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Echinopsis pachanoi



Echinopsis pachanoi, llamado comúnmente cactus de San Pedro, es una especie de la familia Cactaceae. Se utiliza en la medicina tradicional andina tanto para uso humano como veterinario y es ampliamente cultivado como planta ornamental. En ocasiones se confunde con su pariente cercano Echinopsis peruviana.

Es un cacto arbóreo de porte columnar aunque puede estar muy ramificado desde la base.[1]​ De 3 a 7 m de alto y a veces sin distinguir el tronco principal. Tallos cilíndricos color verde oscuro, a veces glauco, de 5 m de largo y 8-15 cm de diámetro. De 5-14 costillas, anchas, redondeadas, con profundas muescas antes de cada areola, estas son blanquecinas y cercanas entre sí. De 3-7 espinas (en ocasiones ausentes), amarronadas, de 0,5 a 2 cm de largo, es reconocido por su punta más verdosa clara. Las flores, de color blanco, nacen cerca del ápice del tallo, son nocturnas y con una fuerte fragancia, de 19-24 cm de largo y 3-4 cm de diámetro; pericarpelos y tubo floral con pelos negros. Fruto oblongo, verde oscuro de 5-6 cm de largo y 3 cm de diámetro.

Nativo de los Andes. Crece de forma silvestre en altitudes entre los 1000 a 3000 m s.n.m.[2]​ Se encuentra en la cordillera andina abarcando desde Ecuador y el norte del Perú hasta el norte de Chile y Argentina. También se cultiva en otras partes del mundo.

Echinopsis pachanoi fue descrita por (Britton & Rose) H. Friedrich & G. D. Rowley y publicado en International Organization for Succulent Plant Study Bulletin 3(3): 96. 1974.[3]

Echinopsis nombre genérico que deriva de echinos, "erizo o erizo de mar", y opsis, "apariencia", en referencia a la cubierta densa de espinas que algunas de estas plantas presentan.

pachanoi epíteto otorgado en honor del profesor Abelardo Pachano de Quinta Normal de Agricultura en Ambato.

Tiene una larga tradición en la medicina tradicional andina, especialmente en la tradición de la mesa norteña.[5][6]

Actualmente es extensamente conocido y utilizado para tratar afecciones nerviosas, de articulaciones, drogodependencias, enfermedades cardíacas e hipertensión,[7]​ también tiene propiedades antimicrobianas.[cita requerida]

Se ha identificado un péptido denominado Ep-AMP1 en el cactus.[8]

Después del peyote, el San Pedro es el que mayor concentración del alcaloide mescalina presenta.[9]​ El cactus E. pachamoi ha sido utilizada con fines diversos. Tradicionalmente tuvo un rol esencial en rituales religiosos, entre nativos americanos, quienes consideran que esta sustancia permite abrir el espíritu[10]​ Habiendo penetrado en otras culturas, fue utilizada con propósitos recreativos, pero también, como enteógeno, para facilitar la psicoexploración.[cita requerida]

Investigaciones arqueológicas en los Andes han hallado restos arqueobotánicos que se remontan hasta por lo menos el 6,400 a. C en la Cueva del Guitarrero en Áncash.[11]​ En el Complejo Arqueológico Huaca El Paraíso en Lima el 2016 se encontró un cactus de 4,000 años posiblemente de la especie Echinopsis pachanoi de unos 30 centímetros de longitud en un aparente buen estado de conservación.[12]​ En el centro ceremonial Chavín de Huántar una estela de piedra con el cactus en su iconografía fue hallada por el arqueólogo peruano Luis Lumbreras en las excavaciones a inicios de la década de 1970 en la denominada Plaza Circular.[13]

La civilización andina, como otras, edificó su construcción ceremonial considerando el uso de enteógenos. Podemos asumir que el San Pedro fue usado en la liturgia que reunía a sacerdotes y creyentes.[14]​ Era utilizado por las culturas originarias en las festividades religiosas por sus propiedades enteógenas debido a los alcaloides que contiene, especialmente mescalina.[15]

Este cactus es de fácil cultivo en la mayoría de los lugares. Acostumbrado a su hábitat natural en los Andes, a grandes altitudes y con abundante pluviosidad, puede soportar temperaturas muy por debajo de lo que resisten muchas otras especies. Requiere un suelo fértil y bien drenado. El promedio de crecimiento es de medio metro al año.[16]​ Es susceptible de padecer enfermedades fúngicas si se riega en exceso. Puede sufrir quemaduras o presentar una reacción clorótica debido a la sobreexposición solar, por lo que es mejor mantenerlo en semisombra durante el verano en latitudes de clima templado.

Se multiplica fácilmente por semillas. Los requisitos son: mantener un alto grado de humedad, una mezcla de sustrato nutritiva y con buen drenaje, agua suficiente (pero no demasiada) y luz. También se propaga por medio de esquejes, de los cuales se obtiene un clon de la planta madre.[17]



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