basan en conocimientos sesgados sobre virología.

La comunidad científica cree que la posición de aquellos que niegan la existencia del VIH o su relación con la enfermedad, va en desmedro de la adopción de medidas preventivas y terapéuticas adecuadas. Un ejemplo del perjuicio causado por la difusión de las hipótesis negacionistas fue la crisis humanitaria que sufrió Sudáfrica, tras el apoyo de estas teorías. En respuesta a las hipótesis negacionistas, en julio del 2000, más de 5000 científicos firmaron una declaración, conocida como la «Declaración de Durban», que tuvo como objetivo difundir en lenguaje comprensible los datos considerados como más probados sobre la enfermedad.[83]​ En el caso de México, el Censida ―organismo de salud pública responsable de la vigilancia y control de la epidemia de VIH/sida en el país― informó en 2007 que tenía conocimiento de que 20 pacientes portadores del VIH habían suspendido su tratamiento a causa de la propaganda negacionista. La Secretaría de Salud mexicana declaró que interpondría una demanda judicial contra los grupos responsables de esa desinformación, aunque posteriormente se desistió de hacerlo.[84]​ Además, en ese mismo año, el Censida y la Secretaría de Salud emitieron una serie de comunicados donde fijaron su postura oficial en contra del negacionismo y en acuerdo con el consenso científico y la Declaración de Durban.[85]

Según el consenso científico, los partidarios de las teorías negacionistas ―que suelen atribuir el sida al tratamiento contra el sida― no ofrecen explicaciones científicamente convincentes de por qué muchos seropositivos desarrollan sida antes de empezar el tratamiento.[cita requerida]

En 1987, Peter Duesberg publicó su primer artículo sobre el sida, haciendo visibles las afirmaciones negacionistas. Poco después, la revista Science publicaba que las hipótesis de Duesberg le habían proporcionado «una gran cantidad de atención de los medios de comunicación, particularmente la prensa gay, donde es considerado casi un héroe».[86]​ Sin embargo, el apoyo de la comunidad gay a Duesberg desapareció tras realizar varias declaraciones que fueron consideradas homofóbicas. En una entrevista en 1988, Duesberg declaró su convencimiento de que la epidemia de sida estaba causada «por un estilo de vida que hace veinte años era criminal».[87]

En los años siguientes, el movimiento negacionista ganó adeptos debido a que los investigadores fueron inicialmente incapaces de producir un tratamiento efectivo o vacuna para el sida. Periodistas como Neville Hodgkinson y Celia Farber promocionaron regularmente ideas negacionistas en medios británicos y estadounidenses. Se produjeron varios documentales apoyando los puntos de vista negacionistas. En 1992 y 1993, The Sunday Times, donde Hodgkinson trabajaba como editor científico, publicó una serie de artículos argumentando que la epidemia de sida en África era un mito. Estos artículos resaltaban las afirmaciones de Duesberg y afirmaban que la terapia antiviral era ineficaz, los tests del HIV poco fiables y que el sida no era una amenaza para los heterosexuales. Esta serie de artículos fue fuertemente criticada por sesgados, engañosos y potencialmente peligrosos. De manera inusual, la revista Nature publicó un editorial en 1993 en el que se calificaba la cobertura del periódico sobre el sida como «seriamente equivocada y probablemente desastrosa».[88]

Debido a la dificultad de publicar sus tesis en la literatura científica, Duesberg ejerció su derecho como miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos de publicar en Proceedings of the National Acanemy of Sciences (PNAS) sin someterse al proceso de revisión por pares. Sin embargo, el artículo de Duesberg hizo saltar las alarmas en la revista y fue enviado por el editor para someterse a un proceso de revisión «no vinculante». Todos los revisores encontraron fallos graves en el artículo. El revisor que había sido específicamente escogido por Duesberg informó de la presencia de «argumentos engañosos», «declaraciones sin sentido», «tergiversaciones» y «exabruptos políticos».[89]​ Finalmente, el editor de la PNAS aceptó publicar el artículo, aunque le escribió a Duesberg: «Si Ud. quiere que se impriman estas afirmaciones sin fundamento, vagas y prejuiciosas, que así sea. Pero no veo cómo esto podría convencer a algún lector con formación científica».[89]

En julio de 2000, más de 5000 científicos firmaron una declaración, conocida como Declaración de Durban,[83]​ en respuesta a los negacionistas del sida, reafirmando el consenso científico de que el VIH es la causa del sida. La declaración tuvo como objetivo difundir en lenguaje comprensible la información mejor contrastada sobre el asunto. Participaron de la declaración varios premios Nobel y directores de institutos de investigación, academias y sociedades médicas, que incluyen a la Organización Europea de Biología Molecular, el Instituto Pasteur, la Academia de Ciencias Médicas del Reino Unido, el Instituto Max Planck, la Sociedad del Sida de India, el Instituto Nacional de Virología de Sudáfrica, la Sociedad de Clínicas de VIH de África del Sur, el Instituto de Medicina de Estados Unidos, la Sociedad Real de Londres y la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, entre otros institutos y organizaciones. Para una mayor transparencia, se requirió que no firmaran científicos vinculados a la industria farmacológica.

La declaración, que fue publicada en la revista Nature, afirma que aunque todavía existen varios aspectos de la enfermedad que se desconocen, la información que establece la relación causal entre el VIH y el sida es contundente:

El Grupo de Perth escribió una réplica a la Declaración de Durban, aunque fue rechazada por la revista Nature.[90]

Aunque los negacionistas del sida no han conseguido ningún apoyo significativo de la comunidad científica ―donde la evidencia de que el VIH causa el sida se considera concluyente― el movimiento ha tenido un impacto significativo en la esfera política. El punto culminante de este impacto se produjo cuando el entonces presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki se adhirió a las tesis negacionistas. Se considera que el consiguiente rechazo gubernamental a proporcionar tratamientos efectivos contra el VIH en Sudáfrica provocó cientos de miles de muertes debido al sida.[91]

Otros estudios independientes han llegado a estimaciones casi idénticas del costo en vidas humanas del negacionismo del sida en Sudáfrica. Según un artículo publicado por investigadores de la Harvard School of Public Health, entre 2000 y 2005, más de 330 000 muertes y 35 000 infecciones de recién nacidos se produjeron «debido a la negativa a aceptar el uso de las drogas antirretrovirales disponibles para prevenir y tratar el VIH/sida de manera rápida».[14]​ Nicoli Nattras estima que se produjeron 343 000 muertes y 171 000 infecciones adicionales debido a las políticas del gobierno de Mbeki, un resultado que califica de «genocidio por pereza».[15]



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