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Dwight Macdonald



Dwight Macdonald, nacido en Nueva York el 24 de marzo de 1906 y fallecido el 19 de diciembre de 1982, fue un periodista, escritor y crítico social, político y cinematográfico estadounidense.

Gran figura del New Yorker, Macdonald ha publicado más de treinta ensayos y crónicas en The New York Review of Books, apoyando a esta revista cuando empezó a publicarse en febrero de 1963. De ideas radicales sobre el plano político, Macdonald era conservador sobre el plano cultural.

Nacido en New York, Dwight Macdonald estudió en la Phillips Exeter Academy y en la Universidad de Yale. Después de empezar como becario en Macy's, se incorporó rápidamente al Time donde su antiguo compañero de Yale Henry Luce le ofrece un puesto. A partir de 1929, Macdonald es redactor en jefe adjunto de Fortune. Como numerosos periodistas de Fortune, las opiniones políticas de Macdonald se radicalizan con la Gran Depresión. Abandona Fortune en 1936 por desavenencias editoriales.[1]

Macdonald se convierte en redactor de Partisan Review de 1937 a 1943, pero abandona esa publicación para fundar su propia revista llamada Politics de 1944 a 1949. En Politics, escriben intelectuales como Lionel Trilling, Mary McCarthy, George Orwell, Bruno Bettelheim y C. Wright Mills. Durante la misma época, Dwight Macdonald hace parte de la redacción del New Yorker y participa en Esquire como crítico de cine, adquiriendo poco a poco una celebridad que le permite en los años 1960 comentar las películas en la emisión de televisión The Today Show de la cadena NBC.

Macdonald abandona el trotskismo, como numerosos intelectuales de aquella época y se pasa al pacifismo y al anarquismo individualista. Durante los años 1950, se opone ferozmente al régimen soviético. Un poco más tarde, se convierte en opositor a la guerra de Vietnam y es muy favorable al movimiento estudiantil de los años 1960 encabezado por gente como Abbie Hoffman.

Dwight Macdonald rompió con las ideas de Leon Trotsky cuando este aplastó sin piedad la Rebelión de Kronstadt (Marzo de 1921); progresando hacia un socialismo democrático.[2]​ Se opuso a cualquier totalitarismo, incluido el fascismo y el comunismo, cuya derrota profetizó necesaria para la supervivencia de la civilización.[3]​ Macdonald denunció a Joseph Stalin, primero por alentar la insurrección de Varsovia (Agosto–Octubre de 1944) sabiendo que sería una masacre y más tarde por detener el avance del Ejército Rojo a las afueras de Varsovia para permitir a la Wehrmacht aniquilar a los líderes polacos.[1][4][5][6]

Al mismo tiempo Macdonald fue muy crítico con los métodos de las democracias para oponerse al totalitarismo. Tras observar los desastres de la Segunda Guerra Mundial Macdonald se hizo un gran defensor del pacifismo.[1][6][7]

En un debate contra Norman Mailer, Macdonald dijo que si le forzaban a elegir prefería el bloque occidental porque opinaba que el Estalinismo y el comunismo eran las grandes amenazas de la civilización.[7]

Durante los 1950s y los 1960s, Dwight Macdonald hizo una vehemente crítica cultural de los mass media y la cultura de masas, ejemplo de la mediocridad; la cursileria de la obra de teatro Our Town (1938), de Thornton Wilder, la cómoda y homogénea cultura del Great Books of the Western World, y el simplista lenguaje de la Revised Standard Version (1966) de la Biblia:

En Against the American Grain: Essays on the Effects of Mass Culture (1962), Macdonald ruega a las élites culturales para que escapen de la cultura de masas que domina la sociedad americana y construyan un mundo hermético donde puedan producir auténtico arte y cultura.[9]

En el ensayo Dwight Macdonald on Culture: The Happy Warrior of the Mind, Reconsidered (2013), Tadeusz Lewandowski dice que Macdonald intenta dar respuesta a las grandes preguntas sobre la cultura desde la posición de un intelectual público situado en la tradición conservadora británica, a pesar de que anteriormente coqueteó con los marxistas de la Escuela de Frankfurt.[10]

Macdonald no dejó indiferente a nadie, su independencia y rebeldía le supusieron ganarse muchos detractores. "No tienes nada que decir, solo que anunciar" le dijo Gore Vidal. Leon Trotsky opinó: "Todo hombre tiene derecho a ser idiota pero el camarada Macdonald abusa de este privilegio." Paul Goodman dijo, "Dwight piensa con su máquina de escribir." [11]



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