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Conde don Julián



Un tal conde Don Julián es el nombre hispanizado que se le da al comes Julianus de los cronicones, al gobernador de Ceuta Olbán que ayudó a los invasores musulmanes a su entrada en Hispania, acabando así con el reino visigodo.

Se trata de un personaje de la Hispania visigoda del que se ignora si fue de origen visigodo, bizantino o amazigh, esto es, bereber, como postula el historiador Luis García de Valdeavellano:

Ciertos autores lo sitúan como gobernador visigodo de Septa (la actual ciudad de Ceuta), que cayó en manos musulmanas en torno al año 709. Esto lo haría cambiar de lealtades, obedeciendo a partir de ese momento al árabe Musa ibn Nusair.[2]​ Otros investigadores, como Martínez Carrasco, lo consideran el gobernador romano de Oriente (hoy se diría bizantino) de la mencionada ciudad (Iulianos).[3]​ Así pues, no se sabe con certeza si gobernaba Ceuta por cuenta del rey visigodo de la Península, por cuenta de los romanos de Oriente o era un cabecilla, régulo o reyezuelo amazigh local; pero mantenía buenas relaciones con los visigodos y simpatizaba con el partido del rey visigodo Witiza, ya que acogió a sus hijo en Ceuta durante la guerra civil; sus descendientes llevan la nisba de al-Quti ("el Godo"), si bien esto no necesariamente indicaría que fuera de este pueblo. Sus barcos ayudaron a cruzar el estrecho a las fuerzas invasoras dirigidas por Táriq ibn Ziyad, que vencieron al ejército visigodo de Rodrigo en la batalla de Guadalete (711).

Su figura ha sido muy alterada por la leyenda, plasmada en cronicones y romances, que lo hace responsable de la invasión por los musulmanes del reino visigodo de Hispania. Según el historiador español Pedro Chalmeta, las fuentes árabes no dejan duda de que el desembarco de fuerzas árabes y amaziges en la península ibérica bajo mando de Tariq ibn Ziyad contó con la ayuda de un cabecilla bizantino mencionado por estas fuentes como «Yulyan», y por los historiadores castellanos como Julián. Según estas fuentes Yulyan era el gobernador bizantino de Ceuta, que, junto con Tánger, eran los dos últimos reductos bizantinos en el norte de África. Era de religión cristiana, pero de su origen étnico no se dice nada y podría ser visigodo, amazigh o bizantino. Habría sido aliado de los reyes Égica (687-700) y Witiza (702-710), ya que a la muerte de este último se decantó por su hijo (si es que lo era: tan confuso e incierto se presenta el reinado de Witiza), el pretendiente Agila II, al que en guerra civil le disputaba el trono Rodrigo.

Tradiciones posteriores, reflejadas en fuentes musulmanas y cristianas, señalan que era el padre de Florinda la Cava,[4][5]​ ultrajada por el rey visigodo Don Rodrigo. Don Julián, como venganza, facilitaría el paso a las huestes musulmanas, que conquistarían la península ibérica.

La leyenda se origina en el historiador musulmán Al-Razi (ss. IX-X) y a partir de él se difunde en los siglos XII y XIII a través de las crónicas cristianas del norte de la Península (Historia legionense, Crónica Najerense, la Crónica del Tudense y la Crónica del Toledano). Se amplía novelescamente en la Crónica de 1344, pero sobre todo en la Crónica Sarracina (1430) de Pedro del Corral, texto que establecerá la línea preferente de desarrollo de la leyenda en la literatura española posterior. El personaje dejó huella en el Romancero nuevo, por ejemplo en "En Ceuta está don Julián...". En 1589, inspira la maurófila obra de Miguel de Luna, conocido médico morisco y traductor real, La verdadera historia del rey Don Rodrigo, en la qual se trata la causa principal de la perdida de España y la conquista que della hizo Miramamolin Almançor Rey que fue del Africa, y de las Arabias.

En el siglo XVII aparece muy escasamente en el teatro: en El último godo (1559-1603) de Lope de Vega y en el libro VI de su epopeya trágica Jerusalén conquistada (1609), así como en La más ingrata venganza de Juan Velasco de Guzmán. En el siglo XVIII tuvo más éxito y aparece por ejemplo en la Homersinda (1770) de Moratín padre, en el Pelayo (1769) de Jovellanos, en Perder el reino y poder por querer a una mujer. La pérdida de España (1770), de José Concha, en la Florinda de Francisco de Bahamonde y Sesé y en La pérdida de España de Eusebio Vela, que sin embargo fue prohibida en 1770 por «indecorosa al rey». María Rosa Gálvez de Cabrera imprimió en 1804 una Florinda y también José Quintana contribuye con cierto subtexto político algo subversivo y liberal en su Pelayo de 1805.[6]

Su leyenda revivió en especial durante el Romanticismo inglés: Walter Savage Landor (1775-1864) dedicó a este personaje la mejor de sus obras, la tragedia Count Julian (1812). Tangencialmente trataron al personaje también otros escritores románticos: Walter Scott en The Vision of Don Roderick (1811) y Robert Southey en Roderick, the Last of the Goths (1814). En España fue llevada al teatro por Miguel Agustín Principe con el título de "El Conde don Julián" , obra que fue calificada por Juan Eugenio de Hartzenbusch como el primer drama histórico contemporáneo, de iguales vuelos que los de Shakespeare y Schiller, y notable por la forma, el conocimiento histórico y el dibujo de los caracteres. Por otra parte, el autor español Juan Goytisolo escribió una novela titulada Reivindicación del conde don Julián o simplemente Don Julián, donde se hace referencia a ese a lo largo de todo el libro. La novela es la segunda parte de la trilogía del mal, donde el protagonista Álvaro Mendiola nos muestra las críticas de Goytisolo contra España escritas de 1966 hasta 1975. La primera parte de esta trilogía es Señas de identidad de 1966, la segunda es Reivindicación del conde don Julián o Don Julián de 1970 y la última parte se titula Juan sin Tierra de 1975.

Sabemos que en algún momento durante el reinado de Teudis (531-548) los visigodos perdieron el control que habían mantenido de Ceuta, enclave que fue conquistado por los bizantinos. A partir de ese momento los visigodos no volverían a tener bajo su dominio ningún territorio en el norte de África. De hecho, sabemos con certeza que Ceuta se encontraba en manos de los bizantinos en el año 687 y no hay razón alguna para dudar de que permaneció así hasta ser tomada por la expedición que envió Musa ibn Nusayr hacia el año 706. Ciertamente, en algunos relatos árabes posteriores se afirma que el gobernador de la ciudad era un conde visigodo llamado "Ilyan" o Julian, que supuestamente se encontraba al servicio del rey Roderico (o Rodrigo). En esas versiones se dice que el conde don Julián quiso vengarse del rey, ya que éste había raptado a su hija (en algunas versiones hispanas posteriores recibe el nombre de "Florinda"), y en consecuencia conspiró para proporcionar a los árabes, que recientemente se habían adueñado de Tánger, los barcos que necesitaban para cruzar el estrecho hacia Hispania. Sin embargo, no existe base histórica que permita conceder verosimilitud a estos relatos fantásticos. De hecho, tanto el padre como la hija pertenecen a la ficción salida de un conjunto de tradiciones moralizantes cuyo propósito era hallar una explicación para la catástrofe que le sobrevino con tanta rapidez al reino visigodo.



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