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Constantino II de Escocia



Constantino II de Escocia[1]​ (Constantín mac Áeda en gaélico, es decir, el medieval),[2]​ nacido hacia el año 879, y fallecido en 952 en la localidad de Saint Andrews, fue uno de los primeros reyes de Alba, uno de los nombres con que fue conocido durante un cierto período histórico el reino de Escocia.

El reino de Alba, un nombre aparecido en época del propio Constantino, estaba ubicado al norte de la isla de Gran Bretaña, en la actual Escocia. El núcleo del reino estaba formado por los territorios existentes alrededor del río Tay. Su límite sur era el río Forth, hacia el norte se extendía por lo menos hasta Mounth y tal vez hasta el río Spey, mientras que sus límite occidentales exactos nos son desconocidos. El abuelo de Constantino, Cináed mac Ailpín (es decir, Kenneth I de Escocia) (fallecido en el año 858) fue el primero en la familia de los Alpínidas en ser reconocido como un rey, pero lo fue como rey de los pictos. Este cambio de título, de rey de los pictos a rey de Alba, debe considerarse como parte de una amplia transformación de la antigua Pictlandia y los orígenes del reino de Alba se remontan a la época de la vida de Constantín, que por lo demás era hijo de Aedh de Escocia y primo de su predecesor en el reinado, Donald II de Escocia.

El reinado de Constantino, al igual que el de sus predecesores, estuvo marcado por las acciones de los gobernantes vikingos establecidos en toda la isla de Gran Bretaña y en Irlanda, particularmente de la dinastía Uí Ímair (es decir, los nietos de Ivar Ragnarsson, al que se conocía también como Ímar. Durante el gobierno de Constantín los gobernantes de los reinos sureños de Wessex y Mercia, dos de los reinos de la Heptarquía anglosajona que posteriormente conluyeron en el reino de Inglaterra, extendieron sus dominios hacia el norte en los disputados territorios de Northumbria. Aunque Constantino se alió con dichos monarcas del sur contra los vikingos en un primer momento, más tarde entró en conflicto con sus antiguos aliados anglosajones. El rey Athelstan de Inglaterra consiguió asegurarse la sumisión de Constantino en 927 y, nuevamente, en 934. Sin embargo, ambos volvieron a enfrentarse cuando Constantín, aliado con el reino britano de Strathclyde y con el rey vikingo de Dublín, invadió el reino de Athelstan en el año 937, solo para ser derrotados en la gran batalla de Brunanburh. En el 943 Constantino abdicó y se retiró al monasterio de Céli Dé en Saint Andrews, donde falleció en 952. Fue sucedido por el hijo de su predecesor, Máel Coluim mac Domnaill, es decir, Malcolm I de Escocia.

Constantino I reinó durante 43 años, superado tan solo en toda la historia de Escocia por Guillermo I antes de la unión de las coronas escocesa e inglesa en 1603. Durante su reinado las palabras Scots y Scotland (en antiguo inglés: Scottas, Scotland) fueron primero usadas para significar parte de lo que es ahora Escocia. Las primeras evidencias de instituciones administrativas y eclesiásticas que durarán hasta la Revolución Davidiana también aparecieron en esta época.

Comparado con sus vecinos de Irlanda y la Inglaterra anglosajona, pocos registros de eventos de los siglos IX y X han llegado hasta nosotros. La principal fuente local de ese periodo es la Crónica de los Reyes de Alba, una lista de los reyes desde Cináed mac Ailpín o Kenneth I de Escocia (fallecido en el 858) hasta Cináed mac Maíl Coluim o Kenneth II de Escocia (muerto en 995). Dicha lista consta en el Manuscrito Poppleton, una compilación del siglo XIII. Originalmente fue simplemente una lista con los nombres de reyes de largos gobiernos, los otros detalles contenidos en el Manuscrito Poppleton fueron añadidos posteriormente.[3]​ Los más antiguos registros genealógicos de los descendientes de Cináed mac Ailpín pueden datarse a finales del siglo X, pero su valor radica más en su contexto y la información que proveen sobre los intereses para quienes fueron compilados que en los datos poco fiables que contienen.[4]

Para la historia narrativa las principales fuentes son la Crónica Anglosajona y los anales irlandeses. Las cartas regias relativas al Reino de Inglaterra suministran ocasionalmente aspectos de los hechos acontecidos al norte de la isla de Gran Bretaña.[5]​ Al modo de las sagas escandinavas, describen eventos en la Gran Bretaña del siglo X, aunque su valor como fuentes para la narrativa historia es objeto de disputa.[6]​ Raramente fuentes provenientes del continente europeo se ocupan de asuntos concernientes a la Gran Bretaña y mucho menos de la zona norte de la isla. Sin embargo, la vida de san Cathróe de Metz, un trabajo hagiográfico escrito en Alemania a finales del siglo X provee detalles plausibles de ese tema respecto del norte de las islas británicas.[7]

Mientras que las fuentes del área noreste de la isla, las tierras del reino de Northumbria y la antigua Pictland o Reino Picto, son tardías y limitadas, en las áreas del Mar de Irlanda y las costas del Atlántico —las modernas regiones noroeste de Inglaterra y todo el norte y oeste de Escocia— son inexistentes. Aquí la arqueología y la toponimia son de gran importancia.[8]




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