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Columna salomónica



En las diversas artes la columna salomónica, torsa o entorchada es una columna con fuste de forma helicoidal, que se utilizó fundamentalmente en Europa y en América en la arquitectura barroca. Recibe su nombre por la creencia de la época en que así fueron las columnas del Templo de Salomón.[1]

Este estilo de columna no procede de la tradición clásica, si bien ciertos tipos de columnas en espiral pueden considerarse sus predecesoras, en especial la base del Trípode de Delfos y las columnas de Trajano y Marco Aurelio con su decoración en espiral.

Estas columnas también parecen haber tenido uso en la arquitectura y decoración bizantina. Las primeras columnas de este tipo aparecen en la Tumba de San Pedro, en Roma, construida por iniciativa del emperador Constantino. La misma estaba coronada por un dosel montado en cuatro de doce columnas espiraladas que el emperador había traído al lugar. Según el tipo de piedra utilizada y su estilo, dichas columnas procedían de Grecia y databan del siglo II. La leyenda, sin embargo, sostenia que procedían del Templo de Salomón.[2]​ En efecto, en el legendario santuario de Jersalén, según la Biblia, había dos grandes columnas exentas, llamadas Jaquín y Boaz que simbolizaban la fuerza y la estabilidad. A ellas aludía la leyenda, difundida desde la Edad Media. Este tipo de columnas fueron utilizadas por la arquitectura bizantina, de la cual pasó a la arquitectura románica. En esta, algunas columnas también presentaban elementos en espiral, como las del claustro de San Juan de Letrán. Estas arcadas fueron prominentes en Roma y pueden haber influido en la columna barroca salomónica.

Durante las obras de construcción de la nueva Basílica de San Pedro, la tumba de San Pedro se transformó y las columnas se movieron. Urbano VIII hizo colocar dos de ellas en el retablo de San Francisco en la capilla del Santísimo Sacramento. Una tercera, llamada "Colonna santa" (Columna Santa) ha cambiado de ubicación varias veces y actualmente se encuentra en la Capilla de la Piedad, rodeada por una balaustrada coronada por una puerta. Cuenta la leyenda que fue en esta columna donde Jesús, a los doce años, se apoyó mientras disputaba con los doctores del templo. Bernini colocó otras ocho columnas en los cuatro pilares que sostienen la cúpula, sobre los nichos que albergan las estatuas de Santa Elena, San Andrés, Santa Veronica y San Longino. La columna restante ha desaparecido. [2]​ En reemplazo de las columnas originales, Bernini diseñó cuatro para el soporte del baldaquino de San Pedro de Roma realizado en 1624. Los dibujos de Rafael para los tapices de los Hechos de los Apóstoles, fueron un elemento importante en su difusión.[3]

Una columna salomónica comienza en una basa y termina en un capitel, como la columna clásica, pero el fuste tiene un desarrollo retorcido de forma helicoidal que da comúnmente seis vueltas y que produce un efecto de movimiento, fuerza y dramatismo. La introducción de la columna salomónica en el barroco manifiesta la condición de arte en movimiento. En muchas ocasiones se encuentra el fuste cubierto con decoración vegetal a base de hojas de parra. Los capiteles pueden ser de diversos órdenes, predominando el compuesto y el corintio. Es corriente que su uso sea más como una columna ornamental, que tectónica, por lo que es muy habitual que aparezca en retablos o adosada junto con otros adornos.

Uno de los usos más destacados de columnas salomónicas se da en el baldaquino diseñado por Bernini dentro de la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Este tipo de columna se hizo popular en la Europa católica, incluyendo la parte sur de Alemania, se extendió a España, casi al mismo tiempo que Bernini construía sus columnas, y de España pasó en muy poco tiempo a las colonias americanas, donde se usó corrientemente en iglesias como elemento característico del estilo churrigueresco. Su utilización fue menos frecuente en Gran Bretaña, el único ejemplo encontrado por Robert Durman (Durman 2002) fue el porche sur de St Mary the Virgin, en Oxford y también fue raro en el diseño de interiores ingleses, un ejemplo, quizá único, es el monumento funerario para Lady Helena Gorges, muerta en 1635, en Salisbury.

Después de 1660, este tipo de ornamentación se convirtió en característica básica de diseño de mobiliario en Francia, Holanda e Inglaterra, tanto en las patas de los muebles como en las puertas de cristal de los relojes de pared de finales del siglo XVII y principios del XVIII.

La columna salomónica llegó pronto a España. En Andalucía se usó por primera vez en el retablo mayor de la iglesia de la Cartuja de Jerez de la Frontera, realizada por el arquitecto Alejando de Saavedra con esculturas de José de Arce, realizado entre 1636 y 1639. Posiblemente su incorporación fue realizada a propuesta de Arce, que había conocido el baldaquino de Bernini de Roma durante su construcción.[4]

En Madrid, la primera utilización de esta columna fue en el retablo de la Iglesia del Buen Suceso de Pedro de la Torre. Desde entonces se extendió en la arquitectura de retablos castellana con los ejemplos destacados de José Fernández en la iglesia de La Clerecia en Salamanca y el de José Benito de Churriguera en el retablo de la iglesia del iglesia de San Esteban de Salamanca, realizada en 1693.[5]

Un fuste entorchado (o columna entorchada) es un fuste estriado en espiral. Por extensión se llama así a veces a la columna salomónica. También toma el nombre de columna torsa. A veces estas columnas se ven adornadas con trabajos cosmatescos. Este tipo de fuste entorchado fue muy empleado en el barroco español por Alonso Cano. Después se sustituyó por el tipo salomónico que se empleó por vez primera en el retablo de la capilla de las Reliquias de la catedral de Santiago de Compostela, trazado y construido por Bernardo Cabrera entre 1625 y 1630.[3][6]



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