El capitalismo ha sido criticado desde muchas perspectivas durante su historia. Las críticas varían desde gente a quienes les desagrada los principios del capitalismo en su integridad hasta aquellos que discrepan con los resultados particulares del capitalismo. Entre los que desean reemplazar el capitalismo con un método diferente de distribuir los bienes, se puede hacer una distinción entre aquellos que creen que el capitalismo solo puede ser superado con una revolución (por ejemplo, la revolución socialista) y aquellos que creen que el cambio puede venir lentamente por medio del reformismo (por ejemplo, la democracia social). Algunas críticas reconocen méritos en el capitalismo y buscan equilibrar el capitalismo con alguna forma de control social, típicamente a través de regulación gubernamental (por ejemplo, el Partido Laborista del Reino Unido).
Las críticas se originan poco después del surgimiento del capitalismo moderno. Según las críticas contemporáneas, la rápida industrialización tras la revolución industrial creó condiciones laborales consideradas injustas, incluyendo 14 horas de trabajo diario, explotación infantil y asentamientos informales. Algunas novelas populares surgieron durante este tiempo teniendo una visión pesimista de la revolución industrial, como es el caso de algunas escritas por Charles Dickens. Los economistas modernos optimistas argumentaban que las condiciones habían sido aún peores con anterioridad y que la evidencia empírica mostraba que incluso la revolución industrial temprana incrementó el promedio de los estándares de vida y la expectativa de vida. Los economistas modernos más pesimistas argumentaron que las condiciones no mejoraron o solo lo hicieron lentamente después de 1840.
Algunos pensadores tempranos socialistas rechazaron el capitalismo por completo, intentando crear comunidades socialistas libres de las injusticias percibidas como propias del capitalismo temprano. Entre estos "socialistas utópicos" se encontraba Charles Fourier y Robert Owen. Otros pensadores socialistas argüían que el socialismo no podía ser implementado antes que las fuerzas históricas crearan las condiciones adecuadas y vieron la revolución industrial como un nuevo sistema que podía potencialmente producir suficientes bienes para la población humana entera, pero que era obstaculizado por su método ineficiente de distribuir bienes. En 1848, Karl Marx y Friedrich Engels publicaron el Manifiesto Comunista, que bosquejó una crítica política y económica del capitalismo, basada en la filosofía del materialismo histórico. Desde entonces, su manifiesto se convirtió en uno de los libros más influyentes. Un coetáneo de Marx, el mutualista Pierre-Joseph Proudhon fue uno de los primeros en llamarlo anarquista.
Estas críticas clásicas han sufrido una cierta transformación desde esa época. Muchos autores han modificado o actualizado sus pensamientos para incorporar cambios en las sociedades capitalistas. Para principios del siglo XX, una miríada de tendencias sociales han surgido basadas en diferentes interpretaciones de eventos actuales. Capital monopólico, colonialismo acelerado, la difusión de los sindicatos laborales, la ampliación del sufragio y el claro incremento de los estándares de vida, por ejemplo, donde nuevas tendencias que critican el capitalismo, tales como Mijaíl Bakunin, Vladimir Lenin y Eduard Bernstein, procuran entender y contribuir a las diferencias en modelos organizacionales (por ejemplo, anarcosindicalismo, socialdemocracia y bolchevismo). Al identificar problemas con el capitalismo de libre mercado, los gobiernos también comenzaron a poner restricciones a las operaciones de mercado y crearon el intervencionismo económico que intentó mejorar los defectos percibidos del mercado. Economistas keynesianos británicos y el New Deal norteamericano tuvieron efectos duraderos en las políticas sociales de ambos países. Empezando con la Revolución Soviética, los estados socialistas incrementaron en número y empezó la Guerra Fría con las naciones desarrolladas capitalistas. No obstante, luego de las revoluciones de 1989, muchos de estos estados se adaptaron abiertamente a las economías de mercado. La mayoría de los restantes estados ex comunistas han implementado también extensas liberalizaciones de mercado.
En la era actual persisten las críticas del capitalismo. Particularmente, con respecto a la nueva economía global, los críticos han argumentado a favor de la intervención gubernamental o contra el capitalismo. Esta crítica puede involucrar defectos percibidos del mercado en torno al calentamiento global, explotación de ciudadanos bajo el capitalismo consumista, alejamiento de economías manufacteras por dependencia de mercados financieros e imperialismo económico en una edad de globalización. Muchas organizaciones actuales, que no necesariamente rechazan el capitalismo, se enfocan en cambiar políticas nacionales y corporativas (por ejemplo, Greenpeace). Otras organizaciones tienen una visión holística, entendiendo la injusticia capitalista como un problema sistémico (por ejemplo, los ecologistas sociales o los economistas participativos).
No existe una forma canónica de capitalismo, por lo que las críticas al capitalismo han sido dirigidas hacia formas diferentes de capitalismo. Para situar las críticas al modo de organización capitalista conviene resumir las características esenciales del mismo:
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