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Cultura Valdivia



Valdivia fue una cultura arqueológica precolombina que se desarrolló durante el Periodo Formativo Temprano, concretamente desde el 4400 al 1450 ANE. Esta cultura ocupó las tierras bajas de la costa oeste de Ecuador. El territorio que actualmente correspondería a las provincias de Guayas, Isla Puná, Los Ríos, Manabí y El Oro.[1]

Desde su descubrimiento a mediados del siglo XX, la cultura Valdivia ha supuesto un enigma para los arqueólogos, que han centrado toda su atención en los orígenes de la cerámica americana.

Los yacimientos valdivianos comprendieron en un principio hasta seis sitios, aumentando el número en los años posteriores.

Actualmente se encuentran en una región semi - árida, lo que ha permitido su estado de conservación.

El primer sitio descubierto fue Punta Arenas de Posorja , en 1956. A pesar de que los restos que encontraron estaban bastante erosionados, el descubrimiento permitió ubicar a esta cultura en el periodo Formativo Temprano. [2]

La forma de asentamiento estaba organizada en torno a una plaza central donde se localizaban las unidades cívico - ceremoniales.

El periodo en el que se ha considerado que hubo una mayor densidad demográfica corresponde a los años 2425 - 2250 ANE donde se calcula que pudieron habitar entre 1500 y 3000 personas.[1]

El desarrollo de la cultura valdiviana dio paso en la misma región a las culturas Machalilla y Chorrera, y muchos de sus elementos culturales, como la cerámica, se difundieron rápidamente hacia las áreas vecinas.

No se sabe con certeza a qué dioses les rendían culto, pero sí se sabe que las mujeres eran muy importantes en la organización política y religiosa de la cultura Valdivia, esto a su vez explica por qué la mayoría de su arte en cerámica se basaba en formas femeninas y que estuviesen tan relacionadas con la fertilidad.

Como el resto de las sociedades de la época, la cultura valdiviana tendría una organización de tipo tribal. Regulaban su vida a través de relaciones de reciprocidad y lazos de parentesco, que aseguraban la supervivencia del grupo. Es posible que contaran con jefes y especialistas en las relaciones con la esfera sobrenatural.

Un buen resumen de la arquitectura formativa y de los poblados tempranos que puede ser de interés para el lector fue escrito hace pocos años por Echeverría (1998). La presencia de entierros debajo del piso arcilloso de las chozas residenciales es bastante característico de muchas sociedades agrícolas. En efecto, los entierros sirven como títulos de propiedad que indican cual linaje es dueño de la propiedad. Quizás los valdivianos hacían lo mismo. En muchas sociedades agrícolas en este nivel de desarrollo en el mundo, la propiedad pertenece a las mujeres y los linajes se definen por el lado femenino ("sociedad matrilineal"). La presencia de una "matriarca" en entierro muy especial en el montículo del osario de Real Alto posiblemente refleje una organización matrilineal para la cultura valdiviana.

Este mismo entierro sugiere algo más que un simple sistema matrilineal, porque esta mujer recibió atención muy especial. Primero, su tumba fue recubierta por piedras de moler. Luego, a los pies fue enterrado un hombre degollado y descuartizado, evidencia de un posible sacrificio en honor a la mujer. Tercero, hay evidencia de siete entierros secundarios en la misma tumba, probablemente realizados durante distintos ritos posteriores. Otro dato interesante sobre el osario es la presencia de entierros de niños en lo que parece ser recinto muy especial.

Según estas observaciones, la sociedad valdiviana se estaba transformando en una sociedad no igualitaria. Uno de los rasgos del cacicazgo es la concentración de autoridad en manos de herederos, y arqueológicamente se puede observar esta práctica por medio de entierros con víctimas sacrificadas. Un niño con atención tan especial probablemente nació con un rango privilegiado, ya que no tuvo tiempo en la vida para ganar este estatus. En el sitio OGSE-80 de la cultura Las Vegas, se encontraron alrededor de 190 individuos en 61 pozos. A pesar de esta riqueza de evidencia, no hubo ninguna señal ni de desigualdad social ni de sacrificios.

El estudio de la economía de subsistencia en la cultura Valdivia se ha visto frecuentemente complementado gracias a la evolución de los proyectos arqueológicos que se han ido desarrollado en la zona. Como las primeras investigaciones se llevaron a cabo exclusivamente cerca de la costa, las hipótesis sobre la economía valdiviana giraron en torno a los recursos que se pueden extraer cerca de esta zona.

De este modo, las primeras conclusiones destacadas por Emilio Estrada indicaban que los moluscos eran la principal fuente de alimento. El gran número de conchas encontrados en los diferentes estratos de los yacimientos de Valdivia, Buena Vista y Punta Arenas de Posorja así lo reflejan. Destacan entre más de cuarenta y dos especies distintas la Ananalocardia subrugosa y la Cerithidea valida. De la primera, un tipo de almeja, se encontraron hasta 9.862 ejemplares, mientras que de la segunda, un caracol, se hallaron 2.777.[2]

Además de los moluscos, se han encontrado también restos de peces y ocasionales huesos de venado, lo que indica que practicaban la pesca y la caza.[2]

En 1965, Persley Norton realizó las primeras investigaciones en el interior de la selva ecuatoriana y, entonces, se complementó con la agricultura el esquema de la economía de subsistencia valdiviana. Aprovechando la fertilidad que aportaban los ríos Verde y Zapotal, se desarrolló una incipiente domesticación de plantas y, entre sus cultivos principales, podemos destacar: achira, lerén , ají, yuca, una especie de maíz llamada kcello ecuatoriano, porotos, calabazas, mandioca, batata, cacahuete y algodón. También recolectaban frutos silvestres como papayas, piñas, chirimoyas y paltas.[2]

Las evidencias de estas prácticas se consolidan con la aparición de gran cantidad de manos y metates hallados que indican la molienda de raíces, semillas y granos de maíz. Además, los arqueólogos han hallado estratos de una longitud superior a los dos kilómetros que pudieron responder a restos de pequeñas canalizaciones para regular el riego o para evitar el desaprovechamiento del agua.[2]

La cultura Valdivia destaca por ser uno de los posibles orígenes de la producción de cerámica en América del Sur (Barroso 2014) pero también destacan los trabajos en otro tipo de materiales.

Hay que mencionar los punzones elaborados a partir de las espinas de aletas de pescado, las conchas labradas, en especial las de las especies de Spondylus, Mactrella clisia y Dosinia dunkeri y el trabajo en material lítico.[2]

La piedra labrada constituye un testimonio muy útil para el estudio de la fabricación de herramientas. Entre las herramientas líticas halladas en este yacimiento son destacables los cuchillos de lasca, los núcleos, los machacadores, metates, pulidores, pesos para pescar y raspadores.[2]

El material rocoso de Valdivia está compuesto por arcilla endurecida, pizarra arcillosa y conglomerado de arenisca, por lo que el resto de clases de roca que se han encontrado ( cuarcita, calcedonia, cuarzo o jaspe) probablemente hayan sido traídas por los pobladores de un lugar externo.[2]

La cerámica de la Cultura Valdivia fue clasificada en catorce tipos diferentes: San Pablo Ordinario, Valdivia Ordinario, Valdivia Pulido, Valdivia Pulido en Líneas, Valdivia Rojo Pulido, Valdivia Tiras Sobrepuestas, Valdivia Inciso Línea Ancha, Valdivia Brochado, Valdivia Exciso, Valdivia Inciso Línea Fina, Valdivia Inciso, Valdivia Modelado, Valdivia Pulido con Guijarro y Valdivia Punteado.[3][2]

La agrupación de las piezas se realiza atendiendo a diferentes factores. Por una parte, se distinguen según la forma de los labios, los bordes y las bases y, por otra parte, su diversidad reside en el tipo de composición y de decoración.[3]

Las diferentes formas de labio que presentan pueden ser: aplanadas, con un filo recto y aplastado; redondas, con un filo curvo; o biseladas, con una terminación afilada. Los bordes pueden ser de diferentes formas: directos, del mismo espesor que el cuerpo; evertidos, marcadamente doblados hacia fuera; expandido, cuyo espesor va aumentando gradualmente hasta llegar al labio; doblados, engrosados por la parte exterior o interior, combados, curvado hacia fuera y luego doblado hacia arriba; y carenados, cuyo espesor va disminuyendo gradualmente hasta llegar al labio.[3]

En cuanto a las bases de la cerámica valdiviana pueden ser: aplanadas, cóncavas o tetrápodas. En términos generales, quizás la falta de uniformidad y la aspereza de las paredes sean las características más destacables.[3]

La decoración de la cerámica también fue clasificada por Emilio Estrada en dos fases. Un primero periodo (Valdivia A) cuya decoración es muy simple y que se caracteriza por las técnicas de acordelado, decorado con dedos, incisiones cruzadas, protuberancias hechas con los dedos, corrugado, decoraciñon peinada, decorados con uñas o estampado con conchas. Y un segundo periodo (Valdivia B), en el que la complejidad de la decoración es mayor, incluyendo estampados en zig zag, excisos, impresos con cuerda trenzada o impresos con tejidos.[2]

Los morteros en forma de felinos, monos y loros servían para pulverizar sustancias medicinales y alucinógenas, la hoja de coca con la cal eran los elementos más utilizados. Figuran entre la parafernalia de antiguos ritos de transformación religiosa facilitada por el uso de plantas de poder.

Los morteros fueron utilizados para moler alimentos, preparar pigmentos o colorantes caseros, medicinas o veneno, para sus actividades de cacería o magia. A su función frecuentemente añadieron elementos artísticos ornamentales en sus vidas.

Mortero, Valdivia Jaguar, Costa Sur (4000 a 1500 a. C).

Mortero, Valdivia Loro, Costa Sur (4000 a 1500 a. C).

Mortero, Valdivia-Chorrera Mono, Costa Sur (1400 a. C.).

Mortero Valdivia-Machalilla Jaguar, Costa Sur, Ecuador (2000 a 1300 a. C.).

Mortero Zoomorfo Bicéfalo, Valdivia Jaguar, Costa Centro Sur, Ecuador (2000 a 2500 a. C).

Las figuras de Valdivia fueron producidas en un periodo de tiempo que comprende los años 4400 y 1500 ANE. Se trata de representaciones femeninas realizadas en piedra durante las primeras fases y, posteriormente en arcilla.[1]

Tradicionalmente estas figurillas han sido conocidas como "Venus de Valdivia", sin embargo recientemente la academia está cuestionando esta designación ya que el llamarle "Venus" atribuye a estas representaciones figurativas un significado meramente sexual.[4]

Las figuras de piedra evolucionaron desde piezas aplanadas a guijarros elipsoidales que permitían un aumento de la capacidad para esculpir con mayor fidelidad la complejidad de los órganos sexuales.[5][1]

En estas primeras fases, no se han encontrado figuras que representen la gestación, el parto o una madre sujetando a criatura alguna en los brazos.

A partir de la Fase II ( 3300 - 2800 ANE) es cuando se comienzan a realizar las estatuillas en cerámica. El modo de realizarlas, consistía en una primera unión de dos cordones de arcilla para luego, una vez unidos, ir dando forma al cuerpo femenino. Se les daba forma redondeada a las partes que comprenden la cabeza, el pecho y las caderas, y se estrechaba la figura a la altura del cuello, el talle y la parte final de las extremidades inferiores, conformadas por los dos cordones.[1]

La mayor parte de las figuras presentan un acabado en engobe rojo y una serie de detalles elaborados mediante incisiones. Usualmente desnudas, portan peinados de todos los tamaños. El peinado en esa cultura, mientras más elevado era, indicaba que la mujer tenía una jerarquía más elevada dentro de su grupo.

La mayoría de piezas han aparecido en diversos contextos, es decir, tanto en unidades domésticas como en los centros cívicos - ceremoniales o en enterramientos, como el Osario de Real Alto. Presentan los mismos rasgos, a saber: ojos simplemente como incisión y en forma de grano de café, línea gruesa de cejas que hace la forma de la nariz, brazos juntos en el cuerpo y piernas sin pies. Además, tienen formas redondeadas y todas ellas tienen marcado el sexo, sobre todo los pechos. [1]

Se han barajado diversas hipótesis para dar explicación al fenómeno de la aparición de estas estatuillas. Una de las principales hipótesis, bastante aceptada en la comunidad científica, sitúa a estas figuras como talismanes o elementos protagonistas en un "Ritual de Pubertad". Dependiendo del tipo de peinado o los atributos sexuales que se representen en las mismas nos indican una fase o periodo biológico.[1]

Las figuras que representan la gestación, el parto o la crianza de los niños se comenzaron a realizar en mayor medida durante las fases VII y VIII (1950 - 1450 ANE). Fueron creadas con una intencionalidad pues representan a las mujeres durante el desarrollo de un trabajo específico e imprescindible para la continuidad social.[1]

El entierro de los difuntos se realizaba en los mismos montículos de las viviendas, aunque no está claro si éstas eran abandonadas después. A veces, los niños eran enterrados en vasijas cerámicas. Se han encontrado entierros de todos los tipos, primarios y secundarios, individuales y colectivos. Los perros domésticos también se sepultaban, siguiendo un patrón funerario parecido al de sus amos. La gran cantidad de figurillas fragmentadas encontradas en los sitios arqueológicos hace pensar que estas eran elementos de uso ritual, posiblemente asociados a la fertilidad.

Emilio Estrada realizó un análisis comparativo que consiste en tomar conjuntos de características de la cultura estudiada e investigar los diferentes sitios en los que pueda haber cierto número de semejanzas. En este sentido, se han hallado diversas coincidencias entre la cultura Valdivia y las culturas Guañape (en Perú), Barlovento (en Colombia) y Monagrillo (en Panamá).[2]

Uno de los puntos en común de todas estas culturas, es que en todas ellas se constituyen extensos depósitos de restos de conchas, lo que evidencia que en su origen se constituyeron cerca de antiguas bahías, a cierta distancia de la playa actual. Por otra parte, las cuatro culturas son consideradas los complejos cerámicos más antiguos de sus respectivas regiones. El análisis de ciertas características y rasgos cerámicos se repiten en las cuatro culturas: tipo de decoración, técnicas de fabricación, forma de las vasijas...[2]

Respecto a las técnicas de fabricación, distintos restos de tazones y ollas encontradas en las diferentes áreas culturales, distinguen hasta tres técnicas de fabricación comunes en las cuatro culturas: desgrasante de arena gruesa, desgrasante de arena fina y construcción acordelada.[2]

La simultaneidad con que estas características aparecen en regiones tan distantes, evidencia un posible contacto histórico.

- BARROSO PEÑA, Gonzalo: "La cultura Valdivia o el surgimiento de la cerámica en América" en Historia Digital, XIV, 23, 2014, pp. 6-22.

- GUERRERO PERALES, María Dolores: "Dar y mantener vida en las representaciones figurativas femeninas de Valdivia (Ecuador): un análisis crítico" en Raudem - Revista de Estudios de las Mujeres, Vol.4, 2016, pp.116 - 129.

- JADÁN VERIÑEZ, Mary Beatriz: "Producción y uso de la cerámica Valdivia fase VIII (complejo Piquigua), del itio San Isidro norte de Manabí, Ecuador" en Chakiñán: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, n.º 2, 2017, pp.61-72.



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