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Cuaresmal



La Cuaresma (en latín: quadragesima‘cuadragésimo día (antes de la Pascua)’)? es el tiempo litúrgico del calendario cristiano destinado a la preparación espiritual de la fiesta de la Pascua. Se trata de seis semanas de purificación e iluminación interna,[1]​ celebrado en las Iglesias católicas, copta, ortodoxa, anglicana, incluyendo algunas evangélicas aunque con inicios y duraciones distintas.

En el rito latino, la Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza y se extiende hasta la hora nona del Jueves Santo, por lo que no incluye la Misa de la Cena del Señor.[2][3]​ La duración de cuarenta días proviene de varias referencias bíblicas y simboliza la prueba por la que pasó Jesús al permanecer durante 40 días en el desierto de Judea, previos a su misión pública. También simbolizan los 40 días que duró el diluvio universal, además de los 40 años de la marcha del pueblo israelita por el desierto, y las 40 décadas que duró la esclavitud de los hebreos en Egipto.[4]

A lo largo del tiempo de Cuaresma, los cristianos son llamados a reforzar su fe mediante diversos actos de penitencia y reflexión. La Cuaresma tiene seis domingos incluyendo el Domingo de Ramos, en cuyas lecturas los temas de la conversión, el pecado, la penitencia y el perdón son dominantes. Es, por excelencia, el tiempo de conversión y penitencia del año litúrgico. Por eso, en la misa católica no se canta el Gloria en los ritos iniciales (excepto el Jueves Santo, en la misa de la cena del Señor, con el que inicia la Pascua o en fiestas y solemnidades: La solemnidad de San José y la Anunciación siempre cae en Cuaresma), ni el Aleluya antes del evangelio.

El color litúrgico asociado a este período es el morado, asociado a la penitencia y el sacrificio, a excepción del cuarto domingo que se usa el rosa, mezcla de morado y blanco. El Domingo de Ramos, llamado Domingo de Ramos de la Pasión del Señor o 6to Domingo de Cuaresma, se usa el color rojo por ser ya la celebración en día de precepto de la Pasión de Cristo.

Existen evidencias de la existencia de prácticas cuaresmales, en particular del ayuno como preparación de la Pascua, desde fines del siglo II y principios del siglo III. Desde el año 322 existen noticias de la Cuaresma en Oriente, mientras que en Roma se celebró con seguridad al menos desde 385.[5]​ En los primeros tiempos de la Iglesia, la duración de la Cuaresma variaba. Finalmente en el siglo IV se fijó su duración en 40 días, con inicio seis semanas antes del domingo de Pascua.[6]​ por tanto, un domingo llamado precisamente «domingo de cuadragésima».

En los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal, presentándose un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en domingo por ser día de fiesta, la celebración del Día del Señor. Para respetar el domingo y, a la vez, tener cuarenta días efectivos de ayuno durante la Cuaresma, en el siglo VII, se agregaron cuatro días más antes del primer domingo, estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto. Eran exactamente cuarenta los días que van del Miércoles de Ceniza al Sábado Santo, sin contar los domingos.

Con la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II se prefirió excluir del periodo cuaresmal los días del entonces llamado Triduo Sacro ya que no eran en realidad una conclusión de la Cuaresma sino ya una celebración de la Pascua entendida como el paso de la muerte a la vida (y no solo la resurrección) por lo que la Cuaresma, a pesar de no durar ya los 40 días medievales, termina el Jueves Santo después del oficio de Nona (Hora intermedia) que suele corresponder a las 3 de la tarde, con lo que las celebraciones de la Cena del Señor no forman parte de la Cuaresma, sino de la Pascua. A día de hoy, tampoco hay un ayuno tan estricto: solo se conserva para el Miércoles de Ceniza y el Viernes (y el Sábado si es posible) Santos, aunque este último no es un ayuno penitencial sino un ayuno pascual. Los viernes de Cuaresma se tiene abstinencia de carne (salvo en las solemnidades como San José o la Anunciación).

La Pascua tiene mucha relación con el calendario agrícola y el tiempo de renovación de la tierra. Para calcular su celebración se toman en cuenta el sol y la luna (sol de primavera y luna llena). En ese sentido, se debe buscar el primer domingo posterior a la primera luna llena de primavera septentrional (Hemisferio Norte), que es la fecha de la Pascua de Resurrección. Una vez encontrada la Pascua, los seis domingos anteriores serán domingos de Cuaresma, empezando la misma el miércoles anterior al primer domingo.

La práctica de la Cuaresma data del siglo IV, cuando se da la tendencia para constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con el ejercicio del ayuno y de la abstinencia de ingesta de carne. Conservada con bastante vigor —al menos en un principio— en las iglesias de Oriente, la práctica penitencial de la Cuaresma se aligeró en Occidente, aunque debe observarse un espíritu penitencial, de conversión y de oración.

En el presente, más que el simple ayuno de comida, se incentivan prácticas que afectan áreas más personales de la vida: «se trata de ayunar de la comodidad, de una vida fácil, de la mínima resistencia, de la mentalidad gregaria, del placer por el placer. Y sobre todo, se trata de ayunar del poder, la autocomplacencia y la gloria [...] ayunar de egoísmo, insensibilidad e inhumanidad. Es ayunar de competitividad y beneficios a costa de otros; de las formas de proceder del mundo y de los reinos construidos con la acumulación de bienes a costa de las enormes necesidades de todos los que habitan en la tierra»,[7]​ como forma de interpretar un pasaje bíblico utilizado en la liturgia de Cuaresma:

No ayunen como hoy para hacer oír en las alturas su voz.
¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero?
Desatar los lazos de maldad, deshacer las amarras del yugo,
dar la libertad a los oprimidos, y romper toda clase de yugo.
Partir tu pan con el hambriento,
hospedar a los pobres sin techo,
vestir al que veas desnudo y
no apartarte de tu semejante.
Entonces brotará tu luz como la aurora,
y tu herida se curará rápidamente.
Te precederá tu justicia, la gloria del Señor te seguirá.
Entonces clamarás, y el Señor te responderá. Pedirás socorro, y dirá: «Aquí estoy».

Según san León, la Cuaresma es “

Se trataba, por tanto, de un tiempo, introducido por la imitación de Cristo y de Moisés, en el que la comunidad cristiana se esforzaba en realizar una profunda renovación interior. El Catecismo de la Iglesia católica retoma esta idea y la expresa de la siguiente manera: “La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días de la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto” (n. 540).

En algunas zonas son comunes los besamanos y besapiés, venerando imágenes que procesionarán en Semana Santa.

El Miércoles de Ceniza, el anterior al primer domingo de Cuaresma, se realiza el gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente de los fieles católicos. La ceniza representa la destrucción de los errores del año anterior al ser estos quemados. Mientras el sacerdote impone la ceniza dice una de estas dos expresiones: "Arrepiéntete y cree en el evangelio" (Mc 1, 15) o "Acuérdate de que eres polvo y al polvo has de volver" (Gén 3, 19)

Para la Iglesia católica, antiguamente se contaban literalmente los cuarenta días (de donde deriva la palabra Cuaresma) sin incluir los domingos, con lo que se acababa el Sábado Santo, como se puede ver en el gráfico. Sin embargo, a día de hoy, con la reforma litúrgica de los años 60-70, el llamado triduo sacro, como bien merece, se quiso insertar en la Pascua (ahora se llama Triduo Pascual) por lo que la actual cuaresma acaba a media tarde del Jueves Santo, antes de la hora de nona, por lo que ya no dura exactamente 40 días, ni con domingos ni sin ellos. Aun así, es algo simbólico y conservado por la tradición, por lo que no hace falta ser riguroso por un par de días. Tampoco la liturgia católica hace un conteo o una celebración según si es el día 8º o el 27º, las celebraciones actualmente se rigen por el Domingo y en relación a la semana que se trate.

Para la Iglesia ortodoxa los cuarenta días de la Gran Cuaresma empiezan un lunes porque se tienen en cuenta los domingos.



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