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Crónica rotense



La Crónica de Alfonso III es un documento histórico del tipo crónica que se atribuye al propio rey Alfonso III.[cita requerida] Abarca un espacio de tiempo que va desde el reinado de Wamba hasta el final del de Ordoño I de Asturias. Existen dos versiones de esta crónica: la Rotense, que se encuentra en el Códice de Roda, y la Sebastianense, también llamada Ovetense, ad Sebastianum o Erudita.[cita requerida]

Permaneció inédita hasta que en 1615 Prudencio de Sandoval publicó el fragmento de la crónica que abarca los reyes de Asturias, interpolado y corregido por él mismo,[1]​ aunque la editio princeps fue la que Juan Ferreras incluyó en su "Historia de España" en 1727.[2]​ Dos años después Francisco de Berganza publicó su propia versión criticando la de Ferreras,[3]​ pero la de más esmerada elaboración fue la que Enrique Flórez incluyó en 1756 en su España sagrada,[4]​ que posteriormente sería reproducida por Jacques Paul Migne, Ramón Cobo y Sampedro[5]​ y Ambrosio Huici,[6]​ estos dos últimos con traducción al castellano. En 1918 Zacarías García Villada sacó a la luz un estudio sobre la crónica que incluía las versiones Rotense y Sebastianense.[7]

En un orden cronológico sobre las crónicas que hacen referencia a la monarquía asturiana y a su historia, la de mayor antigüedad es la Crónica albeldense, y a continuación la Crónica de Alfonso III.[cita requerida] De esta última, la primera «versión» es la Crónica rotense, así llamada por haberse hallado en la Catedral de San Vicente de Roda de Isábena.[cita requerida] Posteriormente aparece la Crónica ovetense, que hacía mayor hincapié en considerar a Don Pelayo como sucesor de los reyes de Toledo, es decir del reino visigodo.[cita requerida] El fin de estas dos crónicas era demostrar la continuidad del reino visigodo en el reino de Asturias.[cita requerida]

Está escrita en un latín bastante bárbaro, se cree que por un laico, para muchos estudiosos el propio rey Alfonso III ya que en una frase referida a la ciudad de Viseu, en Portugal, se dice que fue poblada “por nuestro mandato”[cita requerida], frase que sólo el rey podía escribir.[cita requerida] La obra pretendía haber sido una continuación de la Historia de los godos del obispo Isidoro de Sevilla y terminaba al final del reinado de Ordoño I.[cita requerida]

Una vez redactada la anterior «versión», el rey Alfonso III se la envió a su sobrino Sebastián, obispo de Salamanca u Ourense,[8]​ quien mejoró el estilo retocando su tosco latín, censuró varios fragmentos e introdujo ciertas correcciones ideológicas como las del noble origen de Pelayo, la exculpación del clero o la exaltación de la intervención goda en el origen del reino de Asturias.[cita requerida] Esta versión corregida es la conocida como la versión Ad Sebastianum o Sebastianense.[cita requerida]



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