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Ciudad Nueva (Guayaquil)



Ciudad Nueva fue uno de los sectores históricos de la ciudad de Guayaquil en la época colonial. En conjunto con Ciudad Vieja, fue uno de los dos polos de crecimiento urbanístico de la ciudad. Su creación se estableció a finales del siglo XVII y tuvo como motivos principales el fortalecimiento de las defensas frente a ataques piratas, mejor distribución de predios y la expansión del poblado.

Tiene sus orígenes en las peticiones a las autoridades españolas en 1688, y la obtención los permisos necesarios para poder construir este nuevo emplazamiento en La Sabaneta en 1693, con el posterior traslado de la población proveniente de los alrededores del cerro Santa Ana.

Este sector estaba situado en el actual centro de Guayaquil y su eje central fue la Plaza de Armas (actual Parque Seminario). Con el pasar de los años, Ciudad Nueva fue expandiéndose hacia el norte hasta limitar con el Barrio del Bajo, y se encontraba comunicado con Ciudad Vieja a través del Puente de las Ochocientas Varas; llegaba hasta el estero de San Carlos (actual bulevar José Joaquín de Olmedo) el cual lo separaba del Barrio del Astillero.

El sector en el que se asentaba la Ciudad Nueva está actualmente comprendido dentro de la parroquia Rocafuerte, en la división administrativa oficial vigente.

Ciudad Nueva estaba ubicado al sur de Ciudad Vieja en el sector denominado La Sabaneta -área de llanura extensa en donde se encuentra el actual centro urbano de la ciudad-, junto al denominado Puerto de Casones en el río Guayas -lugar utilizado por pescadores en la época de la colonia-.[1][2]

En la actualidad, el sector en donde se desarrolló inicialmente Ciudad Nueva colinda con la actual calle Vélez al norte, Calle de la Orilla (actual Malecón Simón Bolívar) al este, con la actual calle Sucre al sur, y con la actual calle Boyacá al oeste.[1]

Tras la expansión del poblado, Ciudad Nueva creció hacia el norte limitando con el Barrio del Bajo, el cual estaba segmentado por varios esteros y se inundaba en época lluviosas del año. Hacia el sur se extendió hasta el estero San Carlos -el cual en la actualidad se ha convertido en el bulevar José Joaquín de Olmedo-, y más allá de este se encontraba el pequeño Barrio del Astillero.[2]​ Al oeste se encontraba rodeado de la Sabana llena de árboles hasta el Estero Salado.

El crecimiento comercial de Guayaquil a comienzos del siglo XVI fue amplio y atrajo varios problemas, entre ellos el de piratería. En junio de 1624 la ciudad fue asaltada por la armada neerlandesa al mando de Jean Claude de Gubernat, lugarteniente de Jacques L'Hermite (o Jacques de Clerck), quien ordenó incendiar más de veinte viviendas y la iglesia Matriz con el objetivo de atemorizar a los habitantes y destruir sus astilleros.[3]​ Tras la resistencia guayaquileña ante los ataques, los neerlandeses se retiraron, sin embargo, luego de dos meses reiniciarían los ataques en represalia. Como consecuencia de la batalla murieron varios hombres de mando como Gubernat, pero la ciudad quedó parcialmente destruida.[4]

La reconstrucción de la ciudad se vio detenida principalmente por los continuos incendios. Para la prevención de nuevos ataques piratas, se ordenó la construcción de fosos y fortificaciones en 1649, el fortín de La Planchada en 1651, y en la cima del cerro Santa Ana el fortín de San Carlos en 1682. Utilizando estas fortificaciones se combatió los ataques de William Dampierre en 1684,[5]​ junto a Swan y Davies.[6]​ En 1687 se presentó otro ataque por los piratas Grogniet,[7]​ Piccard y Hout,[8]​ raptando a habitantes de alta posición económica con el fin de solicitar rescates.[9][10][11]

La constante amenaza de ataques piratas hicieron necesario iniciar nuevas reconstrucciones del poblado más allá de los cerros en donde se pueda crear un sistema de fosos y fortalezas que permitan mejorar la defensa.[1]

En 1688 se les fue solicitado al presidente de la Audiencia Lope Antonio de Munive y al virrey del Perú Melchor de Navarra y Rocafull,[1]​ la autorización para la creación de lotes al sur de los cerros, y el regidor Juan Pérez de Villamar viajó a España con la misión de obtener la real cédula que permitiese dicho traslado. Las distancias lejanas en donde se asentaban estas autoridades demoraron algún tiempo el trámite de organización y traslado.[12]

En 1693, y tras la labor de las autoridades locales, Guayaquil obtiene los permisos necesarios para poder mover el poblado a un emplazamiento diferente ubicándose hacia el sur del cerro Santa Ana, en un lugar al que se denominada en aquellos tiempos como "Sabaneta", junto al Puerto de Casones, el cual era un lugar utilizado por pescadores de la zona.[12]

Rápidamente en este sitio la Ciudad Nueva -bajo el clásico trazado en damero o plan hipodinámico, acorde a lo contemplado por la Ley de Indias para la construcción de ciudades- se empezó a construir con una estructura de 25 manzanas y se tuvo como eje la Plaza de Armas (actual parque Seminario).[1]

El Corregidor Blas García de la Peña elaboró planes para levantar fosos y trincheras en torno a los límites de Ciudad Nueva, creyendo el corregidor que servirán para proteger a la ciudad de posibles nuevos ataques de piratas. También se pensó en ellas como una manera rápida de abastecimiento de agua a los vecinos, cuando se daba la crecida del río. A pesar de los intentos el proyecto no prosperó siendo un rotundo fracaso ya que se dieron invasiones urbanas fuera del perímetro que se pretendía amurallar y donde los nuevos vecinos construían sus viviendas y ranchos

El cabildo para tratar minimizar la importancia de Ciudad Vieja debido al gran número de habitantes que no quisieron trasladar sus domicilios al nuevo emplazamiento, dispuso que se muden a Ciudad Nueva las familias que vivían en total desorden desde la estero Villamar (actual calle Loja) hasta el límite norte (actual Av 9 de Octubre), además se levantó un terraplén entre las 2 ciudades. Este muro hecho con grandes pedruscos y tierra sostenido por estacas de madera unidas entre sí con varas, empezaba a las orillas del río siguiendo el curso de la actual calle Junín hasta llegar a su intersección con la calle General Córdova detrás de la Basílica de la Merced. [13]

Al trasladarse la población de Ciudad Vieja al sector de Puerto Cazones dio como origen la formación de varios barrios como del Centro, Astillero y del Bajo.

El Barrio del Centro fue el más importante debido a la presencia de edificios públicos e iglesias que se construyeron dentro de sus límites, además que en él se encontraban asentadas las familias pudientes. El Barrio estaba cruzado por once calles de las cuales La del Comercio (hoy Pichincha) tuvo gran importancia debido al gran número de comercios. Otras calles llevaron los nombres de vecinos notables como las calles Cepeda, Campuzano, Pareja, Espantoso, Aguirre. Sumándole las calles llamadas del Tigre, León. del Bajo y San Francisco (actual 9 de Octubre).

Las calles eran anchas en comparación a las callejuelas de Ciudad Vieja, y entre la que más destacaba por su anchura era la de San Francisco que llegaba a la sabana y estero Salado.

A pesar de la amplitud la mayoría de las calles se encontraban pavimentadas, y en invierno se convertían en tremendos lodazales. Este barrio comprendía al norte la cabecera del Puente que la unía con Ciudad Vieja, al sur llegaba hasta el estero Carrión o calle del Fango (actual Mejía), al este la orilla del río y al oeste la calle que quedaba al frente de la Iglesia Matriz (actual Chimborazo).

Por disposición del Cabildo el nuevo astillero debía ocupar el área aledaña al estero San Carlos (hoy Ave Olmedo), pero los vecinos que laboraban en esa industria prefirieron establecerse cerca al estero Carrión (calle Mejía), nombre tomado de un oficial de carpintería., esto dio origen al Barrio del Astillero, donde se levantaron 61 casas y se componía de una calle central llamada Tamarindo y de 3 transversales con los nombres San Carlos, Centro y Sabana.

El Barrio del Bajo empezó a tomar forma en el año de 1738, donde se asentaron sobre aguas en estado de descomposición que se originan durante los aguajes provenientes del Estero Salado. Este empezaba en la culata de la Iglesia de San Francisco y se extendía a la sabana. Fue habitado en su mayoría por indígenas y gente de escasos recursos. No existe ningún tipo de orden entre las viviendas, se asemeja a los actuales asentamientos irregulares. Con el tiempo los pantanos se fueron rellenando. [14]

Por disposición de las autoridades se decretó el traslado hacia el nuevo emplazamiento de las familias por seguridad frente a eventuales ataques piratas o propagación de incendios y pestes. Sin embargo, aunque el proceso de traslado se desarrolló con prontitud, muchos de los pobladores de Ciudad Vieja se negaron a cumplir con esta disposición. Los motivos que tenían eran diversos: muchos tenían sus chacras, pastos y lecherías asentadas ya en el cerro y sus alrededores, y otros que no contaban con el dinero necesario para desbaratar sus viviendas y edificar otras nuevas.[12]

Se determinó el traslado del Santísimo Sacramento por parte de la cúpula religiosa con el fin de incentivar el traslado. Así es como varios pobladores de Ciudad Vieja empiezan a edificar sus nuevas casa en el sector medio de los dos emplazamientos, creándose así el Barrio del Bajo y expandiendo Ciudad Nueva hacia el norte.[12]

Los barrios del Bajo, del Puente y del Guanábano estaban asentados en un terreno anegadizo y segmentado por varios esteros, por lo cual Ciudad Nueva y Ciudad Vieja tenían una limitada circulación entre ellas.[15]​ Debido a la importancia de comunicar ambos emplazamientos se crean puentes de madera que atraviesen los esteros. Con el pasar del tiempo, los puentes de unificaron formando uno solo bajo el nombre del Puente de las Ochocientas Varas.[16]

Hacia el sur se extendió hasta el estero de San Carlos (el cual fue rellenado y en la actualidad es el bulevar José Joaquín de Olmedo). Al sur del mencionado estero, Guayaquil se expandiría y se formaría el Barrio del Astillero.

Más tarde se establecieron muchas familias indígenas, en lo que llamábamos la Sabana grande, al N.O. de la ciudad, cuya zona se conocía entonces con el nombre de Legua de indígenas; y de allí que se llamara también Camino de la Legua, al que, partiendo de la ciudad en la actual calle 9 de Octubre y siguiendo por la de Santa Elena -Lorenzo de Garaicoa- llega a este y continua, bordeando las colinas hasta salir a Sabana grande. Tal camino de la legua fue en su origen una calzada construida durante la época colonial para evitar que las aguas del Estero Salado, en las grandes mareas, anegaran la antigua ciudad. Sobre los restos de esa calzada, que se había destruido bastante, fue arreglada otra durante la Administración Rocafuerte, y ha sido mejorada y conservada hasta nuestros días. Los indígenas que allí se establecieron hacia fines del siglo XVIII, eran los Punteños, Colonches, etc., de los cuales emigraron muchos, con motivo de una gran sequía, por la falta absoluta de lluvias, durante más de seis años seguidos: lo que redujo a la mayor miseria a los pueblos de la costa, especialmente los de Santa Elena. De allí el origen de esas familias que llamábamos Cholos de la Sabana; pero que también fueron confundiéndose, al andar de los años, con la masa de la población, hasta quedar muy pocos en el recinto de su primer establecimiento.[17]



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