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Conjuración de Bedmar



La conjuración de Venecia de 1618 fue una confusa intriga diplomática entre la Monarquía Hispánica de Felipe III y la Serenísima República de Venecia, que condujo a una violenta revuelta contra los extranjeros al descubrirse (19 de mayo). Las fuentes italianas la denominan conjuración o conjura de Bedmar, nombre del embajador español.[1]

Según las fuentes venecianas, el origen sería un complot de las autoridades de los dominios españoles en Italia: el virrey de Nápoles (el Duque de Osuna, asistido por Francisco de Quevedo), el gobernador de Milán (Marqués de Villafranca), junto con el embajador español ante la República (Marqués de Bedmar), que habrían manipulado a un grupo de mercenarios franceses asentados en Venecia (algunos de ellos hugonotes, de religión protestante) para provocar una situación que permitiera la intervención militar de la flota española presente en el Adriático, que acababa de vencer a la veneciana en batalla de Ragusa. Los franceses terminaron asesinados en los tumultos o ejecutados judicialmente.[2]

El hecho fue objeto de gran tratamiento propagandístico y literario, incluyéndose entre los temas de la llamada leyenda negra española.[3]

Las fuentes españolas desplazan la responsabilidad de la manipulación a las autoridades venecianas, que querrían de este modo comprometerlas. De hecho, tras el escándalo, que incluyó un intento de asalto popular a la embajada española y la novelesca huida de Quevedo disfrazado de mendigo -que se libró de la muerte gracias a su dominio del dialecto veneciano-, se produjo la destitución de esos cargos, que los venecianos consideraban hostiles.

Las futuras relaciones entre Venecia y España fueron más cordiales, manteniéndose un equilibrio que garantizaba la independencia de Venecia, en una coyuntura en que la política pacifista mantenida durante el reinado de Felipe III (validazgo del Duque de Lerma) pasa a convertirse en más agresiva con la del Duque de Uceda tras el escándalo de la caída de Lerma (en el mismo año de 1618). El posterior reinado de Felipe IV intensificó la implicación de España en la guerra de los Treinta Años (1618-1648), en que la posición estratégica de Venecia en torno al Camino Español o Ruta de los Tercios era importante, así como la disputa de un enclave alpino próximo: el valle de la Valtelina (1620-1639). No obstante, la antigua potencia mediterránea había entrado en una irremisible decadencia, conectada con la crisis del siglo XVII y el desplazamiento definitivo del eje económico hacia el Atlántico. No volvió a haber grandes campañas navales como las que asociaron a España, Venecia y los Estados Pontificios en la Santa Liga (batalla de Lepanto de 1571), aunque sí escaramuzas localizadas.

No debe confundirse con el Drama histórico en cinco actos y en prosa, de Martínez de la Rosa (1834) La conjuración de Venecia, año de 1310, basado en un hecho histórico medieval que tuvo lugar en ese año.

Así lo presentaba Mariano José de Larra en la reseña de su estreno (25 de abril de 1834):[4]

Así se refiere a su obra, sus motivos y fuentes, el propio Martínez de la Rosa:[5]



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