x
1

El Manifiesto Cyborg



El Manifiesto Cyborg es un ensayo escrito por Donna Haraway en 1983. En él, por medio de la sátira, se establece una lectura del denominado feminismo esencialista y una relectura de diferentes corrientes ideológicas, como el marxismo y el existencialismo. El Manifiesto afirma que no existe nada en el hecho de ser “mujer” que vincule de manera natural a las mujeres; para ella, existen afinidades políticas basadas en lo que Haraway denomina “conciencias opositivas".[1]​ Conocido por generar gran controversia en el mundo académico y feminista por su propuesta de "erradicar el género" como noción y sus reflexiones sobre la noción de cyborg, en donde se concibe al ser contemporáneo como un ser fusionado-confundido entre humano-máquina, que no necesita de distinciones.

En su ensayo, el concepto de cyborg es un rechazo a los límites rígidos, especialmente aquellos que separan lo "humano" de lo "animal" y lo "humano" de la "máquina". Haraway plantea que: "El cyborg no sueña con una comunidad que siga el modelo de la familia orgánica aunque sin proyecto edípico. El cyborg no reconocería el Jardín del Edén, no está hecho de barro y no puede soñar con volver a convertirse en polvo"[2]

En su crítica de las nociones tradicionales de feminismo, el manifiesto se concentra en revisar enfoques feministas relacionados con políticas identitarias. Además, plantea la necesidad de promover una coalición a través de afinidad, para lo que usa la metáfora del cyborg como una manera de llamar a las mujeres feministas a moverse más allá de las nociones establecidas de género y feminismo[2]​. Marisa Olson resumió el pensamiento de Haraway como una creencia en que no existe distinción entre vida natural y máquinas artificiales hechas por el hombre. [3]

Haraway comienza el manifiesto explicando tres quiebres elementales desde el siglo XX, que han permitido a su híbrido: el cyborg, es el quiebre de la división entre lo humano y lo animal, animal-humano y máquina, y lo físico y no físico. La evolución ha difuminado la línea entre humano y animal, impulsado por los movimientos culturales en favor de los animales, las máquinas se encuentran inquietamente más vivas y nosotros aterradoramente inertes, las líneas entre lo natural y lo artificial son ambiguas; y los microelectronicos y la invisibilidad política de los cyborgs han confundido las líneas de lo físico.

Haraway recalca las problemáticas y las justificaciones de las tradiciones occidentales como el patriarcado, colonialismo, esencialismo, y naturalismo (entre otros). Estas tradiciones permiten la formación problemática de taxonomías y lo que Haraway llama, "dualismos antagónicos" que rigen el discurso occidental. Estos dualismos, aclara Haraway, "han sido todos sistémicos para las lógicas y las prácticas de dominación de las mujeres, de las gentes de color, de la naturaleza, de los trabajadores, de los animales...todos los que fueron constituidos como otros". Menciona que los dualismos más importantes son: yo/otro, mente/cuerpo, cultura/naturaleza, hombre/mujer, civilizado/primitivo, realidad/apariencia, todo/parte, agente/ recurso, constructor/construido, activo/pasivo, bien/mal, verdad/ilusión, total/parcial, Dios/hombre. Explica que estos dualismos están en competencia uno con otros, creando relaciones paradójicas de dominación. Sin embargo, la cultura de la alta tecnología desafía estos dualismos.

La teoría cyborg de Haraway rechaza las nociones del esencialismo, proponiendo a la vez un mundo quimérico, monstruoso de fusiones entre animales y máquinas. La teoría cyborg se sustenta en escritos como "la tecnología de cyborgs" y afirma que "La política de los cyborgs es la lucha por el lenguaje y contra la comunicación perfecta, contra el código que traduce a la perfección todos los significados, el dogma central del falogocentrismo." En vez, el cyborg de Haraway llama a una metáfora no esencializada, semiótica, capaz de unir todas las coaliciones políticas en planos de afinidades más que identidades. Siguiendo a feministas Lacanianas como Luce Irigaray, el trabajo de Haraway refiere a la brecha entre el discurso feminista y el lenguaje dominante del patriarcado occidental. Como lo explica Haraway, "la gramática es la política por otros medios" y las políticas efectivas solo se hablan en el lenguaje de la dominación.

Como ella detalla en un gráfico de los cambios paradigmaticos de epistemología moderna a posmoderna dentro del Manifiesto.[2]

Haraway discrepa con algunas feministas tradicionales, esto se ve reflejado en comentarios describiendo como "de alguna manera las mujeres sustentan mejor la vida diaria, y por eso epistemologicamente tienen una posición potencialmente privilegiada."[2]​ Las miradas del feminismo tradicional operan bajo la premisa absoluta de que todos los hombres son de una forma, y las mujeres de otra, mientras que "la teoría cyborg de partes y todos" no desea explicar fenómenos en una teoría total. Haraway sugiere que feministas deberían ir más allá del naturalismo y el esencialismo, criticando las tácticas feministas como "políticas identitarias" que victimizan a aquellos excluidos, y propone que es mejor, estratégicamente, confundir identidades.[2]

Haraway llama a la revisión del concepto de género, alejarse del esencialismo patriarcal occidental y hacia "el sueño utópico de la esperanza por un mundo monstruoso sin género" aclarando que " Los cyborgs pueden considerar más seriamente el aspecto parcial, fluidos del sexo y de la encarnación sexual. El género, después de todo, podría no ser la identidad global, incluso si tiene anchura y calado histórico." (revisar) Haraway también llama por una reconstrucción de identidad, ya no dictaminada por el naturalismo y la taxonomía, si no que por afinidad, en la que los individuos pueden construir sus propios grupos por opción. De este modo, los grupos podrían construir una "especie de identidad pos-modernista a partir de la otredad, de la diferencia y de la especificidad." como forma de contrarrestar las tradiciones occidentales de identificación exclusiva.

Aunque la metáfora de Haraway del cyborg ha sido clasificada como una declaración pos-género, Haraway ha aclarado su postura sobre pos-generismo en una entrevista en específica.[4]​ Ella admite que su argumento en el Manifiesto busca desafiar a las necesidades de la categorización del género, pero no correlata este argumento con el pos-generismo. Ella aclara esta distinción porque a menudo el pos-generismo es asociado con el discurso del concepto utópico de estar más allá de la masculinidad y feminidad. Haraway recalca que las construcciones de género son todavía significativas y prevalecen, pero son problemáticas y a raíz de eso deberían ser eliminadas como categorías de identidad.[4]

Aunque Haraway trato que su concepto de cyborg fuera una crítica feminista, ella admite que otros académicos y los medios populares han tomado su concepto y lo aplicaron a diferentes conceptos. Haraway está al tanto y es receptiva a los diferentes usos de su concepto del cyborg, pero admite que "muy pocas personas están tomando lo que yo considero todas sus partes". A pesar de esto, Haraway también reconoce que los nuevos académicos feministas "reciben y usan el cyborg del manifiesto para hacer lo que quieran para sus propios propósitos"[4]​ ejemplo de esto son Patchwork girl, Cyborg Goddesses, Mind over Matter.

El nuevo feminismo, según Haraway, debería dirigirse a las mujeres que ocupan las posiciones laborales privilegiadas, principalmente en la tecnología y en la producción científica.[2]​ Una política que debe huir del totalitarismo, de la explicación completa, lo cual no es más que una forma de dominación y de imperialismo. El nuevo feminismo debe estar adaptado al entorno ambivalente, fluido, mixto y contradictorio de la informática de la dominación. Un entorno donde no tienen sentido las dualidades, sino las relaciones entrelazadas de las redes. Haraway describe una pintura de la mujer dentro de la informática de la dominación, destacando una serie de espacios (hogar, mercado, puesto de trabajo remunerado, estado, escuela, clínica-hospital e iglesia) donde la clave está precisamente en la ausencia de “lugar”, de un espacio de identificación de un yo unitario. Antes al contrario, lo remarcable es la ambivalencia, la multiplicidad de valores y las contradicciones: “la consecuencia es la dispersión; la tarea es sobrevivir en la diáspora”... todo ello es especialmente visible en ciertos espacios de contradicción: el hogar, el mercado, el puesto de trabajo remunerado, el Estado, la escuela, la clínica-hospital o la iglesia.[5]

El ciberfeminismo toma como referente el Manifiesto cyborg, pero logra articularse y concretarse gracias al trabajo de VNS Matrix y su publicación El manifiesto ciberfeminista del siglo XXI,[6]​ al acuñar al Manifiesto dentro de su discurso y usarlo como estandarte para proclamar la teoría del cyborg como una propuesta neo-feminista. Sin embargo, Haraway en su manifiesto no solo proclama la idea de un quiebre en la imagen de la mujer "diosa" si no que presenta una serie de críticas sociales, Haraway denuncia otras muchas situaciones amenazadoras para la mujer, como hemos visto, sobre las cuales no se hace incidencia. Haraway habla de la informática de la dominación, de la feminización del trabajo, de lo vulnerable que se está volviendo la situación de la mujer en virtud de las nuevas tecnologías, de la ruptura de paradigmas dicotómicos, de la ausencia de un topos para la mujer dentro del circuito integrado, de cómo todo ello está afectando a su sexualidad, a su reproducción, a su vida privada y social. Haraway pide la construcción de un ciberfeminismo socialista que luche contra todo ello.[5]​ Sin embargo, el trabajo de VNS Matrix enfoca y desvía la atención a lo extravagante del discurso, enfocándose netamente en lo cyborg, ocasionando que respecto al movimiento, frases como “prefiero ser un cyborg a ser una diosa” y “el clítoris es una línea recta hacia la matriz”[7][8]​ se transformen en lo más rescatable por parte del movimiento transformándolo en una tesis que usa la expresión artística como un medio para un fin.

Sin embargo, es a producto de esta transformación, que surge el llamado "Cybergrrl-ism", movimiento acuñado bajo la expresión artística ácida y provocadora, lo componen las llamadas Webgrrrl, Riotgrrl, Guerrila Girl, Bad Grrl, Plantegrrl, Geekgrrl, etc., las cuales transmiten la idea de que las normas impuestas ya dejan de estar vigentes, que las chicas están en guerra, que son las chicas disturbios, que son malas y están enojadas, lo cual se ve a través del "riot" y sufijo onomatopéyico "grrl" de cólera, las cuales usan la sátira y la ironía como enfoque en su discurso.

Sin embargo, como han debido de hacer muchos movimientos en su momento, el ciberfeminismo también fue en parte redirigido, al igual que otras prácticas feministas, y estas han decidido voltear la mirada hacia el desarrollo de software libre[9]​ como nuevo campo de acción, esto debido que "no implica solamente el manejo de conocimientos técnicos, sino también el fomento de la socialización del conocimiento y de trabajo colaborativo, que estaría en consonancia con algunos movimientos posfeministas."[9]



Escribe un comentario o lo que quieras sobre El Manifiesto Cyborg (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!